Opinión Nacional

Motivación de la guerra

“Se puede, pues, hacer la guerra, se puede combatir, se puede invadir las ciudades, las provincias y los reinos. En vista del estado en que están actualmente los hombres no hay que tener dudas a este respecto. Pero antes de llegar a tales extremos, hay que estar bien seguro de que se tiene la humanidad por principio, la justicia por objeto, la rectitud por regla. No se debe resolver atentar contra la vida de algunos hombres si no es para conservar la vida de un número aún mayor; no se debe turbar el reposo de algunos hombres sino para asegurar la tranquilidad pública; no se debe perjudicar a ciertos individuos más que para hacer bien a la especie; no se debe querer más que lo debido legítimamente, y quererlo sólo porque es debido, y exigirlo sólo como es debido. De ello resulta que sólo la necesidad debe llevamos al uso de las armas.”
Sé-Ma

El trabajo editorial me ha obligado a distanciar mis publicaciones periódicas. En su oportunidad, inicié la preparación de una obra intitulada “LA GUERRA POR LA PAZ” o “Los Conflictos del Poder en un Mundo Globalizado”. Han pasado casi siete años desde entonces, cuando la desgracia del 15DIC99 y la amenaza hecha a la naturaleza, emulando al Libertador de luchar contra ella, me avizoró que muchos otros acontecimientos de amenazas y guerras sobrevendrían y, con ellas, cambios impensados sobre la doctrina y la forma de hacer la guerra. Fue cierta mi premonición y con ella, el retardo en cumplir con mi sentimiento editorial. No obstante, mucha ha sido la investigación, que se unió al letargo sentimental por lo que ocurre en Venezuela sobre el fin institucional de sus fuerzas armadas. Así vemos hoy, como los “revolucionarios” al mando del “comandante”, tratan de cambiar, no solo la guerra, sino los principios que durante muchos siglos han coronado el magíster dicci de los hombres y mujeres de las contiendas bélicas. Recientemente vino el reclamo de los lectores de mis libros, por cuanto en ellos he anunciado la obra antes mencionada. Reclamo que golpeó mi ego y me ha obligado a preparar parte de su contenido, con el fin de aclarar criterios que han sido distorsionados por legos militaristas y guerreristas, quienes saltando a la palestra doctrinaria e histórica se han aventurado a proponer nuevas doctrinas militares y cambios de símbolos, pensando que es factible cambiar la historia renombrando o maquillando personajes. Así las cosas, estoy ensamblando un compromiso para tres semanas: “DE LA GUERRA POR LA PAZ – I – Conflictos y Guerras de Quinta Generación” El tiempo de su luz queda en manos de la editorial que lo publicará. Sobre la guerra han sido muchas las publicaciones. La mayoría repetidas hasta el cansancio, considerando sus postulados como verdaderos principios vistos como acertijos inmutables. Tal vez el mas sonado, mas mencionado y poco leído pero referenciado, es “DE LA GUERRA” de Karl von Clausewitz. También los textos de Mao Tse-tung, principal fundador de la República Popular China, quien refiere otros textos de los antiguos estrategas chinos. Textos exageradamente explotados por las corrientes neocomunistas, dado el criterio revolucionario de Mao. Muchos, para abundar sus referencias se remontan a Aníbal, el “gran capitán”, general y político cartaginés, cuya marcha sobre Roma desde Hispania a través de los Alpes entre el 218 y el 217 a.C. sigue siendo una de las hazañas más grandiosas de la historia militar. También, contemporáneo con Clausewitz aparece Napoleón I Bonaparte, uno de los más grandes militares de todos los tiempos, emperador de los franceses, consolidador de muchas de las reformas de la Revolución Francesa y conquistador de la mayor parte de Europa. Pocos tratan la “Cuestión Oriental” o la rivalidad entre el Imperio Austro-Húngaro y Serbia con respecto a Bosnia-Herzegovina anexionada en 1908, cuyo punto final de este conflicto internacional vino provocado por el desarrollo y el desenlace de la I Guerra Mundial, luego la Segunda Guerra Mundial, donde surgen, no nuevas doctrinas, sino las mejores formas de empleo operacional en la guerra moderna Al comienzo mencioné “la amenaza a la naturaleza”, que si se opone, el régimen luchará contra ella, pero ha tenido que hacerlo muchas veces, porque como naturaleza al fin, no se ha adaptado al capricho dictatorial y las andanzas mesiánicas, populistas y anti imperiales, han producido el desastre social mas grande en la historia venezolana. Es como si las plagas del mundo se aventuraran a incursionar en nuestro país, dejado a la deriva por incursionar en la búsqueda del liderazgo tercermundista, comenzando por el latinoamericano, que no acepta lo político, pero no puede dejar de lado el beneficio de la dádiva petrolera. Pero como si fuera poca la desgracia, pareciera que el viejo adagio, “si vis pacen para bellum” (si quieres la paz, prepárate para la guerra) se pone cada día más vigente en nuestro mundo revolucionario. El máximo empeño del régimen es preparar o alistar a todos los venezolanos para hacer la guerra, tratando de insuflar un falso nacionalismo fundamentado en un presunto atentado “mala vista” al caudillo, quien se cree y así ha logrado, mediante engaño, el retorno de Simón Bolívar. Pero, lamentablemente, ha intentado encontrar un adversario natural o no y ante el temor a que le respondan la amenaza, ha preferido buscarse un “goliat”, nada mas y nada menos que la nación con el mayor poder bélico del mundo, tratando de creer que nuestro pueblo consciente acepte su infantil nacionalismo. Bien sabe el régimen que USA no va a responder a las amenazas, insultos y provocaciones constantes, ya que no le interesa ponerse al nivel de nuestros seudo líderes militares y políticos. Y lo que da es vergüenza, tener que tolerar la exaltación de fichas mediocres como doctrinarios de la guerra. Bien saben que lo que todos queremos es la paz, única fórmula para lograr el ansiado desarrollo y lograrlo es encaminamos hacia el bienestar. Bien sabemos que toda guerra conduce a la paz, pero buscar la guerra para obtener la paz es un sinsentido y una sinrazón. Es igual que enfermarse para lograr luego la salud o lanzarse al vacío para encontrar un punto en la tierra. Todo mal deja su huella y la guerra es un mal peor que cualquier vicio. La historia nos enseña, que los grandes capitanes del pasado siempre utilizaron las guerras para subyugar pueblos. En ella, el factor principal es la disminución de las capacidades del adversario luchando contra su resistencia y esto hace que el derrotado hoy sea el vencedor de mañana. Ninguna herida provocada por la guerra, sana a perfección, siempre dejará su huella difícil de borrar, lo que se transformará en una tragedia sobre la vida de los pueblos subyugados, quienes mantendrán siempre como norte la esperanza de salvar el honor con la venganza. Pocos lo hacen por honor. Es lamentable, que el actual régimen haya creído que la guerra es un juego como el que se desarrolla en el cajón de arena o en la sala situacional. Mas grave aún, que piense que las fuerzas armadas son un coto privado para su defensa aún a ultranza y que le es dado provocar y buscar la guerra para que estas actúen a su antojo. Triste papel mercenario el de los jefes militares si así lo perciben y acepta. Desde hace mucho tiempo los pueblos que quieren vivir en paz han separado el acontecer político de la defensa militar, utilizando esta última solo si la necesidad apremia. Aún siguiendo a Clausewitz, con el apotegma de que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, lo pueblos hoy día zanjan sus antagonismos por medios políticos y después de la II Guerra Mundial, con la creación de la ONU surgió el signo de la paz como el medio apetecido para el desarrollo de los pueblos. Esta dio pie al mantenimiento de las FFAA, solo como medio de disuasión para evitar la guerra y para mantener la paz. No obstante, en algunos pueblos sigue imperando la barbarie guiada por sus gobernantes caprichosos que se sienten tocados a emular genios de la guerra de otras épocas. Ellos siguen viendo la guerra como el medio para lograr sus objetivos a ultranza. En el caso nuestro es grave, cuando el gobernante asume el rol militar para dirigir la república y se vale del militarismo para la organización y desarrollo. Mas grave aún, que crea que el ser militar lo obliga a dirigir la política como un campo de batalla. Olvida que Bolívar fue militar por necesidad y dejó de serlo cuando logro su objetivo, la independencia. Desde entonces fue solo un ciudadano que denigró del militarismo en que quisieron transformaron los generales de la independencia a Venezuela. Bolívar quiso, pero no lo logró, hacer la guerra para obtener la paz. Sus seguidores militares, nunca han querido dejar de serlo. Es el karma del Comandante, aderezado por sus seguidores “revolucionarios”.

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