Amor humano
“Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.”
Miguel Hernández.
EL HOMBRE Y LA MUJER ESTAN CONDENADOS A AMARSE
El amor florece espontáneamente como una planta y si la siento es porque lo necesito para existir. Amamos porque vivimos, es decir, el amor es el sentir de lo sentido. El deseo, el querer, la pasión son manifestaciones diversas de este sentimiento natural.
El amor es la verdadera unidad de nuestros sentires, la totalidad de nuestra naturaleza. Cuando amamos padecemos tristezas, ansias, gozamos alegrías y toda la gama infinita de sentimientos que se reflejan en el amor. El amor nunca puede ser un sentimiento independiente de nuestro organismo, sino un sentir que nace de los sentidos. De hecho, la Naturaleza engendra todo los sentimientos que vivimos, es la creadora del amor y de todos los amores que experimentamos.
Aunque el hombre no es solamente un ser natural, no es menos cierto, que somos epicúreos y hedonistas porque los sentidos, egoístas por naturaleza, convierten a los objetos en instrumentos de su placer. El amor es una necesidad natural, espontánea, y su problemática ha sido y será siempre la misma. La lucha de los sexos es inevitable, el hombre y la mujer no se comprenden porque son seres biológicamente opuestos. Sin embargo, el hombre y la mujer están condenados a amarse, porque el aparejamiento responde a una necesidad natural de los seres humanos. Todo lo que es natural es humano, e inhumano cuando es antinatural. El amor, es una esencia natural eterna, los hombres han amado siempre de la misma forma y con idéntica finalidad: la conservación de la especie.
Como afirma Sartre , el “amor es por naturaleza histórico”. En efecto, el hombre es un ser que se crea a sí mismo y está naciendo continuamente. La Historia es el testimonio de su quehacer y de sus obras. En consecuencia, el hombre no es solamente un ser natural, es también un ser humano.
El amor es un impulso vital, sensible, emotivo, apasionado y, a la vez, una creación del hombre, de la imaginación, de su pensamiento, de su actividad espiritual. No nace sólo espontánea y naturalmente ni es un sentimiento que se padece o una pasión que nos arrebate. Tampoco es un acontecimiento que nos saca de quicio. El amor se hace, es una praxis vehemente que debemos cultivar con afán y tesón. Él amor es una realidad humana porque el hombre, aunque se conoce capaz, consciente y reflexivo, necesita de otros hombres para vivir. Cada ser humano encuentra el complemento de su realidad en otro ser que le es afín.
Amar es comprender. Comprendemos para entregarnos, para decir un sí definitivo, que la queremos como es. “Tú eres el único que me comprendes”, suelen decirse los enamorados. La comprensión es una actividad prolongada, paciente, pero totalizadora. No se puede comprender a nadie por súbita iluminación. Comprender es un entregarse al amor mismo, al saber ajeno. El amor se aprende poco a poco, paulatina y progresivamente. Es una sabiduría a la que se llega a través de una historia, un proceso natural y humano para conocer su realidad. Y como dijo el poeta: “Yo te amé cuando niño / como un anhelo, / te amé de adolescente / como un deseo, / y mi amor cuando hombre / fue un sentimiento”.