Agatha Christie (1891-1976)
“No soy buena conversadora, no sé dibujar, pintar,
moldear o esculpir, no puedo hacer las cosas de prisa
, me resulta difícil decir lo que quiero, prefiero escribirlo.
Escogí la profesión justa. Lo mejor de ser autora
es que se trabaja en privado y al ritmo que se quiere.”
Agatha Christie.
LA VOZ DE LA REINA DEL MISTERIO
Agatha Christie está considerada una de las máximas exponentes de la novela policíaca e indudablemente es la reina del misterio. Su copiosa obra se ambienta generalmente en el periodo que antecede a la primera guerra mundial y está poblada de personajes emblemáticos, como el detective Hércules Poirot y la astuta Miss Marple. Es autora de más de sesenta novelas policíacas, además de gran cantidad de cuentos, obras de teatro y otro tipo de relatos. Es la escritora más traducida del planeta y con más de 400 millones de libros vendidos en todo el mundo es también el autor que ha vendido más ejemplares de sus obras.
Agatha Mary Clarissa Miller nace en Torquay el 15 de septiembre de 1891, pertenece por tanto, a esa generación que hubo de superar la herencia victoriana y enfrentarse a las primeras ruinas del imperio. Su padre se pasaba el día jugando a las cartas y dilapidó sus rentas tan alegremente que a su muerte, sucedida cuando Agatha tenía once años, había dejado sin un duro a su familia.
Agatha se casó en la mitad de la primera guerra mundial con Archibald Christie, un piloto de aviación, que le dio el apellido y su única hija, Rosalind. Agatha entró como enfermera voluntaria en un hospital y fue destinada a la farmacia donde adquirió amplios conocimientos de toxicología, que después utilizaría en sus novelas. En 1920 escribe su primera novela, El misterioso asunto en Styles ya con el detective Hércules Poirot.
A la muerte de su madre, la escritora deprimidísima, se fue a la mansión familiar a poner orden. Su marido se trasladó a vivir a un Club de Londres, y sólo volvió, unos meses después, para decir que se había enamorado de una tal Nancy Neele, una señorita con la que jugaba al golf, y que se quería separar. Ese fue el golpe final. Agatha desapareció la noche del 3 de diciembre de 1926. Por entonces era ya una escritora famosa. Unos dijeron que había muerto (o que había sido asesinada), otros que se había escapado con un hombre, muchos pensaron que se trataba de una maniobra publicitaria o de una extravagante broma de la escritora que intentaba demostrar así de manera práctica, la viabilidad de algunas de sus tramas novelísticas: el modo de desaparecer sin dejar huella. La encontraron varios días después en el hotel de un balneario. Había perdido por completo la memoria (había huido, se había fugado de sí misma). En el hotel se había registrado con el nombre de Theresa Neele (el mismo apellido de su rival golfista). Recibió ayuda psiquiátrica y con el tiempo fue reconstruyendo lo sucedido: pero al parecer nunca recuperó por completo la memoria de aquellos días. Siempre tuvo que arrastrar dentro de sí esas horas sin recuerdo, ese agujero negro en donde anidaban su miedo y su locura. Esta inquietante intuición de que la realidad es discontinua sólo aparece insinuada en los seis libros serios que Agatha escribió con el seudónimo de Mary Westmacott: unas novelas sentimentales de estilo poco cuidado que la escritora consideraba lo mejor de su producción.
Agatha Christie se pasó la vida remendando estas fisuras, ocultando agujeros, disimulando cosas, construyendo de sí misma un conmovedor personaje imaginario. En donde no hay ningún fingimiento es en el gusto por la vida, basta con leer Ven y dime cómo vives, un delicioso librito autobiográfico, para apreciar cómo la existencia cotidiana puede ser una gloria. Agatha escribió este libro durante la segunda guerra mundial, llena de nostalgia por la ausencia de su marido, el arqueólogo Max Mallovan, con quien se casó teniendo ella 40 años y él 25, y de quien sólo le separó la muerte 45 años más tarde. En 1971 recibió el título de dama del imperio británico. Agatha Christie murió en Wallingford el 12 de enero de 1976.
La Agatha que aparece reflejada en Ven y dime cómo vives, es extravagante, glotona y divertida. La Agatha que al igual que su alegre y vividor padre, derrochó su dinero hasta el punto de atravesar por complicados apuros económicos.
En el epílogo de su interesante biografía, la autora de El asesinato de Rogelio Achroyd, El enigmático Mr. Quin, Un cadáver en la biblioteca, Las siete esferas, El secreto de Chimneys, Cita con la muerte, Muerte en el Nilo, Asesinato en el Orient Express, La muerte de Lord Edgware, El misterio del tren azul, Diez negritos y de la obra teatral de mayor éxito de la historia La ratonera, representada en Londres ininterrumpidamente desde 1952, nos cuenta que tenía miedo a la demencia senil: “Probablemente viviré hasta los 93, volveré loco a todo el mundo con mi sordera (…), me pelearé violentamente con alguna paciente enfermera y la acusaré de envenenarme (…) y causaré molestias sin fin a mis desgraciada familia”. En realidad vivió hasta los 85. En los meses finales cumplió su propia maldición y fue perdiendo progresivamente la cabeza. No quiso ser atendida por ninguna enfermera, y el envejecido Max tuvo que instalarse en un sillón junto a ella de manera permanente. Su muerte fue su última desaparición, su última novela. Y como dijo la prolífica escritora: “Cásate con un arqueólogo. Cuanto más vieja te hagas, más encantadora te encontrará”.