Esta generación de Venezuela
El miércoles 7 de junio fue uno de los días más duros desde el inicio de las protestas hace ya más de 70 días. La represión llevada a cabo por efectivos de la GN fue cruel y despiadada. En distintos lugares de Caracas se produjeron hechos de violencia y se expresó fuertemente la desesperación y rabia de la gente frente a la situación de crisis y dictadura que estamos sufriendo.
En particular fui atacado junto con un grupo de personas en la Francisco de Miranda y, cuando buscamos refugio en un hotel de la zona, fuimos perseguidos por las fuerzas represivas que nos dispararon más de 20 bombas lacrimógenas. Al encontrarnos en un recinto cerrado, se produjo un efecto de “cámara de gas”, y durante varios minutos todos los que nos encontramos allí, a pesar de llevar máscaras, nos sofocamos hasta plantearse la posibilidad cierta de que podíamos morir asfixiados. Lo que vivimos en esos momentos es lo que miles de venezolanos en todo el país están experimentando en carne propia en estos días, solo por manifestarse en contra del modelo y las acciones del régimen madurista.
Pudimos salir de allí y recuperarnos, pero tan solo un par de horas después, nos informaron de la muerte del joven de 17 años Neomar Lander. La corta edad de este muchacho y las circunstancias en las que se produjo su muerte me afectaron sobremanera. Una vida es invaluable y su pérdida no tiene reparo, pero la muerte es aún más dolorosa en un muchacho. Hay todo un futuro junto a la familia, una vida para enamorarse y compartir con los panas, para estudiar y desarrollarse, de decisiones que tomar para saber tu lugar en el mundo, que de golpe es arrebatado y desaparece. Creo que como muchos venezolanos, el reconocimiento de esa pérdida irreparable, de ese futuro que ya no va a sucederse, y la manipulación posterior de la muerte de ese muchacho por parte de voceros del gobierno, sin ningún respeto a su familia y a su persona, fueron uno de los golpes más duros de estos días.
Neomar era un joven, parte de una generación de venezolanos nacidos en estos últimos veinte años, cuyas aspiraciones y expectativas son las que en gran medida darán forma al futuro de nuestro país. La presencia de esta generación en las calles junto con otros sectores y grupos sociales, nos habla de la asunción de principios de convivencia, solidaridad y de valores democráticos que están siendo reconocidos y defendidos por todos. Habla también de que a pesar de la crisis moral, que también nos afecta, esos principios y valores se mantienen y persisten en el tiempo y las personas, y se están manifestando de forma espontánea ahora que la imposición de un régimen dictatorial y tiránico se extiende sobre nosotros.
Creo que la generación de un país no está determinada por la edad. Creo que la define la conciencia que sus habitantes toman de sí mismos y que marcan las decisiones que dan forma a su realidad. El rechazo al régimen no es una oposición a una ideología o un grupo, sino la decisión que la gran mayoría de los venezolanos hemos tomado de defender nuestro derecho a un futuro de bienestar, de salida de la crisis en el marco de la democracia, y que ahora es amenazado por la tiranía.
El jueves pasado, leí la declaración de Rafael Dudamel en la que llamaba a Nicolás Maduro a bajar las armas contra el pueblo. Dudamel recalcaba que, ese mismo día, el triunfo del equipo de la sub 20 de la vinotinto había sido un motivo de celebración y felicidad para el país así como la muerte de Neomar, el día antes, lo había sido de luto y dolor. Una imagen clara de los dos destinos, uno de superación y plenitud, y otro de opresión y violencia, en los que se debate Venezuela.
En estos momentos todos los venezolanos formamos parte de una sola generación, que se enfrenta a esos dos destinos y busca tomar el que nos lleve a la vida y el verdadero reencuentro, sin más muerte y pesar.