Opinión Nacional

Reorientación global

En más de una oportunidad, luego de la lectura diaria de ocasión, hemos dejado de leer momentáneamente para repensar lo leído. Reflexionamos en ese instante lo complicado que se ha vuelto el mundo, la enorme cantidad de problemas que ha acumulado. Quizás la diferencia fundamental con el pasado es que ahora tengamos mucha más información. Eso nos ofrece una perspectiva más real, mas ajustada a nuestra realidad. Pero no por ello, lo que acabamos de leer deja de inquietarnos. ¿Hacia donde se dirige la Humanidad? ¿Cuál es el destino que le espera a la raza humana? Hace unos años estábamos llenos de optimismo, pensábamos que habíamos derrotado a Malthus y al propio Club de Roma. Nuestra capacidad para producir alimentos a través de las modernas tecnologías agrícolas nos aseguraba un lugar en el Edén del Bienestar. Habíamos multiplicado por dos la esperanza de vida en un siglo y nuestros avances con respecto a nuestros antepasados en una centuria superan con creces cualquier logro comparativo de cualquier era pasada con el presente. Nunca como ahora se produjo tanto conocimiento en tan corto tiempo.

Pero, eso que podríamos llamar el Mundo Feliz del Conocimiento, parafraseando un poco alrededor de la famosa obra de Aldous Huxley (Un Mundo Feliz,1932), ocurre en un momento de grandes amenazas reales para toda la Humanidad. Creo que deberíamos hacer un gran esfuerzo mundial y dentro del mayor respeto a la persona humana, sugerir por la vía del diálogo y de la argumentación científicamente sustentada, la adopción de medidas sanas hoy para evitar catástrofes futuras. En primer lugar hay que reconocer que nos formamos dentro de la creencia que podíamos crecer ilimitadamente, que el problema de tener una familia grande o pequeña estribaba en la capacidad económica que tuviéramos para darle una mejor calidad de vida. Hoy sabemos que estábamos equivocados. Bajo esa creencia, la población del mundo se ha cuadruplicado en 100 años y los recursos naturales, mas allá de la ecuación maltusiana referida a los alimentos, no solo no han aumentado sino que vienen experimentando una peligrosa disminución en lo concerniente a su calidad y disponibilidad. Es hora entonces de pensar en no aumentar el consumo. Una medida podría ser no incrementar el volumen de pobladores del planeta. Si cada pareja tuviera solo dos hijos como máximo y no se procrease fuera de esa unión, se mantendría un volumen controlado de habitantes. Por supuesto que una medida así no podría imponerse a través de una ley, de un mandato, de una norma rígida. Tendría que ver más con la educación, con los valores, con nuestro sistema de creencias. Necesitaríamos una mejor Escuela, una mejor Sociedad, un mejor Estado para servir mejor al Ciudadano, unas religiones más humanas y menos divinas, y por sobre todo una familia con calidad de vida, estimulada, querida, atendida en todas sus necesidades.

Al propio tiempo, es necesario desarrollar una nueva cultura de la energía. Una cultura que nos permita moderar el consumo, empleando adecuadamente los recursos, sin que estos se pierdan sin valor agregado. Asimismo, requerimos la puesta en práctica de la energía solar, tan abundante en el trópico, con la cual podríamos solucionar nuestras necesidades de energía básicas.A la par energías como la eólica y la maretérmica brindan tambien fuentes renovables y reciclables que no ocasionan los impactos dañinos de los combustibles fósiles.

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