Opinión Nacional

La vida en un ánfora

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Dos mil quinientos niños judíos salvaron sus vidas gracias a Irena Sendlerowa, una católica polaca, miembro de Zegota, organización de la resistencia en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial. Como trabajadora social del Departamento de Salud de la ciudad, Irena tenía acceso al gueto de Varsovia. Durante meses trabajó de manera incansable para ir sacando a los niños judíos, con documentación que los hacía aparecer como miembros de familias cristianas donde los colocaba. A otros los llevó a instituciones y orfanatos católicos. Sus verdaderas identidades y los datos de las familias a donde los había llevado los anotó cuidadosamente en papeles que escondió en ánforas, que enterró en el jardín de una amiga, para que en el futuro los niños pudieran saber de dónde venían, y eventualmente reunirse con sus familiares.

«Sé que esta historia te va a interesar», decía el correo electrónico que mi amiga Luisa Elena Aguilar me envió después de escuchar la entrevista que le hice en Radio Caracas Radio a Freddy Pressner, Presidente de la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela, con motivo de su XL aniversario. ¡Qué bueno tener amigos que lo conozcan bien a uno! Luisa tenía razón: la historia de Irena Sendlerowa me encantó: es una historia que merece ser contada, repetida y difundida.

La Gestapo descubrió las acciones de Irena. En la prisión de Pawiak, una de las más infames de toda Polonia, fue torturada para que revelara dónde estaban, quiénes eran los niños y quiénes la habían ayudado. No dijo ni una palabra. Por fortuna, otros miembros de la Zegota sobornaron a uno de los guardias de la prisión e Irena escapó.

Hace dos años, unos estudiantes de Uniontown en Kansas se enteraron de la bella historia de Irena, y decidieron buscarla. La sorpresa fue que estaba todavía viva, en un asilo de ancianos.

«Usted es mi heroína, es mi inspiración» le dijo emocionada una estudiante de 16 años, mientras sostenía su mano.

«No soy una heroína», le respondió Irena. «Un héroe es alguien que hace cosas extraordinarias. Lo que yo hice era algo normal».

De regreso a Kansas, los muchachos escribieron una obra de teatro, «La vida en un ánfora» para hacer homenaje a esa mujer «normal», que «normalmente» se enfrentó al régimen nazi para regalarle vida a 2500 niños judíos. Y ella todavía está viva…

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