La discriminación resta.
La recién estrenada y galardonada película “crash” nos remontó una vez mas al tema de la bochornosa discriminación. Pareciera que en la sociedad norteamericana la famosa interrelación entre las razas (melting pot) no se ha producido como muchos creen. Aún se recuerda los acontecimientos de Little Rock y el violento enfrentamiento cuando nueve estudiantes negros intentaron ingresar a una escuela secundaria para blancos. El caso de Rodney King y los violentos disturbios en Los Ángeles están aún frescos en la mente de muchos californianos. Son tantos los casos documentadas a lo largo de la historia. Sin embargo, aún son miles las historias cotidianas a lo largo y ancho del planeta. Apenas una muestra focalizada nos deja el film de Paul Haggis.
Sin duda, sigue rondando en el mundo ese comportamiento social que separa y considera inferiores a las personas por su raza, clase social, ideología, sexo, religión u otros motivos. Casualmente, desde niño y luego por razones de mi oficio, viví en lugares en donde la discriminación a personas por distintas razones, raza, clase social, religión, fueron parte de mi entorno. Estuve cerca de la discriminación en varios países. Muchas veces ella es inconsciente, algunas otras frontal, otras casual y otras simplemente el resultado del uso del poder para “dejar de lado”. Pues bien, la discriminación, por vía de raza, género, política o religiosa es sin duda una de las tragedias que cargamos en lo que existe de humanidad. Avances contra la discriminación si, tentación permanente también. La convención internacional sobre discriminación racial en el marco de las Naciones Unidas nos recuerda que todos los hombres son iguales ante la ley y tienen derecho a igual protección contra toda discriminación y contra toda incitación a la discriminación.
En el caso de Venezuela, tenemos que hacer un esfuerzo para evitar que aquellos, que sin entender las implicaciones y lo grave de tales conductas, promuevan actitudes que discriminen a otros venezolanos. No solo porque violan nuestra Constitución, sino porque promueven una manera de relacionarse entre iguales ante la ley en ciudadanos de primera y de segunda. En el caso de los gobiernos, no es un secreto que quienes interpretando arbitrariamente el espíritu mismo de un proceso democrático, han caído en la tentación de humillar y discriminar a otras personas, por consideraciones políticas, ideológicas o personales. La mayoría de los casos son evidentes,otros, se han manejado bajo la legalidad, pero en la realidad y ante los ojos de muchos, es una prueba de esa práctica, que aunque no nueva y exclusiva de esta época, no debería tener espacio en la Venezuela que soñamos. Hay que erradicar de nuestra sociedad y de nuestras mentes la discriminación de cualquier tipo.