Homenaje salmantino a Morón
Guillermo Morón cumplió 81 años el pasado febrero. Lo celebramos en su villa de Caracas. Allí le hablé de Salamanca y su cuerpo todo se electrizó más todavía: no paró de hablar de Fray Luis de León, de su admirado Alfonso Ortega Carmona, quien prologará su libro “Sobre griegos y latinos”, de su gran amigo el rector Tovar, de Miguel de Unamuno a quien tanto leyó y sobre el que escribió el libro “Unamuno y Venezuela”, presentado hace algunos años por Ana Chaguaceda, en la propia Casa-Museo dedicada al rector vasco-salmantino-americano. No paró de hablar de Alfredo Pérez Alencart, a quien abiertamente quiere por su escritura humanista, por su poesía duradera, por su grande corazón.
Los tiempos y los personajes se unieron en su lúcida memoria la tarde entera. El inmenso historiador venezolano hablaba con una emoción tan intensa cuando recordaba el homenaje de tres días que en 1994 le hiciera la Cátedra de Poética “Fray Luis de León” de la Universidad Pontificia de Salamanca, fundada por el humanista Ortega Carmona, la misma cátedra que luego publicara en libro el resultado de ese amplio congreso sobre su obra histórica y narrativa. Hablaba de ese libro salmantino, “Cumbres de humanismo”, como el mejor regalo que le han hecho en su larga vida, llena de doctorados Honoris Causa, de traducciones a múltiples lenguas (ruso, inglés, húngaro…), de premios (es Premio Nacional de Literatura de Venezuela), de cargos (fue, entre otros, Director de la prestigiosa Academia Venezolana de la Historia), medallas, reconocimientos… Decía que, si no tuviera sus hijos y nietos en Caracas, a él le gustaría terminar sus días en esa Salamanca de tantos espíritus vivificantes, de tantos recuerdos de juventud, cuando él vino a hacer sus estudios de doctorado en la entonces Universidad Central de Madrid (hoy Complutense) y de cuando vino a Salamanca a visitar al rector Antonio Tovar: el rector se le apareció en la modesta pensión donde se hospedaba y eso le marcó para siempre, como símbolo de la humildad de alguien tan importante ante un anónimo estudiante llegado desde una de las provincias del castellano.
Tras otra libación, volvía a la carga con la obra de Alencart, un hijo para él, o de Ortega Carmona y su sabiduría. Y hablaba de Carmen Ruiz Barrionuevo, catedrática de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca, de su profundo conocimiento de las letras venezolanas, del ensayo que hizo de una novela suya… Y hablaba del filósofo y latinista Luis Frayle Delgado, a quien publico en Caracas su libro “Unamuno y el amor”, bajo el sello de la Academia Venezolana de la Historia. Y hablaba del Tostado, de Lazarillo, de la Celestina, de la cueva de Salamanca, de Torres Villarroel…
Pocos escritores como Morón hay en Venezuela -y en la América toda- tan profundamente arraigados a la cultura española. Siempre defendiendo lo peninsular, pero también siempre orgulloso de lo autóctono, del mestizaje, de lo criollo.
Antes de despedirme le di la noticia definitiva. El Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca (Ceias) publicaría en su selecta colección “Salamanca”, un ensayo mío sobre su obra. Era un secreto que manteníamos el profesor Pérez Alencart y yo.
Morón no paró de agradecer este gesto, mientras yo le trasmitía que era al revés: la gratitud era mía y de los amigos salmantinos, que admiran su obra y persona.
Este 25 de abril, en la emblemática Casa de las Conchas, presenté junto a Alencart y al poeta y ensayista venezolano Joaquín Marta Sosa, el resultado de mi trabajo. La dirección del Ceias, centro del que formó parte como investigador, sugirió que era momento de que los venezolanos conozcan mejor lo mucho de la tierra profunda que hay en la narrativa de Morón. Por eso trabajé el ensayo y la antología “Guillermo Morón: lo rural maravilloso” (Ceias, Salamanca, 2007), que contiene una relectura de sus cinco libros de ficción: “El gallo de las espuelas de oro”, “Historias de Francisco y otras maravillas”, “Los hechos de Zacarías”, “Ciertos animales criollos” y “El catálogo de las mujeres”. Es un libro amistosamente concebido desde y con el escritor, del cual espero que ofrezca al lector derroteros precisos, pistas creíbles, claves fidedignas, sobre los temas y motivaciones del autor, y pueda convertirse en modesto elucidario que posibilite disfrutar mejor del mundo real e imaginario de uno de los mejores escritores de Hispanoamérica: Guillermo Morón.