Prostitución de la nacionalidad
En tiempos durante los cuales se alteran los símbolos patrios nos preocupa la manera como se prostituido la nacionalidad venezolana.
Ser venezolano era, para todos quienes podíamos enorgullecernos de ello, una señal de distinción que nos hacía descendientes de los héroes de la Patria y nos hacía partícipes de una sociedad y propietarios de un terreno que alojaba a hombres y mujeres de buena voluntad.
Cuando estudiábamos nuestras primeras letras en el Colegio La Salle de Tienda Honda aprendimos en el libro de Moral y Cívica escrito por Manuel Prado que la nacionalidad era uno de los bienes más preciados de un ciudadano.
En aquellos tiempos no se podía tener más de una nacionalidad y la adquisición de una nueva, conllevaba la pérdida de la anterior.
Se era venezolano con mucho orgullo y más adelante vimos como cada año se celebraban reuniones especiales en las cuales se tomaba el juramento de fidelidad a la Patria por parte de todos los inmigrantes que voluntariamente adquirían nuestro gentilicio.
Ahora? vemos como las cosas han cambiado. La nacionalidad venezolana se ha transformado en un elemento más dentro de la fratricida lucha electorera y este proceso que estamos sufriendo reparte cédulas de identidad y cartas de nacionalidad con la misma largueza que lo hace con los recursos materiales de la nación.
El proceso de relajamiento alrededor de la ciudadanía comenzó en tiempos del primer gobierno del ex presidente nonagenario.
Como consecuencia del proceso de cambio en los precios del petróleo, Venezuela se convirtió en un destino apetecible para muchos ciudadanos de otros países latinoamericanos. Ya, en tiempos de Betancourt, se diseñó una política de inmigración que excluía o ponía en desventaja a la inmigración europea que tantos beneficios aportó a partir de los cuarenta.
A mediados de los sesenta nos hicimos colectores de toda la disidencia económica, política y social de casi todas las naciones hermanas del hemisferio.
Casi todos ellos mantuvieron sus nacionalidades de origen.
El mundo cambió y hoy día son muchos los países que aceptan que sus ciudadanos tengan más de una nacionalidad pero casi todos esos países cuidan las condiciones mediante las cuales se otorga su nacionalidad.
Solo Venezuela es magnánima y hasta irreverente en la administración de ese recurso. Para ser venezolano solo se necesita referir la adhesión a un proceso que está minando todas las características de nuestra nacionalidad.
Para colmo, pensamos que los organismos responsables de administrar y llevar el control sobre esta rama del quehacer nacional no están llevando los controles y las estadísticas necesarias para tener un conocimiento real del significado de este recurso y sus posibles consecuencias.
Como agravante de esta terrible situación debemos anotar que la depauperación de la nacionalidad venezolana está atada a un fuerte descenso en la calidad del habitante medio de la nación. También es causa de que los venezolanos de hoy tengan costumbres que estaban superadas en el siglo pasado y exigen inversiones en seguridad, empleo, salud y calidad de vida que se encuentran absolutamente descuidados.
Lo más grave es que todos estos problemas los estamos adquiriendo para que el proceso tenga los votos que los venezolanos de verdad no estamos dispuestos a otorgarle.