La fuerza es la clave
Para vencer a una hegemonía despótica, depredadora, envilecida y corrupta, como la que aún impera en Venezuela, es decir, para superarla por las puertas abiertas de la Constitución formalmente vigente, hay que sostener el esfuerzo desde una posición de fuerza. De fuerza perseverante, intensa, creciente y que conlleve, necesariamente, a una coyuntura final en la que la hegemonía deba abrirle paso a una nueva etapa. No lo hará, desde luego de buena gana o por obra de su mera voluntad. Lo hará por causa de la presión popular. Lo hará de manera inducida. Pero lo importante es que lo haga, que la hegemonía, pues, sea superada.
En la lucha política venezolana no sólo son necesarios los valores y principios democráticos, sino la posición de fuerza para hacerlos valer. Esa posición se alcanzó en las elecciones parlamentarias de diciembre del 2015, pero se fue desdibujando, al menos en el discurso oficial de la vocería política de la oposición. Pero esa fuerza, casi año y medio después, se ha venido acuerpando de nuevo, con sobrado coraje y con un compromiso verdaderamente encomiable. Esa fuerza social le ha costado caro al pueblo de Venezuela. La barbárica represión de la hegemonía roja lleva una trágica factura de más de 50 asesinados, centenares de heridos graves, miles de detenidos, y la mayoría de ellos, jóvenes de nuestro país, que han dado y están ofrendando su vida por la libertad de toda la nación.
Esa fuerza permite que las exigencias de cambio no puedan seguir siendo ignoradas. Y todos a una, como Fuenteovejuna, tenemos que empujar en esa dirección. Con el norte en la superación de la hegemonía, en el cambio efectivo, en la apertura de un rumbo distinto. Los denominados “matices” al respecto, por no hablar de los disensos disimulados, no sólo le harían un mal –quizás irreparable—a las fuerzas del cambio, sino que le harían un favor –sin duda que pagable—al continuismo de la hegemonía, que es lo único que le importa a Maduro, los suyos, y a sus patronos castristas. La jefatura de la oposición política venezolana está ante un desafío literalmente histórico: mantener la unidad hasta que la fuerza del pueblo venezolano prevalezca, o volver a deshacerse, como en otras ocasiones, lo que no quiero ni siquiera imaginar.
La fuerza es la clave. Es la llave que puede abrir el candado que tiene la hegemonía sobre el poder. No hay otra clave. No hay otra llave.