La pajita en el ojo ajeno
Vaticano Ve Pajita Capitalista en Ojo del Mundo Libre
Pero No Ve la Viga Católica Romana
en Ojo del Mundo Marxista
Este domingo 23 de septiembre de 2007, la agencia internacional de noticias Reuters, difundió una información que tituló: Pope warns against uncaring capitalism (El Papa advierte en contra del capitalismo carente de afecto hacia los demás), y en cuyo texto se deja ver que el Vaticano cree que lo escrito por Karl Marx en su mamotreto titulado Das Kapital (El Capital), es economía.
Y más importantemente, parece olvidar que toda nación del mundo—sin excepción—que ha organizado a su país conforme al pensamiento “económico” marxista, ha colapsado dejando a su población sumida en la pobreza, y la miseria.
El Vaticano apoya las ideas “económicas” marxistas (muy entre comillas), porque no es como dicen los marxistas que Jesucristo era socialista, sino que Marx—a pesar de que era ateo—era cristiano; es decir, sus concepciones del “Hombre Nuevo” y de la “Solidaridad Social” cuyas ideas Marx creía que producirían una nivelación social dentro de un bienestar generalizado, no son suyas, sino que las tomó prestadas de las doctrinas cristianas.
Pero la “economía” marxista fue un invento para dotar de una apariencia científica, a una irrealizable utopía, que produce exactamente lo contrario a lo que pretende lograr, y como nos recordó Albert Einstein en 1949, produce sobre todo una burocracia todopoderosa y arrogante, una desprotección de los derechos del individuo y una ausencia de contrapeso democrático al poder de la burocracia.
La economía es una ciencia—que no fue, ni puede ser inventada—sino que fue descubierta, mediante la meticulosa observación, la investigación y el análisis de lo observado usado la razón (el raciocinio y la lógica), por el pensador escocés Adam Smith, quien publicó su descubrimiento en su magistral obra de 1776, titulada An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations (Una Indagación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones), y los Estados Unidos de América, que surgieron a partir de la Declaración de Independencia en 1776 de las 13 colonias británicas que existían en América del Norte, que organizaron a su país siguiendo los principios económicos descubiertos por Adam Smith, tienen ya 231 años enseñándole al resto del mundo, como la economía descubierta por Adam Smith, y las ideas sobre los derechos naturales del filósofo británico John Locke, son el camino correcto para producir una riqueza y un bienestar social generalizados en cualquier nación.
Pero el Vaticano, en las citadas palabras de Benedicto Décimo Sexto, lo que hace es repetir eslóganes de la utopía marxista, como por ejemplo: “la justa distribución de la riqueza”—como si ésta ya existiese y sólo hay que repartirla equitativamente; y creer que la ganancia económica es lo que Marx llamó “plusvalía”—y en consecuencia debe ser equitativamente compartida con los “trabajadores” y no ser poseída exclusivamente por los “capitalistas”.
Los venezolanos tienen ya más de ocho años padeciendo en carne propia lo que produce creer en las mentiras de la utopía socialista inventada por el pensador alemán Karl Marx, pero pareciera que les resulta imposible ver que la utopía cristiana difundida y defendida por el Vaticano, es igual de perniciosa, por estar fundamentada en falsas creencias que contradicen numerosos descubrimientos científicos—que no sólo incluyen al origen del universo y de la vida—sino que van a contrapelo de la realidad que existe en la naturaleza que lejos de ser bucólica y solidaria, es un lugar que se auto-sostiene mediante una permanente competencia feroz entre todas las formas de vida existentes, y de la cual salen victoriosos—como nos enseñó Charles Darwin—sólo los mejor adaptados.
Mientras la economía descubierta por Adam Smith, que establece que el ser humano es movido por el egoísmo y el afán de lucro—el Vaticano al que estas verdades le resultan antipáticas, sacó al ser humano de la naturaleza, diciéndole que él y ella fueron creados por Dios, quien supuestamente dotó a cada uno con un alma inmortal, y los invita a vivir en una utopía cristiana color de rosa, donde deben esperar sentados a que los demás los ayuden a cubrir sus necesidades—desde los gobiernos, hasta sus familias, amigos y vecinos—en vez de prepararse para la realidad, donde cada ser humano debe luchar constantemente para poder ser capaz de mantenerse a sí mismo y para satisfacer sus necesidades, porque el resto de los animales llamados Homo sapiens, no sólo son unos desalmados, sino que también sólo son motivados—como descubrió Adam Smith, por el egoísmo y el afán de lucro.
No es sólo el líder del “socialismo bolivariano del siglo 21”, quien le dice a los venezolanos que “ser rico es malo”—mientras vive rodeado de todo tipo de lujos—también el Papa les dice que “es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielo”—mientras disfruta de todo tipo de lujos en sus palaciegas instalaciones de la Ciudad de El Vaticano.
Y no es que no existan excepciones—más bien abundan, porque como nos enseñan las huellas digitales y el ADN—todo ser humano es único, sin duplicado. Sin embargo, eso no cambia la cruda realidad, como recién lo ha comprobado la divulgación de los pensamientos de la Madre Teresa de Calcuta, quien dudaba de la existencia de Dios, porque a pesar de su muy conocido esfuerzo por los más pobres entre los pobres de la India, ella no podía entender porqué Dios no le ponía fin a tanta injusticia—duda que algunos voceros cristianos han tratado de “interpretar”, como similar a las dudas sobre la existencia de Dios experimentada por otros mártires cristianos, pero que no necesita de interpretación—porque la injusticia sigue allí a la vista de todos.