Sociedad civil
De Hobbes hasta Kant, las doctrinas iusnaturalistas contraponen sociedad civil a sociedad natural, la sociedad civil es sinónimo de sociedad política y por tanto del Estado. Una variante de esta acepción parte de la identificación del estado de naturaleza con el estado salvaje, la sociedad civil se contrapone a la sociedad de los pueblos primitivos y adquiere el sentido de sociedad civilizada. En la actualidad, el significado de la expresión sociedad civil, que se ha impuesto, es de extracción marxiana y, básicamente, es el opuesto de la acepción que le dieron los pensadores iusnaturalistas. En el lenguaje político de hoy, la dicotomía fundamental se da entre la sociedad civil y el Estado. Por sociedad civil se entiende la esfera de las relaciones entre clases, grupos, sectores sociales e individuos que se desarrollan fuera de las relaciones de poder que caracterizan las instituciones estatales. De esta sociedad civil surgen las demandas, articuladas por los diferentes grupos organizados, que las «dirigen» al sistema político y que son destinadas a ser objeto de decisiones políticas. En este esquema, los partidos políticos deberían cumplir la función de agregar las demandas sectoriales y regionales en programas políticos nacionales y generales. Estamos presenciando, en todo el mundo, una acelerada proliferación y fortalecimiento de los grupos de articulación de intereses y el concomitante debilitamiento de los partidos políticos y por tanto de la función de agregación de intereses. La coincidencia del aumento del número y de la intensidad de las demandas, provenientes de la sociedad civil y de la disminución de la capacidad de los partidos políticos de?canalizar, organizar y agregar esas demandas crean las condiciones?para una verdadera «sobrecarga» del sistema político y la consiguiente?crisis de gobernabi1idad. –
En las democracias consolidadas de los países industrializados, esta crisis de gobernabi1idad está compensada, entre otras cosas, por el alto nivel de institucionalización n política que, según el politólogo Samuel Huntington de la Universidad de Harvard, es el proceso por el cual adquieren valor y estabilidad las organizaciones y procedimientos políticos. Se puede definir el nivel de institucionalización de cualquier sistema político por la adaptabilidad, complejidad, autonomía y coherencia de sus organizaciones y procedimientos. En las democracias desarrolladas, el debilitamiento de los partidos políticos está, parcialmente, reequilibrado por la fortaleza, autonomía, complejidad, adaptabilidad y coherencia de las demás instituciones políticas (congreso, burocracia, poder judicial, entre otras) y por la legitimidad de las «reglas del juego» político. En estos países, la mayoría de los actores políticos coinciden respecto de los procedimientos que se deben usar para la solución pacífica de los conflictos políticos. En cambio, en muchos países del otrora llamado «tercer mundo», la crisis de gobernabilidad tiene lugar en sistemas políticos en los cuales los partidos eran las únicas instituciones políticas que habían alcanzado un mínimo nivel de institucionalización. En estos casos, la actual debilidad de los partidos se da en el marco de una penuria institucional que hace más grave la crisis de gobernabilidad. La reinstitucionalización de los partidos políticos es una tarea necesaria y urgente.