Walt Whitman
“No desfallezcas si no me encuentras pronto.
Si no estoy en un lugar, búscame en otro.
En algún lugar te estaré esperando.”
Walt Whitman.
LA VOZ DE LA POESIA DEMOCRATICA
Walt Whitman es seguramente el más grande de los poetas norteamericanos y uno de los poetas más difíciles de juzgar, porque lo mismo cabe entusiasmarse con él y elevarlo hasta las nubes, que odiarle y ponerle por los suelos: el juicio depende sencillamente de quien lo lea. Hombre del pueblo quiso crear una clase de poesía democrática, nunca vista, que rompiera con toda tradición, sin metro ni rima, en una especie de prosa poética llamada en el modernismo verso libre. La expresión de este propósito suyo se halla contenida especialmente en su obra Hojas de hierba (Leaves of Grass), que apareció en 1855, conteniendo solo una docena de composiciones, y, que corregida y aumentada constantemente, llegó a ser voluminosa. Ahora, los atrevimientos de Whitman no son casi nada ante todas las libertades y caprichos a que nos hemos ido acostumbrando; mas hay que imaginarse el efecto de aquel libro en 1855: mejor podía parecer el de un loco peligroso que el de un genio. Ha resultado lo segundo, y una mera curiosidad entre gente más o menos literata; pero, ¿no era preciso que fuera un norteamericano, un hijo del país sin vieja tradición literaria, quien se atreviera a romper de aquel modo toda clase de ataduras, incluso las que el buen gusto y la educación entre gente normal imponen, como también el convencimiento, tan propio de los latinos de que lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso? ¿Era aquello la realización de la filosofía de Emerson -el mayor y más célebre pensador que ha dado la América del Norte-, llevada al absurdo?
Con no pocos tropiezos, Walt Vhitman consiguió que su radicalísima innovación en la lírica fuera tenida en cuenta por algunos tan sólo; que se formaran, mucho después escuelas que le tenían por maestro, y que si para muchos resultaba tan grotesco como nocivo, a otros pareciera un lejano y raro semidiós.
No cabe duda de que hay en Whitman sello personalísimo, vigoroso, locamente audaz, vuelo lírico y sentimiento. Libros y numerosos artículos hay que estudian ya a Whitman como a un clásico. Para los estetas, para las feministas, para la juventud de alma ardientemente revolucionaria, es intangible.
Walt Whitman nace en West Hills, Long Island, el 31 de mayo de 1819. Hijo de un carpintero tuvo una formación autodidacta; cuando contaba cuatro años, su familia se trasladó a Brooklyn, a los trece años empezó a trabajar como ayudante de impresor y, tras un corto periodo de maestro, fue periodista desde 1841 hasta 1848, fecha en que por desavenencias con su publicación, se hizo carpintero. Durante los últimos años de la guerra civil estadounidense fue enfermero voluntario, experiencia que se reflejará en su obra.
Whitman se dio a conocer con Hojas de hierbas (1855), libro que incrementará con nuevas aportaciones durante toda su vida. La obra tuvo al principio escasa aceptación, pero alcanzó una enorme popularidad en los países de habla inglesa cuando Emerson habló de ella en términos elogiosos. Whitman creó un verso sin rima, ajeno a las reglas tradicionales sobre el metro y el ritmo, anticipándose a las escuelas literarias modernas. Ciertos aspectos de los poemas incluidos en las diez ediciones sucesivas, como la utilización del lenguaje, las metáforas sexuales y el tratamiento del amor, causaron grandes revuelos: en 1865, tuvo que abandonar, de resultas de uno de ellos, su puesto en el ministerio del Interior; en 1873 se retiró definitivamente de los trabajos oficiales por enfermedad, instalándose en Camden, Nueva Jersey, donde recibía a sus múltiples admiradores y donde falleció el 26 de marzo de 1892.
En su obra en prosa destacan Perspectivas democráticas (1870), una defensa de este modo de gobierno, y Días escogidos (1882), donde evocó su infancia, la guerra y su convalecencia.
Su obra se caracteriza por el uso de un lenguaje popular y prosaico, por sus temas audaces, su fuerza de sugestión y evocación, su sinceridad, entusiasmo y sencillez. La poesía de Whitman consiguió arraigar en el corazón de sus compatriotas por ser el que mejor ha sabido expresar el ideal estadounidense, cantando la expansión libre de la individualidad entre la multitud humana. La desnudez heroica del individuo libre de todos los prejuicios, convencionalismos, necesidades superfluas e ilusiones supersticiosas, viviendo unido al mundo físico y a sus semejantes por medio de una fraternidad universal. Y como dijo García Lorca en su magnífica Oda a Walt Whitman: “Y tú, bello Walt Whitman, duerme a orillas del Hudson / con la barba hacia el polo y las manos abiertas. / Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando / camaradas que velen tu gacela sin cuerpo. / Duerme, no queda nada. / Una danza de muros agita las praderas / y América se anega de máquinas y llanto”.