Opinión Nacional

Demetrio Boesner ejemplariza la tragedia de Venezuela

En la entrevista que le hiciera Elvia Gómez (El Universal, Caracas, lunes 19 de marzo de 2007), a Demetrio Boesner, coordinador de la comisión organizadora del Congreso Ideológico y Programático del partido (UNT = Un Nuevo Tiempo]; partido del Gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales, no hace más que insistir en tratar de hacer funcionar la weltanschauung marxista que habiendo sido sacada del aire por Marx; es decir—sin tomar en cuenta a la realidad—estaba condenada a fracasar como lo hizo en todos los socialismos reales, sin que haya existido ninguna excepción. Esa es la tragedia de Venezuela: quienes se creen “dirigentes” o “ideólogos” políticos, siguen creyendo como los autores de la Biblia y del Manifiesto Comunista, que alguien debe encargarse de enseñarle a los seres humanos, lo que deben pensar; en vez de invertir todos sus esfuerzos en enseñarles a pensar por su cuenta.

Y éste (UNT), es el más novedoso y “progresista” de los partidos políticos venezolanos.

En un escrito titulado El Socialismo y El Hombre en Cuba, Ernesto Guevara de la Serna (alias el “Che”), definió cómo se construye y qué es el “hombre nuevo”, para llegar, primero al socialismo y finalmente al comunismo:

“…en nuestro caso, la educación directa adquiere una importancia mucho mayor. La explicación es convincente porque es verdadera; no precisa de subterfugios. Se ejerce a través del aparato educativo del Estado en función de la cultura general, técnica e ideológica, por medio de organismos tales como el Ministerio de Educación y el aparato de divulgación del partido. La educación prende en las masas y la nueva actitud preconizada tiende a convertirse en hábito; la masa la va haciendo suya y presiona a quienes no se han educado todavía. Esta es la forma indirecta de educar a las masas, tan poderosa como aquella otra. Pero el proceso es consciente; el individuo recibe continuamente el impacto del nuevo poder social y percibe que no está completamente adecuado a él. Bajo el influjo de la presión que supone la educación indirecta, trata de acomodarse a una situación que siente justa y cuya propia falta de desarrollo le ha impedido hacerlo hasta ahora. Se auto educa. En este período de construcción del socialismo podemos ver al hombre nuevo…”

Esta concepción del “hombre nuevo”, no es nada nueva por cierto, como podemos comprobar al leer en la Encyclopaedia Britannica, uno de los planteamientos del cristianismo:

“…en el Nuevo Testamento, las afirmaciones sobre el hombre nuevo, aún no finalizan la completa nueva condición de la que se estaba hablando; a la cual la gente es transpuesta mediante la gracia divina; sino que más bien es un comienzo de la llegada de un nuevo estado, la consumación del cual tomará lugar por primera vez en el futuro. El nuevo humano es uno que está inmerso en el proceso de renovación; la nueva vida es un principio de crecimiento del cristiano que madura hacia la “hombría perfecta en Cristo”. La nueva situación de los seres humanos, por su parte, trabaja nuevamente como una “levadura” que fermenta dentro de la vieja humanidad, como una “masa fresca”, contribuyendo a transformar a la humanidad mediante su fermentación, en el estado del Reino de Dios”.

Tanto la concepción guevarista—que no es suya, sino de Marx—como la cristiana que proviene de Pablo de Tarsus—el inventor del cristianismo, claramente pretenden homogeneizar al ser humano; clonarlo, como se dice ahora, lo que es un mayúsculo absurdo como lo han comprobado durante siglos las huellas dactilares y más recientemente el ADN, que le han gritado hasta el cansancio a estos “nuevos mesías” venezolanos que se auto-califican de “dirigentes” o “ideólogos” políticos, que cada ser humano; hembra o varón, es único, sin duplicado, por lo que pretender—como se proponen—anular esa individualidad, no tiene otro destino que la catástrofe socio-económica que siempre ha resultado de todos los intentos cristianos y marxistas de ingeniería social.

En pocas palabras; tanto el cristianismo, como el marxismo se proponen evitar deliberadamente que la gente piense; porque el politburó o el Estado Vaticano, se encargarán de pensar por ellos, y decirles como si fuesen las ovejas de un rebaño, qué es lo que deben pensar. El Nirvana que prometen tanto el cristianismo como el marxismo, no existe ni existirá nunca, porque la exquisitamente intoxicante diversidad humana, dictada por la interacción de los cerebros construidos según las instrucciones del ADN individual, con la miríada de factores ambientales en los que está sumergido cada individuo, lo convierten en un imposible.

Lo más cerca que se ha podido llegar al Nirvana—como lo ha demostrado durante 231 años, el pensamiento económico del escocés Adam Smith, y el respeto político a los postulados establecidos en la Constitución de los Estados Unidos de América, es la realidad actual estadounidense, donde el porcentaje de personas que vive en la pobreza osciló desde el 8,2% en Alaska, hasta el 16,6% en Texas—según las cifras oficiales del Population Reference Bureau analysis of the American Community Survey. (Pobreza definida como una familia de cuatro personas que tenga ingresos inferiores a 19 mil 971 dólares anuales—3 millones, 578 mil bolívares mensuales—o un individuo de ingresos anuales inferiores a los 9 mil 973 dólares—1 millón 786 mil 829 bolívares mensuales)—donde; para el 30 de junio de 2005, estaban encarceladas 2 millones 186 mil 230 personas adultas—según las cifras oficiales del Bureau of Justice Statistics de ese país; la tasa nacional de desempleo se ubicaba en el 4,5% para marzo de 2007 y el salario mínimo nacional es para marzo de 2007 de 5,15 dólares la hora (aunque cada estado tiene salarios mínimos diferentes que varían desde 5,15 dólares por hora en New Jersey y Wisconsin, hasta los 7,35 dólares por hora en el estado de Washington—que no es la capital de Washington, D.C., donde el salario mínimo es de U.S. $ 6,60 por hora—].

Y ese “Nirvana” ha sido alcanzado porque la Constitución prohíbe taxativamente que la religión esté presente en las instituciones educativas públicas, y en las ejecutorias de cualquier despacho gubernamental de cualquier nivel; no existen ideologías políticas partidistas, sino “programs” e “issues” (programas y asuntos políticos), redactados muy específicamente, especialmente en cuando al origen de su financiamiento y su ejecución—ejecuciones que muy rara vez están a cargo empresas públicas—ni siquiera los más “secretos” y “estratégicos” de los productos y servicios estadounidenses son proporcionados o fabricados por entes gubernamentales—casi absolutamente todo, está a cargo de empresas privadas, donde el ingenio y la eficiencia de los individuos, ha convertido a ese país en el más desarrollado y avanzado del planeta—y donde la única limitación a la total libertad de pensamiento y acción de sus más de 300 millones de habitantes, es lo establecido en la ley.

Esta es la penosa tragedia de Venezuela; ejemplarizada en este momento por Demetrio Boesner: nuestro país está secuestrado por dos pensamientos fanáticos; sumamente atrasados, y alejados de la ciencia y de la realidad humana actual: el cristianismo y el marxismo: ambos pensamientos lo que hacen es construir una cleptocracia: una organización social donde el pueblo sólo existe para satisfacer los deseos de sus gobernantes; un absurdo y suicida desperdicio del inmenso recurso existente en el cerebro de cada individuo, que sólo fructificará, si se le deja ser el mismo en plena libertad—como soñó Simón Bolívar en Venezuela, junto a Lajos Kossuth en Hungría, Giuseppe Mazzini en Italia, y Johan Rudolf Thorbecke en Holanda—los padres del Liberalismo.

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