Marciano en Virginia
No necesito saber quien se esconde detrás del seudónimo Marciano para advertir su ínfima calidad moral. Creo no ser el único en desconfíar de quienes no se atreven a dar su verdadero nombre. Hay cobardía en el seudónimo cuando es utilizado, como lo hace Marciano, para la destrucción y la siembra de odios.
Su escrito “La masacre de Virginia”, reproducido la semana pasada en noticierodigital.com, es uno de los más innobles e indignos que he leído en mucho tiempo. Se refiere Marciano a la matanza de estudiantes y profesores ocurrida en la Universidad Tecnológica de Virginia, a manos de un jóven Surcoreano residente en los Estados Unidos.
Se ha establecido que este jóven tenía graves problemas mentales y que ha debido ser internado en algún sanatorio antes de que ocurriese lo que ocurrió. Sin embargo, esto no fue posible porque las leyes norteamericanas tienden a respetar los derechos individuales quizás hasta el exceso.
Los problemas mentales que habían sido detectados en sesiones siquiátricas no fueron participados oportunamente a sus padres, ya que para hacerlo debían tener la aprobación del paciente. Quizás hacerlo no hubiera evitado la tragedia pero, al menos, hubiese aumentado la posibilidad de una favorable intervención paterna.
Esta horrorosa masacre que llevó a la muerte a 32 personas, incluyendo al asesino, es definida por Marciano como el producto de la crisis moral norteamericana. Va Marciano aún mas lejos al decir que es “inevitable asociar la matanza de Virginia con el soldado norteamericano que… dispara sobre mujeres y niños… o disfruta de las torturas a los prisioneros en una prisión de Bagdad”.
Esta manera de opinar sobre lo ocurrido en Virginia no puede venir sino de una mente quizás tan enferma y torcida como la del jóven asesino. Según Marciano, enceguecido por el resentimiento, el país norteamericano “está en crisis moral”, lo cuál explica la matanza de Virginia.
Crisis moral? Los Estados Unidos tiene 300 millones de habitantes y 2500 universidades y colegios universitarios, donde estudian más de 20 millones de alumnos. De las veinte universidades mas prestigiosas del mundo, diez y ocho funcionan en los Estados Unidos. El país ha producido entre 200 y 300 premios Nobel.
El pueblo norteamericano dona aproximadamente la mitad de todo el dinero de ayuda que el mundo proporciona a otras naciones, una suma que llegó a los 71000 millones de dólares en 2004. Las donaciones privadas a las Artes en los Estados Unidos suman unos $15000 millones. Hay 200 millones de personas que practican activamente una religión, 35.000 congregaciones religiosas y 600.000 sacerdotes y pastores.
Los Estados Unidos tienen en su territorio alrededor de doce millones de inmigrantes ilegales aunque su tasa de desempleo es menor al 6%. Existen en los Estados Unidos 12% de pobres, definidos como quienes tienen un ingreso menor a $23.000 al año (algo así unos noventa millones de bolívares al año al cambio real). Ojalá todos los pobres de nuestro país fueran pobres así.
Un país que muestre estas estadísticas no parecería estar sumido en una crisis social o moral. Pero las estadísticas no suelen revelar toda la realidad.
Quienes hemos vivido en los Estados Unidos por algun tiempo (tengo tres años viviendo en Virginia, estudié en una de sus universidades hace muchos años y he trabajado o vivido aquí en diferentes etapas de mi vida por 15 años) hemos podido constatar de manera directa que el pueblo norteamericano es mayoritariamente trabajador, honesto, dedicado a su familia, generoso, muy confiado en los demás, solidario y amable.
No es ni remotamente el pueblo sumido en una crisis moral que describe Marciano en su escrito lleno de odio. Por cada loco, que los hay, existen miles de personas sensatas viviendo en paz y por cada acto de injusticia racial ha existido un Louis Armstrong cantando:“Que mundo tan bello”.
Es muy probable que, de haber nacido en los Estados Unidos, Danilo Anderson no hubiese tener que convertirse en un extorsionista ni el sistema marciano lo hubiese asesinado, pero tuvo la mala suerte de ser un protagonista de la tragedia venezolana actual. Minetras la masacre de Virginia fue causada por un solo hombre, la muerte horrible de Anderson fue producida por un sistema coorompido hasta el tuétano, el cuál asesina impunemente a sus ciudadanos.
Quienes hemos seguido la tragedia de Virginia a través de los medios nos hemos dado cuenta de la entereza, la grandeza espiritual con la cuál la Universidad y la comunidad han enfrentado esta tragedia. He visto como héroes, jóvenes y viejos, sacrificaron sus vidas para proteger a sus semejantes. No he oído expresiones de odio contra el asesino sino compasión por los padres del jóven, una pareja de honestos trabajadores de clase media y por su hermana, quien tiene un doctorado de Princenton.
La Señora Wendy Adams, tía de Lesley Sherman, una de las víctimas, se manifestó apesumbrada por el sufrimiento de la familia del asesino. Por otro lado, la señora Kim Yang Soon, tía del asesino, dice desde Corea del Norte que el niño aún allá mostraba claras señales de problemas mentales.
Las actitudes de los estudiantes y maestros muestran fortaleza y ánimo frente al infortunio. El presidente de la universidad ha dicho: “No podemos permitir que esta tragedia nos defina. Seguiremos adelante”. La tragedia de Virginia fue generada por un jóven mentalmente desequilibrado, tatuado con símbolos que sugieren algun tipo de fundamentalismo o, simplemente, una vida autista y sociopática.
No perderemos tiempo tratando de comparar lo que sucede en los Estados Unidos con lo que el régimen que ha tomado el control del poder político en Venezuela ha dejado que suceda en nuestras cárceles, en nuestros hospitales, en las calles de nuestras ciudades, lo que ha dejado que suceda a nuestros niños, adolescentes y ancianos, a nuestros disidentes políticos, lo que le ha hecho hasta a los pobres, quienes hoy deben vivir de la limosna del Estado a cambio de vender sus convicciones.
Durante dos días de “minipuente” del 19 de Abril ocurrieron en Caracas 32 asesinatos (El Universal, Sábado 21 de Abril, 2007), varios de ellos a manos de una banda llamada Los Motorratones, a cuyos integrantes la policía deja libre como hábito, después de retenerlos por unas horas.
Pero en Caracas esto no es una tragedia ni la bandera ondea a media asta como actualmente ocurre en todos los Estados Unidos sino que es ya parte de la rutina sangrienta en nuestro infortunado país. Según las Naciones Unidas Venezuela es el país del mundo donde hay mas muertes por armas de fuego por cada 100.000 habitantes.
Eso si representa una crisis moral, pero es una situación que Marciano no toca en sus escritos. Es una situación que los marcianos venezolanos que están en el poder han creado con sus pervertidos esfuerzos.
El señor Marciano, quien quiera que sea, representa lo peor de la abundante basura moral que esta revolución ha generado, una basura que merece todo nuestro desprecio. Me siento avergonzado de que una persona así haya nacido en mi tierra.