Transformar la necesidad de viajar en la experiencia de comunicar
Viajar para hacer ver lo que no se ve. Trasladarse por la carretera como quien transita el lugar del anhelado retorno. Elías Rodríguez, un comunicador social caraqueño que se autodefine como promotor del turismo nacional, hace de esas dos máximas un motivo de vida.
Lo anecdótico de un viaje ya no solo se queda en el imaginario de quien lo hace, pues también puede ser un hecho colectivo, compartido. Las redes sociales han potenciado las posibilidades en muchos ámbitos de la vida de las personas y el turismo no está exento de esa realidad.
Elías Rodríguez es un profesional de las comunicaciones que, movido por el gusto de viajar y por la ganas de transmitir vivencias, momentos y experiencias, se dio cuenta que la sinergia entre las plataformas digitales y la oportunidad de divulgar contenido era una opción ideal para promover el turismo en Venezuela.
El resultado de lo que ahora pudiera ser catalogado como un emprendimiento genuino en el ámbito turístico, que ya tiene tres años, se llama Venezuela en un viaje, un espacio digital para promover y conocer el territorio nacional.
En esta entrevista, Elías cuenta qué lo motivó a combinar el uso de las plataformas digitales como las redes sociales, sus viajes por Venezuela y las ganas de comunicar cada experiencia, cada lugar, sus personas, pero sobre todo un país.
—¿Cuál fue tu primer viaje solo y qué parte del territorio venezolano visitaste?
—Mi primer viaje fue al estado Sucre, Península de Paria, fuimos a una playa que se llama Chaguaramos. Siempre busco acampar en los sitios a los que voy. Ese ha sido mi primer viaje oficial, con mi camioneta, mi grupo, y toda la logística que eso implicó.
—En un foro a finales de 2016 dijiste que Venezuela en un viaje nació de la necesidad que tenías como comunicador de compartir tus fotos con el mundo. ¿Hace cuánto que esta idea se ha vuelto tu realidad y cómo ha sido su proceso?
—Surgió a finales del 2013, básicamente por la necesidad que tenía como comunicador de compartir mis fotos con el mundo, y porque vi un vacío comunicacional del turismo que yo hago, que es una actividad que se basa en usar tu vehículo como principal medio de transporte y, por decirlo de alguna manera, el centro de operaciones. La gente que se dedica a eso lo llama: overlanding, que quiere decir sobre la tierra. Se trata de usar la camioneta como medio de transporte y convertirla en tu casa. Intenté leer varias cuentas de blogs o de Instagram, pero solo llegaba a las primeras líneas y me aburría. Yo quise atacar ese problema comunicacional y contarles a las personas sobre los lugares que visito a través del instagram. No soy de los que invita a otros a quedarse o visitar los lugares que voy, eso lo incluyo en mis relatos porque trato de expresar otras cosas e ir más allá.
— ¿Qué ha sido lo más satisfactorio de este proyecto y a qué dificultades te has enfrentado?
—Lo más satisfactorio es lo que yo siento cada vez que agarro mi carro y viajo. Yo me abro a las experiencias que se me presenten, siento que me he vuelto más tolerante a las personas, sus pensamientos, los lugares y sus comidas. He aprendido a valorar el lugar por el conjunto de sus características, por las experiencias que te brinda y por la interacción que hay con las personas.
— ¿Cuándo visitas un pueblo en qué te fijas primero?
—Yo no soy mucho de los que pasean por los pueblos, soy más de llegar al destino porque son viajes de travesías largas y muy complicadas desde el punto técnico de los vehículos; ya sea en un medio de transporte como una lancha, un carro, un avión, una bicicleta, caminando o como sea, porque no solo me limito a viajar en mi camioneta, siempre busco llegar al destino lo antes posible para aprovechar la zona. Me baso principalmente en la naturaleza. Si hay un pueblo bonito me paro, busco de hablar con las personas que tienen muchos años viviendo en el pueblo; de sacar un poco de información del lugar y de aprender un poco de su historia.
—¿Cuál es la anécdota de alguno de tus viajes que siempre relatas?
—Este grupo que tengo es tan efectivo que una vez me paso en una carretera de Aragua, que es muy peligrosa y de la que hay muchos cuentos reales, ahí nos tocó cambiar un caucho y creo que menos de un minuto lo hicimos. Mientras unos cambiaban el caucho, otros veían quienes venían y trancaron la vía completa. Yo he visto la manera de actuar muchas personas, pienso que las personas podrían estar más atentas a cómo actúan y así evitar situaciones incomodas.
—La delincuencia es un tema que afecta a todo el país. ¿Cómo ha sido tu experiencia y cuáles son tus previsiones para viajar?
—A mí me encanta manejar de noche, me parece más seguro desde el punto de vista del tránsito por las vías de seguridad, porque no hay camiones y el flujo de los vehículos es bajo. Son muy pocas la veces que viajo solo pero normalmente viajo en grupo. En mis viajes siempre van las mismas personas, cuando me aventuro a invitar a una persona nueva soy muy cauteloso, porque puede ser que no comparta la misma experiencia que tenemos al resolver un problema. Mi gente ya sabe cómo debemos de actuar ante un inconveniente o una situación que puede ser positiva o negativa. Viajar de noche, por lo que uno escucha no es lo más conveniente, lo tratamos de evitar, pero cuando toca hay que hacerlo. Tengo 10 años haciendo esto y nunca me ha pasado nada. Cuando viajo al interior del país, gracias a Dios, no ha ocurrido nada, las veces que me ha pasado ha sido aquí en Caracas. Uno aprende a moverse, la experiencia te da ese sexto sentido de aprender a moverte por Venezuela sin ser notado, sobre todo para ubicar el sitio adecuado para acampar. No sé si es suerte o la experiencia misma de moverse por Venezuela, lo que te ayuda a sortear ese problema de la inseguridad.
—El cuidado de los espacios naturales de Venezuela es fundamental para el turismo. ¿Qué tipo de campañas has ideado para transmitir ese mensaje?
—Tengo varias campañas que he sacado sobre la basura, que son bastante coloquiales, si se quiere. A los sitios a los que yo voy no llega ningún camión de basura. Pensé en eso y creé varios personajes: cabeza de chola, para el que tiene la música a todo volumen; cabeza de tobo, para quien tira basura y cara de tabla, que es el que se colea por el hombrillo y se colea en todas las colas que se consigue. La idea de esos personajes es buscar que las personas se acuerden de cada una de las cosas que no se debe de hacer y se identifiquen con eso; es una manera de llevar el mensaje del cuidado del medio ambiente. El tema recae en la educación, no está mal hacer jornadas de limpieza o dar donativos, por ejemplo, pero no se hace nada si no se educa a la población para crear conciencia. La educación es algo que queda para el resto de la vida
—En unos de tus publicaciones en Instagram podemos ver que estuviste en Mérida en plena nevada, ¿cómo fue esa experiencia?
—Fui porque unos amigos se ganaron un fin de semana en una posada y me invitaron. Nos quedamos en San Rafael de Mucuchíes. Fue en Julio y ese es el mes en que hace más frío en esa localidad. Era 16 de Julio, día de la virgen del Carmen, y comentan que justamente en esa fecha cae nieve gracias a la virgen. Yo no sabía eso, pero afortunadamente coincidí. En un país tropical como Venezuela parece insólito que caiga nieve durante esa época del año y justamente ese día estaba lloviendo, y cuando estábamos llegando comenzó a nevar. Ya había conocido la nieve porque viví hace unos años atrás en Estados Unidos, pero no se compara con ver la nieve en Venezuela. Ver nieve en tu país resulta muy emocionante. No hay comparación; sentir que estas en Venezuela, en tu casa y vivir ese momento se convierte en una experiencia inolvidable.
Una publicación compartida de Venezuela En Un Viaje (@vzlaenunviaje) el 21 de Jul de 2016 a la(s) 4:37 PDT
—En tus viajes también te acompaña tu perro, que se llama kiwi, y es uno más del equipo. ¿Cómo es el proceso de llevar a tu mascota en cada viaje?
—Kiwi es el fiel compañero que está desde el 2010. Lleva ese nombre porque su hermano se llama “Mango”. Si, como la fruta. Su primer viaje fue a Caparapano (Apure) y apenas tenía seis meses. Le gustó viajar desde entonces y se adapta a donde lo lleve, sea playa, río o montañas, como en Mérida. Se comporta a la altura en los viajes y no pide mucho, solo agua y comida. Las personas se identifican mucho con él, es el gran relacionista público de “Venezuela en un Viaje”. Me ha servido de conexión con las personas cuando estamos de travesía y fácilmente se convierte un tema de conversación que me lleva a otros. A los viajes en que me lo puedo llevar, lo hago, si sé que va a pasar trabajo prefiero dejarlo en casa porque pasa trabajo él y yo, intentado que a él no le falte nada.
Una publicación compartida de Venezuela En Un Viaje (@vzlaenunviaje) el 29 de Ene de 2017 a la(s) 5:05 PST
