La educación del bienestar
Las revelaciones realizadas por la Psicología Evolutiva recientemente, asoman una serie de aspectos que nos inclinan a pensar que son inminentes enormes cambios de formas de pensar, reflexionar y practicar en la Educación que conocemos. Los estudios realizados en Harvard por el científico Steven Pinker y que ya fueran asomados en su acreditado libro “La Tabla Rasa”en 2004, nos llevan a considerar la posibilidad de encontrarnos en una reedición del impacto de la Teoría Copernicana, la Teoría de la Evolución o la Relatividad Einsteniana, multiplicados por miles. Estamos en el preludio del “remezón” más grande del conocimiento jamás experimentado por la Humanidad, ante el cual los anteriores, en perspectiva, solo nos parecerán temblores de poca intensidad que han venido anunciando pequeñas señales del que está por acontecer. Quizás resulte extraño para muchos la expresión “practicar en la Educación” que he utilizado en vez de práctica educativa, porque ésta se encuentra referida a una actividad que se realiza dentro de un modelo acabado, terminado, que reproduce experiencias, en cambio el primero se refiere a una superestructura, a un superconjunto que contiene al referido, debiéndolo operar dentro de su naturaleza y no fuera de ella. Se trata del Pensamiento Humano, ahora sin divisiones, cuerpo y mente a la vez, con hardware y software integrados y no bajo la falacia de la integración física y mental forzada, condena divina por la violación prometeica de arrebatarle el fuego a los dioses en la figura del rapto del fruto prohibido del Conocimiento.
Eduard Pusset, nuestro querido filósofo catalán (Cataluña, tierra de colosos que se elevan unos sobre los hombros de otros para acercarnos la infinitud del horizonte a los curiosos de habla hispana), tan brillante en sus expresiones como estelar divulgador científico en nuestra lengua, lo ha resumido con una expresión lapidaria “son las cosas que nunca debimos aprender y que debemos olvidar”
El “desaprendizaje” es un estado de conciencia del Conocimiento que la nueva observación cualitativa y cuantitativa ha traído al intrincado debate de las Ciencias de la Educación. La Psicología Evolucionista surgida del encuentro de la Neurociencia, la Biología Evolutiva y la Psicología Cognitiva, nos introduce en una nueva perspectiva desde la cual comenzamos a ver con nuevos ojos la naturaleza humana.La Mente es el resultado de la evolución de los seres humanos. Mente y Cuerpo son resultado de esa evolución, no solo el Cuerpo. La Mente no estuvo antes, sino que es el resultado de afinar una estrategia para la vida. La gallina es la estrategia del huevo para crear otro huevo. El amor, la lealtad, la gratitud, las emociones, el altruismo, la amistad, la solidaridad son las estrategias ensayadas por los genes para garantizar su afinamiento como entidades que programan la vida y no la muerte, que procuran extenderla a través de un conocimiento cada vez mas abundante y prolijo. Al igual que la Mente, la Cultura y la Razón no son estáticas, van creciendo porque al igual que la mente que las origina y opera, tienen una naturaleza orgánica.
Creo, sin embargo, que mas propiedad tenemos, desde el punto de vista educativo, si asimilamos los cambios desde la perspectiva del reaprendizaje y no desde el desaprendizaje, justamente porque el olvido no nos permite reconocer el valor histórico de nuestros aciertos y errores, de nuestra identidad cultural, de nuestra personalidad como nación, como sociedad, como especie.
Por ello creemos en un Conocimiento y en una Educación Holística, integradora, que no se encadena al pasado pero que no lo desecha, que no lo observa como una pesada carga sino como la huella que debemos superar, que debemos inventariar porque constituye para bien o para mal, parte de nuestro patrimonio, así como admitimos que la evolución fisiológica de la conveniencia de nuestros elevados valores conviven con el lado oscuro de la Humanidad, donde hay cerebros que operan y maquinan desde el ángulo de la destrucción, del aniquilamiento y que proclaman la muerte con la promesa de vida eterna para justificar la destrucción de la vida de quien piensa diferente o constituye una entidad nacional, religiosa, étnica, etaria o genérica diferente a la nuestra.