Paz gubernamental, monstruoso engaño
La situación está expresando abiertamente su descomposición,
porque lleva en sus entrañas y genes la muerte programada,
la apoptosis, de la cual no puede escapar
Desde hace varios meses, el régimen venezolano sostiene una intensa campaña de promoción y supuesta búsqueda de la paz, dirigida fundamentalmente hacia la oposición democrática. Se desconoce qué entiende el régimen por paz y qué la sustenta, más allá de la simple mención repetitiva del término.
El adorno hueco y engañoso
Pero sí se sabe lo que ofrece para aderezar el término. “O vamos a una paz con revolución o no habrá paz en Venezuela ni en América Latina”, expresó recientemente el tirano, con lo que ya no solamente amenaza a la mayoría de los venezolanos que deseamos y necesitamos que se marche del Poder Ejecutivo, sino que se atreve a tratar de intimidar a la región, cual “gorila” enojado. Quiere una paz forzada, la que él dicte y le convenga, sin tomar en cuenta a la otra parte. Y en ello conspira. Es que, además de tirano, es fanfarrón.
En su desorden mental mezcla la aserción de que Venezuela quiere paz, trabajo y prosperidad, con la perversa e insustentable afirmación según la cual el camino para ello es el “poder constituyente”. Allí la paz aparece minimizada. El trabajo y la prosperidad fueron aniquilados. Demagógicamente cree poder conectar la paz con el tal poder constituyente. Y en la propaganda televisiva oficial remata con la coronación de la falacia transformada en lóbrego eslogan: “¡constituyente es paz!” No contento con ello, en un video publicado a través de su cuenta de twitter aseguró, que “en Venezuela se está imponiendo la paz”. No hay argumentación. Se carece de análisis. No hay números. No existe filosofía. Solamente deseos vagos y profusión de mentiras.
Estas expresiones no dejan dudas acerca de sus intenciones sobre el tema de la paz, de lo que se puede concluir, que su oferta es absolutamente engañosa.
Pero cabe preguntarse, qué piensan los villanos del chavismo en el partido oficialista acerca de la paz. ¿O el sector militar? Se desconoce totalmente. No están allí como intelectuales. Pero, tal vez nos sorprendan algún día cuando manifiesten que la paz nació con ellos o que están proponiendo un nuevo tipo o concepto de paz, como tantas otras exacciones que impusieron en su delirio fundacional, y que la paz no tuvo conexión con el pasado hasta que llegaron ellos. Querrían ser los protagonistas de una invención que ya fue inventada hace milenios, en tiempos imprecisos, evidentemente muy atrás en la historia de la humanidad, mucho antes del relato difuso y folclórico del samán.
Definiciones
El término paz es difícil de definir porque puede variar de acuerdo al sitio, la cultura, la religión, la época, las condiciones políticas y, en general, al propio sujeto de estudio. A ello se agrega diferentes concepciones, modelos o modos de la paz y la forma o estrategia de analizarlos. Imposible abordarlos todos.
Pero en una primera aproximación, una forma todavía común, simplista y en sentido negativo (Johan Galtung), define a la paz como la ausencia de conflicto y guerra, particularmente en una macro-escala entre Estados o naciones.
A pesar de las dificultades, se puede expresar, en el lenguaje corriente actual, que paz es la condición entre las personas, grupos sociales o Estados en la cual los conflictos existentes son dirimidos sin violencia a través de normas prefijadas legalmente. Este concepto señala un estado de cosas en las relaciones entre los pueblos y los Estados, que excluye el conflicto o la guerra impuestos políticamente. En un estado de equilibrio entre las partes se aceptan las diferencias, persiste la tolerancia y los conflictos se resuelven a través del diálogo honesto. Los derechos de las personas son respetados, sus voces oídas y los acuerdos cumplidos, enmarcados dentro de la mayor serenidad personal y sin tensión social.
Al analizar esta definición se infiere, que ninguna de las condiciones allí mencionadas son observadas por el régimen venezolano en su „propuesta“ de paz, con lo que se confirma el engaño.
La participación eclesiástica
En el lenguaje de la teología y de la psicología existe el concepto de la paz del alma-la paz mental-la paz interior, que los vivos procurarían alcanzar y hasta los muertos en el cementerio (paz de los sepulcros). Esto puede sugerir, que paz es equivalente a calma, tranquilidad o sosiego; pero no es así. La situación es más dinámica, que semejaría al „estado estacionario“ (steady state) y la teoría general de los sistemas, que ocurre en el interior de la célula viva, concepto introducido por el bioquímico austríaco Ludwig von Bertalanffy.
El concepto teológico estaría próximo a la creencia, según la cual solamente con la muerte se alcanzaría la paz, que en vida le es esquiva a la humanidad. De allí la acepción latina: Descanse en Paz (RIP), que permitiría el tránsito hacia el más allá.
Esto podría explicar la extraña actuación de autoridades eclesiásticas venezolanas, individualmente, que se hayan confundido al promover una paz en Venezuela, que probablemente fue analizada desde un punto de vista teológico-espiritual y sin considerar en la ecuación a la estructural hipocresía y carácter chantajista del régimen, acostumbrado al uso de la mentira como arma política. Así sucedió con el fracasado diálogo oposición-gobierno, aupado intensamente por éste y al que se incorporó la intermediación papal, débilmente informada, a través del Secretariado del Estado del Vaticano. Se olvida la libertad, que en el mejor de los casos es dejada en ilógico segundo plano.
La paz social
Como paz social se designa hoy en día, fundamentalmente, a las relaciones que evitan la generación de rebeliones e insurrecciones de los estratos bajos de una sociedad, cuyos miembros consideran como insoportable la desviación práctica de la justicia distributiva de su Estado, vale decir, el maltrato y desatención gubernamentales hacia las clases menos favorecidas. No se debe olvidar, que la observancia de la paz social es una de las principales tareas del estado social.
Albrecht von Lucke (jurista, politólogo y publicista alemán de la actualidad) describe la paz social como „integración social, estado de satisfacción de la población con la democracia…a través de las posibilidades de ascenso social, con la probabilidad de participar en la sociedad como actor social y político“.(„Die gefährdete Republik. Von Bonn nach Berlin: 1949 – 1989 – 2009). Es en este aspecto donde se ha producido el estruendoso fracaso del régimen venezolano actual y el de su antecesor, cuando intentaron implantar la manutención a largo plazo de los venezolanos rechazados, sin procurarles fuentes de trabajo dignas y estables, sin asistencia social efectiva, sino simplemente para captarlos y manejarlos como factor electoral y de soporte político involuntario. Polícromas banderas de la demagogia.
Esta decisión no contribuyó a incrementar la paz social, sino a deteriorarla, como era de esperar. Muchos se transformaron en «enchufados» parásitos, luego groseramente enriquecidos. La mayoría se hizo más pobre, al matarle el deseo de superación. Su degeneración la estamos presenciando en los actuales momentos dramáticos de muerte y destrucción en el país, a lo cual contribuye decisivamente la fuerza armada nacional, alejada de su papel de garante de la constitucionalidad.
Se debe recordar, que es el mismo Estado hegemónico venezolano el que se ha transformado en opresor del ciudadano común al crear las causas de la inestabilidad social, que han conducido a la quiebra de la paz. Sus efectos y casos han sido citados y discutidos exhaustivamente en innumerables artículos, textos, análisis, entrevistas y opiniones en los medios, con tal profusión, que es innecesario repetirlos ahora, pues la población venezolana los conoce de primera mano porque los ha sufrido. El perverso efecto final es que se están perdiendo la democracia y la República. ¿Cómo se puede entender esta realidad al contrastarla con la propaganda oficial de una paz nebulosa y ficticia?
Algo anda mal en el sistema neuronal del régimen que ya no tiene sanación. La situación está expresando abiertamente su descomposición, porque lleva en sus entrañas y genes la muerte programada, la apoptosis, de la cual no puede escapar. El deceso es cuestión de poco tiempo.
¿Tiene soporte ético la propuesta gubernamental?
¿Cuál es el basamento ético de la proposición de un gobierno que quiere imponer „su“ paz en desmedro del otro? Se ignora. Pero así considerada, no puede ser honesta ni viable. Es cierto, que la paz es voluntaria cuando las partes en conflicto real o potencial se deciden a renunciar a la alteración de la paz. Pero el caso venezolano es peculiar, en el sentido de que el régimen y sus miembros no la desean porque tienen mucho que perder. Luego de casi dos décadas, sus delitos son numerosos. Particularmente poder y bienes materiales producto del saqueo y pillaje del tesoro público, que solo les permite vislumbrar como única opción negarse a dejar el poder, aún cuando se violenten la constitución y las leyes y se masacre al pueblo rebelde que pide su renuncia. En otras palabras, para mantenerse en el poder rompen su propia proposición „pacifista“, cuyos fundamentos ignoran, si es que existen.
Pero la paz también es forzada u obligada cuando a través de sanciones previstas en el derecho internacional se impulsa a las partes, en este caso fundamentalmente al régimen venezolano, a aceptar condiciones conducentes a evitar conflictos mayores. Este es el caso de la posible intervención de la ONU y de la OEA sobre la crisis venezolana, que no puede ser calificada de injerencista por ningún Estado, incluyendo al venezolano, muy a pesar de los chillidos de su cancillería.
De lo anterior se puede concluir, que la propuesta de paz del régimen no tiene substancia para ser aceptada por la población; además, su aprobación es muy baja, acorde con el rechazo tanto a la gestión como al régimen, que la ubica debajo del 20%.
La actuación del mismo régimen ha enterrado su proposición. Sus llamados a la paz parecen una tomadura de pelo, particularmente después de los trágicos sucesos ocurridos en todo el país durante las recientes semanas. La población acosada pide a gritos libertad, sin olvidar su estricta prevalencia sobre la paz. Y pone a prueba la sinceridad gubernamental.