¡Son nuestros portugueses!
Venezuela fue un país que siempre recibió a la inmigración por la puerta grande. Quienes llegaron aquí en busca de un futuro, encontraron ese futuro en un país amable, amigable, feliz. En un país donde no había diferencias sociales significativas, pues para escalar socialmente sólo hacía falta trabajar duro. En un país que espontáneamente abría su corazón para quienes necesitaban olvidar, necesitaban creer y necesitaban querer.
En una de esas inmigraciones llegaron los portugueses: gente sana, gente de bien, gente de trabajo. Gente leal, que nos ha retribuido con creces lo que aquí ha recibido. Le debemos mucho a los portugueses. Aquí el agro no producía gran cosa hasta que los portugueses llegaron y sembraron. Los abastos y los supermercados se pusieron a valer cuando llegaron los portugueses. Nuestras panaderías son las mejores del mundo gracias a los portugueses. Muchos de nuestros restaurantes, que nada tienen que envidiar a los del resto del mundo, están en manos de portugueses. Por eso todos los venezolanos tenemos uno, o más portugueses, que son «nuestros portus». Cuando yo estaba chiquita «mis portus» eran el marchante de frutas, el señor de la panadería, la gente del supermercado y las señoras de Los Chorros, que lavaban y planchaban la ropa fina como nadie. Cuando me fui a vivir a Maracay, mi primer «portu» fue el señor Martín Vasconcelos, dueño del abasto Las Delicias, su esposa la señora Herminia, y sus hijos. También el señor Carlos y su mujer, de la Ferretería El Toro. El señor Francisco de la carpintería y mi querida señora María De Sales y su bella familia, dueños del restaurante El Riacho, quienes son mis amigos personales.
Nuestros «portus» son tan nuestros, que durante los terribles eventos de El Caracazo, desde los barrios hasta las urbanizaciones, los vecinos tomaron turnos para defender los abastos de «sus portus».
Desde hace más de un mes, un portugués que trabaja en el campo me envía mensajes de texto desesperados a la mensajería de mi programa en Radio Caracas Radio. Dice que la Ley de Tierras no le reconoce el trabajo de 34 años, pues según el artículo 13, dicho reconocimiento es válido sólo para venezolanos. Yo espero que se trate de un error. ¿Cómo no le van a reconocer sus años de trabajo a una persona porque no sea venezolana? ¿Cómo dejar «guindando» a una persona que ha vivido más años aquí que en el país donde nació? ¿Cómo no reconocer el aporte de las colonias, en este caso la portuguesa, a un rubro tan importante como es el de los alimentos?…
Yo creo que se debe escuchar lo que tienen que decir los portugueses sobre el agro y los alimentos, los precios y las medidas económicas, antes de presionar, amenazar o actuar legalmente. Porque mucho de lo bueno que tiene Venezuela hoy se lo debe a la inmigración portuguesa. ¡Son nuestros portugueses!