Religión y violencia
Es lamentable que una cita de un emperador greco-bizantino de hace 600 años haya avivado la hoguera del rechazo y la intolerancia entre el mundo musulmán y el cristiano. Benedicto XVI -más como profesor alemán de teología que como Papa- recientemente desarrolló, en Ratisbona, una clase magistral sobre el alarmante hecho de que en Europa el fundamentalismo racionalista-positivista haya desarrollado una cultura que se vacía de todo sentido de Dios. Ratzinger trata de demostrar que ciencia, razón y fe se necesitan y complementan, al citar una feliz frase del emperador Manuel II: “no actuar conforme a la razón es contrario a la naturaleza de Dios”. Por eso la fe debe presentarse con buenas razones y no ser impuesta con las armas de la violencia. Lo inoportuno de la cita está en la parte donde el Emperador le dice al musulmán persa que Mahoma trae cosas malas e inhumanas como “el derecho de defender con la espada la fe que predica”.
Los creyentes de una u otra religión debemos reconocer que es un hecho histórico innegable el indebido y frecuente uso de nuestras religiones para bendecir la violencia, la persecución y la imposición.
La clase de Ratzinger no es sobre el Islam, su preocupación está en el descristianizado mundo occidental. Las reacciones de incomprensión y de intolerancia demuestran que no se leyó lo dicho por el Papa, sino que el fanatismo y la intolerancia bloquearon una sana y abierta reflexión sobre lo que hoy es razonablemente humano.
No es menos funesto el uso fundamentalista de la razón. Hay cuatro grandes fuerzas en el corazón humano: el Poder, la Riqueza, la Razón y el Amor. Cuando el Poder y la Riqueza se convierten en dioses absolutos terminan matando. Cuando la Razón, se vuelve fundamentalista y absolutista, se convierte en dócil y eficaz instrumento del Poder y de la Riqueza para el holocausto humano. Sólo el Amor vivido -así con mayúscula- es capaz de poner por encima de la razón, del poder y de la riqueza a la persona humana, aun a la más débil. La religión encarnada, vivida y enseñada por Jesús es el Amor que absolutiza al más pequeño y subordina los poderes a la dignidad humana. Esta brújula y sentido en la vida, la tienen muchos sin ser cristianos ni religiosos. Cuando menos Amor hay en una civilización hay más muerte y negación humana, no importa cuan avanzado sea su desarrollo material. El Occidente “cristiano” y racionalista produjo dos espantosas guerras en el siglo XX y ahora el imperio tiene sus guerras de poder, razón y riqueza. Si los fundamentalistas norteamericanos que están en el poder invocan al cristianismo, es para legitimarse y no para iluminar y corregir sus crímenes.
Se desarrolló la teología católica como “fides querens intelectum”( la fe que busca la razón ) para que unidas la razón y la fe los humanos seamos capaces de domar el poder y la economía para convertirlos en instrumentos de vida y liberación humana. La Fe se ilustra, la Razón descubre la dignidad absoluta del más pequeño de los humanos, y juntos buscan la vida humanamente razonable. Marx dijo que la religión era “el corazón de un mundo sin corazón”; para él se trata de un corazón iluso y externo a un mundo alienado. Nosotros creemos que es el corazón de todo esfuerzo humanizador para que el poder, la razón y la riqueza sean subordinados al Amor que trasciende y da sentido a toda la Humanidad, y se encarna en ella y en cada uno.
Es irracional la guerra y no se puede invocar a Dios-Amor para bendecirla, e irracional es un mundo incapaz de usar sus recursos humanos y adelantos tecnológicos para desterrar la miseria. Los avances científico-tecnológicos y económicos no garantizan por si mismas su uso razonable y humanitario.