Opinión Nacional

Bernard Shaw (1856-1950)

“Patriotismo es creer que tu país es superior

a todos los demás porque tú naciste allí”

Bernard Shaw

LA VOZ DEL SOCIALISTA INSOCIABLE

Bernard Shaw es una de las más interesantes y complejas figuras contemporáneas, el genio de la paradoja, el “socialista insociable”, por utilizar el título de uno de sus dramas, que fustigó la hipocresía, la estupidez y los tabúes con ingenio chispeante, anticonformismo y enorme fe en las posibilidades de la humanidad. Con sus obras devolvió interés al drama, despertó la conciencia social de su época y renovó la escena británica. Recién acabada la Segunda Guerra Mundial nos dijo: “¿Cómo puede haber gente que se regocija en medio de la devastación y destrucción en que se halla sumida Europa?, añadiendo luego: Hay millones de personas hambrientas, entre las que figuran muchos niños. Hay grandes ciudades en ruinas, enormes extensiones de tierras inundadas y millones de muertos y de inválidos. ¿Cómo podemos proclamar que el incendio de Berlín es una victoria?”.

Bernard Shaw es una compleja, rara y enigmática personalidad, de indudable y excepcional talento, pero personalidad, que, realmente, puede descomponerse en tres: la de un dramaturgo que conoce su oficio y sabe practicarlo como un maestro; la de un irlandés traviesamente ingenioso e irónico, que goza en mostrarse cínico, descarado, escéptico, agresivo, todo aristas y púas, todo paradojas y malas intenciones; la de un socialista militante, que agrega a este calificativo el de individualista, bastante cercano a Nietzsche, que desprecia profundamente a la sociedad en que vive, y especialmente a la inglesa, lo que no es obstáculo para que, cuando convenga, proclame ante Europa la admiración y cariño con que mira a Inglaterra, la que le ha elevado y sostenido, a pesar de sus impertinencias y contradicciones.

George Bernard Shaw nace en Dublín el 26 de julio de 1856. Tuvo una niñez dura, con una familia dividida y con muchas dificultades económicas. Su padre era un bebedor, su madre era mujer de carácter y de cultura poco comunes; entendía bastante de música, poseía una magnífica voz de mezzosoprano. Shaw se educó en Wesley Colege en Dublín. En 1871 se trasladó a Londres para aprender canto y allí en 1884, se unió al movimiento socialista denominado Sociedad Fabiana, para el que actuó como propagandista. Fue concejal en el distrito de St. Pancras a partir de 1897. En 1895, Shaw se convirtió en el crítico teatral del periódico Saturday review lo cual fue primer paso hacia la carrera de dramaturgo que duró casi sesenta años, dedicándose a ella casi en exclusividad desde 1898, aunque también escribió durante su vida no pocas novelas y libros de temática social. En 1898, contrajo matrimonio con Charlotte Payne-Townshend. En 1925 se le concedió el Premio Nobel de Literatura. y el Oscar al mejor guión, por Pigmalión, en 1938. Bernard Shaw muere en su casa de campo del poblado de Ayot Saint Lawrence, Hertfordshire, el 2 de noviembre de 1950.

Escribió numerosos ensayos políticos, entre los que destacan El sentido común y la guerra (1914), Guía de la mujer inteligente para el socialismo y el capitalismo (1928), etc. La primera obra dramática de Shaw fue Casas de viuda (1892), en la que se manifiesta ya su profunda preocupación social, en este caso motivada por la especulación de la vivienda en los barrios suburbiales. Otras obras son Cándida, representada en 1904 que alcanzó ya cierto éxito de público. La profesión de la señora Warren trata de la prostitución. Las armas y el hombre y El dilema del doctor tienen un carácter más alegre y desenfadado. En César y Cleopatra (1899) recoge la herencia shakesperiana. En Hombre y superhombre (1903) el protagonista es un intelectual socialista. Al segundo decenio del siglo XX pertenecen Androcles y el león (1913) y, sobre todo, una de las obras más famosas, Pygmalion (1914), que ha sido representada innumerables veces en todos los países del mundo. Más tardías son Vuelta a Matusalén (1921), serie de comedias donde manifiesta su pensamiento sobre la vida humana; Santa Juana (1923), sobre la vida de Juana Arco, que algunos tienen por su mejor obra teatral; y, por último, de 1939 es En los dorados tiempos del buen rey Carlos. El rasgo más sobresaliente de la producción dramática de Shaw es la viveza del diálogo, que va unido a un gran sentido de humor. El juego de la sátira irónica y de la reflexión profunda constituyó una fórmula acertada que acabó triunfando entre el público de la media y alta burguesía. A ello se une un extraordinario sentido de la construcción teatral. Y como nos dejó dicho el gran Berrnard Shaw: “Soy tan partidario de la disciplina del silencio que podría hablar horas enteras sobre ella”.

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