La lucha que no acaba
Después de unos 70 años de luchas contra las injusticias sociales, y por una Venezuela de progreso y gobierno civilizado, Rafael Guerra Ramos decidió contarle a la periodista y escritora María Teresa Romero, los aspectos fundamentales de su vida, de su combate permanente, en las circunstancias políticas más complejas y difíciles por los que atravesó nuestro país durante la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI.
Rafael cuenta con absoluta honestidad y apego a la realidad política, social y económica del país; María Teresa redacta con la pulcritud que exige el ejercicio profesional del periodismo de un nuevo tiempo, y el fino estilo de una escritora con pleno dominio del lenguaje, para producir un libro titulado: LA LUCHA QUE NO ACABA.
Nacido en una zona campesina del Estado Guárico, impulsado por un gran deseo de superación, que le estimulaba su familia y el contexto de una Venezuela que comenzaba a ingresar al concierto de las naciones democráticas del continente americano y del mundo, Rafael Guerra compartió sus estudios de secundaria con la lucha contra la dictadura del General Marcos Pérez, hasta que la persecución por parte de la policía política de la tiranía, lo condujo, primero a abandonar sus estudios, y luego a la clandestinidad, la cárcel y exilio. Frente a todas estas duras realidades el joven Guerra Ramos demostró un gran coraje ante las criminales torturas a que lo sometieron los esbirros de la dictadura, y su pasión por consolidar sus ideales por el futuro bienestar de la humanidad.
La cárcel y el exilio fueron para Rafael, la Universidad a la cual asistió para completar su formación intelectual; la lucha clandestina y el trabajo organizativo, primero del Partido Comunista y posteriormente del Movimiento Al Socialismo (MAS) le permitieron adquirir el conocimiento necesario para asumir las más importantes responsabilidades, en la conducción de ambas organizaciones políticas. Modesto como que el que más, no hacía ostentación de los altos cargos que ejerció, con el acierto que sólo pueden exhibir quienes han acumulado sabiduría y praxis a lo largo de una vida de lucha sin cesar, convencidos de que transitan el camino correcto de la historia.
Tropezones políticos tuvo varios, pero supo reflexionar para retomar la ruta de la lucha que había emprendido desde muy joven. Como la mayoría de los luchadores de nuestra generación, obnubilados por el triunfo de la Revolución Cubana, el carisma de, y el apoyo que ofreció, Fidel Castro a los partidos políticos de izquierda, para emprender la lucha armada en América Latina, Rafael Guerra participó con el valentía y la dignidad que caracteriza su personalidad, en lo que después de una dura experiencia lo llevaría a reflexionar, que se trataba de un camino equivocado. Con el decoro que siempre lo mantuvo de pie, sin claudicar a sus ideas de redención social, se acogió, con la mayoría de su Partido, a la paz democrática que promovió y ejecutó el Presidente de la República, Rafael Caldera.
Electo varias veces diputado al Congreso de la República, fue Jefe de la Fracción Parlamentaria del MAS, formó parte de Comisiones de trabajo en las que demostró, que también era un hombre formado para el debate democrático, que conocía muy bien los principales problemas políticos, sociales y económicos que atravesaba el país. Su contribución a la búsqueda de soluciones a dichos problemas, quedó plasmada en sus intervenciones en las Comisiones de las que formó parte, y en sus discursos en las plenarias de la Cámara de Diputados. Jubilado continúa colaborando con la Asociación de Parlamentarios en esa condición, dejando patente que concibe la política como LA LUCHA QUE NO ACABA.