La fiesta brava en América
Las corridas de toros realmente han sido un arte, una tradición, un quehacer naturalmente de España, Portugal y algunos países latinoamericanos donde destaca Ecuador, Colombia, México y Venezuela entre otros. Cómo desconocer que en las corridas se produce una mezcla de dolor, entusiasmo, precariedad, lucidez, estirpe y para usted de contar de parte del toro y del torero, y naturalmente del público, que sea en tendidos generales de sol o de sombra, y en numerados de sol o de sombra, igualmente se transmuta, sufre, se alegra y se comparten variados estados de animo del ser humano.
El rasgo particular de las corridas de toros es naturalmente la presencia y la actuación protagónica del toro y del torero, en donde sobresale tanto la casta del toro como del quehacer del torero en esa unión entre ambos que a veces permite disfrutar de una tremenda corrida, como contrariamente faenas que dejan mucho que desear donde los defraudados son muchos. Lo cierto del caso es que paralelo a esa dupla toro – torero, juega un papel de suma importancia el llevado a cabo por la Presidencia, la Comisión Taurina y naturalmente por el público, que en una simbiosis premian, castigan, conceden, quitan trofeos, otorgan honores y demás a una determinada faena que para muchos es un arte, para otros es un crimen, o hay quienes la engloban como cultura.
Brava es la fiesta. Bravo es el despliegue del toro. Brava es su enbestida. Brava es la postura del torero quien generalmente no titubea frente a la enbestida del Miura, Cruz de Hierro, Santa Coloma, Domec, Marañones, Vista Hermosa, El Prado o Rancho Grande como las ganaderías más prestigiosas tanto de Venezuela como del extranjero. Todo esto es parte de la fiesta que se erige sobre la arena, la presencia de la sangre y el papel estelar del sol. De allí que se conjugue la triada de sangre sol y arena.
Cabe señalarse que las corridas de toros tradicionalmente se han dividido en dos tipos según las características de de lidia, es decir, si la lidia es pie o es a caballo. Tendremos entonces a toreros y a rejoneadores (http://es.wikipedia.org/wiki/Rejoneador) respectivamente. Cada uno tiene su atractivo, su esfuerzo y arte, claro esta que el torero(http://es.wikipedia.org/wiki/Torero) de a pie es el más seguido y este tipo de lidias es donde el torero o matador le corresponde “jugar” con el capote, realizar la faena con la muleta, incluyendo la colocada de tres pares de banderillas y finalmente darle muerte con el acero o espada. Venezuela en lo particular ha tenido grandes toreros que figuran en su historia como los hermanos César y Curro Girón; Morenito de Maracay; los hermanos Valencia, y más recientemente Otto Rodríguez, Leonardo Benítez, Leonardo Coronado y naturalmente el rejoneo de la dinastía de los Rodríguez. Mérida ha sido una tradición en medio de su Feria Internacional del Sol y del Carnaval Taurino de América por celebrar sendas corridas en estás últimas décadas en su conocida Plaza De Toros Román Eduardo Sandia, donde paradójicamente encontramos de todo, allí se dan cita oficialistas y opositores, intelectuales y legos, periodistas, artistas, universitarios, venezolanos y extranjeros en ese sincretismo que producen los toros, los pasodobles y las bebidas alcohólicas, sin dejar de lado la “pachanga” que unos y otros disfrutan afuera de la plaza, antes y después de la corrida.
La constante es que los aficionados acuden a la Román Eduardo Sandia a compartir entre familiares, entre amigos, muchos van a educarse en el delicado mundo de los toros y algunos otros confunden la plaza lamentablemente con el estadio de fútbol haciendo la barra humana que es una ofensa al toro, al torero y al público taurino. En fin de todo se integra y compone en la fiesta, esa fiesta que llaman brava por la presencia del toro, de los garapullos y de los espadas oleeeee.
Ver también (%=Link(«http://analitica.com/va/sociedad/articulos/7172498.asp»,»Alegato de la Fiesta Brava»)%)
