¿Por qué no hacerlo?
«Creer que se puede» puede ser, de hecho, la gran diferencia entre el éxito y el fracaso en cualquier evento o empresa que se inicie.
He aprendido de primera mano que la mayoría de los límites los ponemos nosotros mismos y que por lo general aparecen asociados a miedos, inseguridades y temores. Sin embargo, una vez que uno logra vencerlos, caen como las piezas en el efecto dominó y se desvanecen como si jamás hubieran existido.
La semana pasada, con motivo del Día del Periodista, asistí a un emotivo acto en la Escuela de Equitación Negro Primero del Ejército Venezolano, donde funciona el Centro de Equinoterapia de Atención a la Comunidad. En unas breves palabras muy llenas de contenido, el Coronel (Ej) Carlos Aníbal Mosquera Padrón se paseó por los logros del centro y habló de sus expectativas de futuro:
«Hemos logrado muchas cosas, es cierto, pero no me siento conforme», dijo. «Si podemos crecer más… ¿por qué no hacerlo? Si podemos convertirnos en una referencia en América Latina… ¿por qué no hacerlo? Si podemos convertirnos en la mejor escuela de equinoterapia del mundo… ¿por qué no hacerlo?»
Esa combinación de querer ser cada vez mejor y la pregunta de «¿por qué no hacerlo?» retrató lo que yo creo de Venezuela, lo que yo quiero de Venezuela, lo que yo espero de Venezuela.
Los retos, los logros, los sueños cumplidos. Todos provienen de la pregunta inicial «¿por qué no hacerlo?»…
A mis alumnos siempre les digo que no se conformen con ser mediocres si pueden ser buenos, y que no se conformen con ser buenos si pueden ser excelentes. Me preocupa la apología de la mediocridad y que ésta termine por imponerse, sencillamente porque resulta lo más fácil.
Yo me pregunto:
Si tenemos los recursos para tener el mejor sistema educativo del mundo, ¿por qué no hacerlo?… En vez de eso, caminamos en el sentido opuesto, hacia la eliminación de los exámenes de admisión de las universidades, hacia el uso de la escuela como centro de ideologización y en la improvisación de programas educativos que ni forman, ni enseñan, ni educan, sino que juegan con las esperanzas de las personas.
Si tenemos los recursos para tener el mejor sistema de salud del mundo, ¿por qué no hacerlo?… En vez de eso, la mayoría de nuestros hospitales carecen de los más básicos insumos, y el presupuesto de salud se gasta de manera ineficiente en programas paralelos que corresponden al Ministerio de Salud.
Si tenemos los recursos para tener el mejor sistema de seguridad y justicia del mundo, ¿por qué no hacerlo?… En vez de eso, mientras las cárceles son antros de hacinamiento y de violaciones a todos los derechos humanos, la población inocente e indefensa cae todos los días, a toda hora, a manos del hampa.
Educación, salud, seguridad… Podemos tener un país distinto, si queremos… Entonces, ¿por qué no hacerlo?…