Samuel Hernández, ser pastor cristiano y productor musical al mismo tiempo
Por: Eudomar Chacón / Revista Interludio
La habitación es pequeña, pero cuenta con el espacio suficiente –y con los equipos, no olvidemos los equipos– para que las ideas fluyan. En un rincón de la oficina hay un grabador de cinta vintage y en el escritorio está su Mac, donde hay registro de los cientos de proyectos que ha desarrollado por años. Esto, además de otros elementos necesarios para hacer su trabajo con excelencia: preamplificadores de alto nivel API, interfaz Focusrite, compresor Manley, procesador Universal Audio, efectos de sonido TC Electronic… en estos pocos metros Samuel Hernández tiene todo a la mano para ejecutar sus funciones como productor musical.
¿Pero qué sería de todos esos aparatos sin la creatividad que Dios depositó en este músico? Una creatividad que, por cierto, él se ha encargado de cultivar a lo largo de los años, formándose en instituciones de alto renombre, como Ars Nova. Esto le ha permitido producir y tocar para artistas del talante de José Luis Rodríguez ‘El Puma’, Guillermo Carrasco, Hany Kauam, Mariana Vega, José Delgado, Oscarcito, Eduardo Betancourt, Reinaldo Álvarez, Wladimir Lozano y Prince Royce, de quien fue el copista orquestal en su más reciente producción discográfica.
También ha trabajado con cantantes reconocidos entre el público cristiano, como René González, Ricardo Rodríguez, Daniel Calveti, Danny Berrios, Nathan Ironside, Kerwin Márquez, Gabriela Cartulano y demás.
Todo esto por solo mostrar algunos botones, entre los que también cabe mencionar la infinidad de marcas que cuentan con la musicalización de este caraqueño: Discovery H&H, Warner Channel Latinoamérica, HBO, AXN, Cinemax, Animax, Sony, MGM, McDonals, Subway, Pizza Hut, Bimbo, Oscar Mayer, Colgate, RicoMalt, Frica, Las Llaves, Tio Rico, BonIce, Central Madeirense, Bon Bon Bum, Chiclets Adams… la lista es bastante larga.
Pero como si eso no fuera suficiente, Hernández es pastor juvenil y director del equipo de alabanza de Gran Cruzada de Fe, una congregación ubicada en la capital venezolana, cerca del Palacio de Justicia. ¿Cómo le hace para llevar adelante ambos roles, además de ser padre de familia? “Pues la verdad es que yo tampoco lo sé”, lo confiesa entre risas.
La verdad es que, según su propia opinión, “el Señor siempre se encarga de ordenar las cosas y de que tengas tiempo para cumplir con todas tus obligaciones. Además, el hecho de servirle a Dios y rendirle todos tus talentos es demasiado gratificante”.
¿Cómo fue que este productor y pastor cristiano llegó al peldaño que ha alcanzado hasta el momento? Para saberlo es mejor ir al comienzo de todo: su primer acercamiento con la música ocurrió a los cinco años, cuando su padre le regaló un par de maracas; después le compró un cuatro y seguidamente una guitarra, pero no avanzó mucho en los instrumentos de cuerda por ser zurdo, y sentía un poco de frustración al ver que debía aprender a ejecutar todo al revés. “Como mi papá vio que me sentía así, decidió obsequiarme un pianito, con el que empecé a sacar melodías de manera autodidacta”.
Luego de las melodías comenzaron a llegar los primeros acordes y el –para entonces– niño Samuel fue adquiriendo más conocimientos en el instrumento que aún interpreta hoy en día.
Más allá de lo autodidacta
Varios años después decidió formarse académicamente con el maestro Gerry Weil, quien le ayudó a comprender gran parte de lo que ya hacía de manera autodidacta. “Cuando descubrí la música desde el punto de vista de Gerry, fue increíble; se me abrió un universo que no sabía que existía, pero también me di cuenta que ya aplicaba varias cosas importantes, solo que no sabía cómo se llamaban”.
Estando en sus clases con Weil conoció al compositor Ernesto García, director de la agrupación Agua Viva. García lo invitó a ser el pianista del conjunto y, por supuesto, Hernández aceptó. Ellos fueron los primeros con los que pisó un estudio de grabación, y con quienes tuvo la oportunidad de abrirle conciertos a Marcos Witt y Jesús Adrián Romero, entre otros. “Puedo decir que fue un proyecto muy bonito en el que crecí en gran manera”.
En tierras boricuas
Cuando Hernández se casó con quien es su compañera de vida, tomó sus maletas y se mudó a Puerto Rico. Estando en la isla caribeña, el también compositor se reencontró con su amigo de la infancia, el cantante cristiano Daniel Calveti. “Resulta que él acababa de grabar su primer disco y convenimos en tocar juntos y estuve trabajando en su banda hasta 2005”.
Llegó un momento en el que los compañeros de la agrupación se fueron a Houston (Texas, EEUU) a continuar sus carreras musicales. “Todos se catapultaron. Ellos querían que yo también fuera a trabajar allá, pero tuve que regresarme a Venezuela para solicitar de nuevo la visa. No me la renovaron”.
Se devolvió con el corazón roto, preguntándole a Dios por qué se había “perdido” de una gran oportunidad. “Sentía que había retrocedido después de lograr tantas cosas”. Pero fue allí cuando comenzó la lección de parte del Señor para su vida.
Lo primero que lo ayudó a entender los designios de Dios fue encontrarse con que el grupo de alabanza de la iglesia se había quedado sin integrantes. “Entonces comprendí lo primero: debía volver porque el Señor me necesitaba para levantar el equipo de adoración”.
¿Qué vino a continuación? Profesionalizarse: se inscribió en la carrera de composición en Ars Nova –universidad que tiene el mismo pensum de estudio que Berklee College of Music–, donde recibió clases con María Eugenia Tilano, una maestra que se encargó de derribar muchas falsas creencias que Hernández tenía sobre la música, “como, por ejemplo, pensar que me las sabía todas”.
Y como una cosa siempre lleva a otra, el mejorar sus conocimientos hizo que lo llamaran para que fuera el musicalizador de algunos proyectos para el canal cristiano Enlace, y manejar a los artistas venezolanos que se presentaban en el medio.
Haciendo la música de Enlace, este criollo descubrió el estudio de Liqui2 Producciones, dirigido por Arturo Cabrera y Vladimir Quintero (ingeniero de sonido ganador del Grammy), donde trabaja desde hace doce años. Es en este espacio donde ha podido ser el productor de la extensa lista de artistas y marcas que integran su currículo.
Y es así como a estas alturas de la vida entiende que, definitivamente, los propósitos de Dios son mejores que los del hombre. Aunque es evidente que se siente agradecido con el Creador por todo lo que le ha permitido alcanzar hasta ahora, este músico sabe que el Padre tiene mucho más para darle.
Por eso, en esa habitación pequeña, pero con el espacio suficiente para que las ideas fluyan, Hernández le da libertad a su Señor para que lo inspire a componer su próxima obra. Él entiende que todo es de Dios y para Dios.
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