Opinión Nacional

De viajes y aventuras

Cargarse de nietos es una de la mas hermosas conquistas de la vida según uno ha sido feliz en la bondad de cada hijo, muchos hijos, batallas de tantos sueños, disfrute de tantas alegrías, prisionero de grandes tormentos, angustias, desesperos, todo a la vez, en tiempos simultáneos o superpuestos, pero siempre presentes en el empeño de alcanzar el futuro. Cada miedo es el mismo. Que qué habrá pasado que aún no llega, que cómo les irá, que Dios los cuide, que con quien andará, que si el SIDA, la burrundanga, la droga, la bebida, las malas compañías y que Dios cuide de su pureza inmaculada, perfecta, y Dios los guarde y los proteja de tanta perversidad, maldad, concupiscencia, que siempre presumimos en el otro, en el otro que también sabemos hijo de otro distintos a uno, cubierto también de tantas bendiciones, pero que no los alcanzan porque escogieron el camino del mal o vive en ellos la tragedia de Caín. La noche se convierte en un largo tormento y la libido, otrora en perfumes de éxtasis construyendo la aurora, se disipa congelada de miedo.

Y en casa, la paz que no llega. No queda el miedo afuera. La violencia, la muerte, los asaltos, la pobreza que se hicieron huéspedes en grados tantas veces extremos y no hay palabras que con acierto sabio explicar esos hechos pueda. Y las peguntas vuelan, van y vuelven sobre los mismos temas y las respuestas que no llegan, que la razón no da porque no encuentra explicación posible y el sueño convertido en macabra pesadilla, como si se durmiera despierto en la obscura oquedad de la soledad. Caverna sin salida. Los hijos, ya hechos padres, asumen la misma sabiduría que antes fue nuestra y que sirvió tantas veces para ahogar la razón, tantas otras para frustrar sus sueños y mil mas para ahogar la verdad, que hoy sabemos solo fue buena por el amor inmenso que poníamos en preservarlos, iluminar sus caminos con nuestra transparente opacidad de papa, para quien siempre son muchachos los hijos y bueno que así sea y siempre sea tras la prudencia de saberse abuelo y dejar al hijo su trabajo eterno de ser padre, y disfrute mañana ser abuelo. Ser abuelo es dejar al hijo, convertido en padre, las angustias y de los nietos disfrutar las fantasías.

Y en eso ando, pero, ¡ay de mí! Los nietos fueron obligados a crecer según la voluntad de los medios y sobre ellos pesan las cadenas. Desconfiados por todas las razones de la razón de sus papas recurren al abuelo. En su lógica las cosas son senillas: el papá que no tiene la razón, la tiene. La mama se las da aunque no la tengan. Pero, el abuelo. Ah!,
Él es otra cosa: les dice exactamente lo que quieren oír o disfraza de tal modo sus respuestas que en un cuento convierte la mentira en verdad y viceversa. Ellos saben. Cuando empiezan “hubo una vez…es siempre un cuento verdadero pero cuando severo dice, bueno ocurrió de este modo, saben que hace trampas, para que la verdad no se conozca en la plenitud de su desnudez.

Mira abuelo, puedes explicar que pasa con los viajes de los presidentes, el de acá y el de allá. Y si están prohibidas en casa y en la escuela las maldiciones, las groserías, mentir, difamar, porque violan las normas mas sencillas de la vida y los mandamientos que nos dejó el Padre, Dios, en las Talas de Moisés, y lo condenan a uno a callarse cuando se tropieza y a morir callado para no maldecir a quien se ríe de la caída, o cuando se golpea la espinilla, como es entonces que el presidente puede decir todo cuanto quiere y como quiere. Está equivocada la maestra, mamá y papá y tu mismo abuelo. Si la maestra huele a azufre uno tiene que callarse, si sale un tufo de efluvios de níspero podrido el lunes, al maestro tempranero ha de guardarse el más rígido silencio. Si nos asquea el tabaco o el cigarrillo nos imponen alejarnos como si fuera de nosotros el delito, merecedores del castigo fuéramos …Tú dijiste, abuelo, que tu tío Don Rafael le cortó la cabeza a un miserable, esa era la expresión, que le mentó su madre atribuyéndole oficios que jamás ejerció. Y decías que era bien muerto. Y sonreíste al echarnos el cuento. Hubo una vez un señor…y concluías, lo dejó bien muerto, le cortó la cabeza. Porque la dignidad, dijiste, nos e atropella y se defiende con la vida, así el costo sea la vida ajena, que no merece por difamador, existir. Y hace apenas unos días, nos llevaron papá y mamá a leer la carta de Rosinés, la del señor Laureano. A él lo conocemos y a su amigo Teodoro. Dijiste, el primero viste de humor a la verdad, del segundo dijiste, para justificar su mal genio, es la ira del justo. Quiso papá que por nuestros propios ojos supiéramos si era verdad lo que dijeron, que esa carta era una grosería que ofendía la dignidad de una menor, que tiene la misma edad del Gabo y de Mariangela, y preguntamos a papá que nos leyó pausado la carta como buscando que nosotros mismos recubriéramos descubriéramos la ofensa, pero nos quedamos en suspenso ni una mala palabra, ni nada, era mas bien como un cuento para el arrullo de los mas chiquitos y, entonces, a nuestras preguntas sobre las ofensas, la inducción al pecado, la pornografía, el crimen, y las razones de la jueza, que fea palabra, que también leyó un escrito muy feo, que dijo que era de ella, se levantó y nos dijo que tu nos la explicarías, que sería fácil porque tu tienes tiempo todo el tiempo, para resolver esos rollos, así dijo papá y que además sabías mucho de la ley resorte. Que él nada sabía sólo que no tenia tiempo y que mamá, bueno, que vayamos a ver la tele y a hacer las tareas, en ese orden dice y a dormir.

Era una vez, empecé yo,… e inicié buscando se durmiesen a contarles la aventuras de Gulliver. Tan chiquiticos, tan chiquticos, mas que la niña de tía Gaby que tiene dos días? Porque 12 veces más chiquito que uno, dijo el matemático del grupo, es demasiado chiquito, para el tamaño del Tío Rafael, 15 centímetros, y eso, abuelo, no existe, no hablan, no existen…Cómo escucharlos, como comen, los lagartos se los tragarían, o se irían por los desagües de los sanitarios, o los venderían con los aparatitos que se ponen en los oídos para poder oírlos… Pasar intenté al otro extremo, ir a otro lugar donde fuese lo contrario, sus habitantes 12 veces mas altos que él, si es el caso, abuelo 21.6 metros abuelo y eso, eso no, eso es embuste…Bueno balbucee…
Los viajes siempre fueron hechos por grandes motivos. Se acuerdan de Colón? . Salió a buscar lo que a él no se le había perdido y estuvo allí lo bueno, encontró lo que nunca supo que era. No sigas, abuelo, ese ya lo sabemos. ¿No fue ese a quien lo destruyeron porque estaba convertido en estatua para celebrar el descubrimiento y el descubrimiento era malo, porque había asesinado a tantos y a millones de seres indefensos, buenos, simples como un pajarito?. No era ese bicho que nos trajo una religión y un idioma que no eran el de los originarios que habitaban en este Paraíso, que así era antes de las travesuras de Eva, como tú nos dices que era el Paraíso, toda felicidad con ríos de miel y leche y sin gobierno, todo libertad menos el comer del
Árbol prohibido?. Ese ya lo sabemos y sabemos la contra historia, la del abuelo Bellorín, el pintor, Negro, mulato y zambo todo a al vez, bueno, santo y sabio todo a la vez, que nos enseñó de sencilla manera que de no haber sido por esos diablos malos, los negreros, los comerciantes, lo curas cristianos y demás seres de esos, él no existiría ni pintor fuera, viviría allá, quizá estaría muerto y de la libertad y la pintura jamás habrían sabido y de él nadie se recordaría y los hombres, dices siempre, son lo que son sus recuerdos, lo que de ellos queda en la memoria. No abuelo, háblanos de los viajes de eso presidentes, del de las cadenas vestido de caperucito rojo y el otro, que apenas si lo vemos. Es fácil abuelo, es como si nos conversaras de dios y el diablo y siempre nos dijiste que andaban juntos, inseparables como la aurora al medio día, la pereza al sueño, el sueño a la verdad, la verdad al error?. Te acuerdas abuelo, que la abuela dice a Caperucita que tiene los dientes grandes para comerla mejor?. Será que ese otro señor, el malvado, se querrá comer a nuestro Caperucito?.

Mis nietos parecían que les habían dado cuerda. Fui al baño y les pedí permiso para que me dejaran responderle mañana. Mañana es cualquier día, pero solo no puedo. La abuela tiene otros modos de zafarse. Los mete el en el mundo sin limites del Ballet y entonces se olvidan de todo y dan la vuelta al mundo, callados como APRA saber de él en su descubrimiento profundo de lo bello. LA forma, el juego, el movimiento, la música y el silencio …
Preparo pues el texto para las futuras conversas y se me ocurrió pedir a usted, lector, que me ayude. No crea que mis nietos sean genios. No! son Niños, como todos los niños. Van de seis añitos a más de veinte, estos ya andan solos y displicentes suelen a ser a las tonterías del abuelo, pero prudentes pero muy buenos para escuchar mis cuentos. Jamás tendrían la habilidad para cambiar la mirada, el ritmo y destino del caballo del escudo. Jamás para pedir una estrella más a la bandera, Jamás alcanzarían sabiduría para inventar otra estrofa al himno y, claro, jamás podrían interrogarse y dar consejos sobre la sabia manera de gobernar… solo que como todos los niños hacen preguntas sobre la verdad y ellos suelen saberla y buscan tantas veces saber si son también las verdades de los viejos o donde mienten los que no somos como ellos.

Así, pues, caro amigo, ayúdeme a completar este texto. Espero su bondad en la palabra y su severidad bella en la metáfora.

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