Territorio y desarrollo
La globalización de las actividades humanas en el mundo contemporáneo, deriva en enormes desafíos para las poblaciones y sus territorios.El tiempo de la seguridad de las certezas ha pasado y el nuevo milenio se presenta lleno de incertidumbre y complejidad. Arriban con él nuevas oportunidades no exentas de riesgo. La vulnerabilidad a los cambios ha aumentado. Los desafíos desbordan las realidades tradicionales que yacían en el pasado enmarcadas en los límites físicos y conceptuales del estado nación, el cual se encuentra hoy en día experimentando un profundo proceso de reestructuración. El hecho regional ha emergido, traduciéndose en una mayor vinculación de las personas a lugares, las cuales solicitan nuevos procesos colectivos más democráticos y cotidianos. De esa manera, han surgido nuevos actores políticos al momento de elaborar y colocar en práctica políticas públicas en el territorio.
El territorio es mucho más que mero soporte físico o contenedor de actividades de una población. Es el espacio donde se producen relaciones sociales y económicas generadoras de pautas específicas de equilibrio, desigualdad o marginación, dependiendo de su grado de conexión a redes más o menos globales.
El territorio es recurso, patrimonio, paisaje cultural, bien público, espacio de solidaridad, legado. La propia cultura de los territorios es ahora entendida como factor de competitividad de primer orden.
Se han abierto camino, en definitiva, nuevos valores y en los territorios —cada vez más homogeneizados— hay nuevos actores. Como consecuencia, cambia la naturaleza de los conflictos y se modifican las funciones. Pero, sobre todo, están cambiando las formas de gobierno de territorio. El cambio social, la segmentación creciente, la emergencia de nuevos actores políticos, la mayor distribución del poder de decisión obliga a gobernar de una forma más horizontal, más participativa, más próxima, más atenta a los contextos específicos, más democrática en definitiva. Un nuevo reto para el espacio público, lo constituye el impulsar políticas orientadas a mejorar la competitividad, a garantizar la cohesión social y a velar por una gestión más prudente del territorio.
Ahora bien, disertar sobre el espacio público hace obligada la referencia a la cooperación (vertical y horizontal, formal e informal), de políticas públicas que garanticen un desarrollo más sostenible, de la necesidad de superar enfoques sectoriales, de desarrollo territorial, de enfoque estratégico.
Para determinar si existe correspondencia entre la organización espacial y el desarrollo social, primero se debe determinar que se entiende por desarrollo.
Existe una diferencia significativa entre las concepciones de desarrollo sostenible en los países desarrollados y en los en vías de desarrollo. En los primeros se discute la reducción del consumo material, mientras que en los segundos la preocupación fundamental se asocia con la justicia social. Desde las conferencias de las Naciones Unidas de 1972 hasta la de 1992, ha aumentado notablemente la conciencia ambiental en todos los países. En este sentido la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo señaló que la perspectiva latinoamericana debía incluir la necesidad de un desarrollo «que distribuyese equitativamente los beneficios del progreso económico»
Hoy, la preocupación del equilibrio socio-ambiental, con la consecuente aplicación de programas de desarrollo sostenible en América Latina, tiene un papel muy importante, sobre todo, con la posibilidad de su aplicabilidad en el ámbito regional. En este sentido, el desarrollo sostenible debe crear formas participativas de planificación, e incluir necesariamente los diversos grupos sociales afectados.
Bajo los conceptos de instituciones internacionales, entiende por desarrollo a la condición de vida de un individuo que satisface sus necesidades autenticas mediante el uso racional de los recursos y de los sistemas naturales.
Alguien podría considerar que siendo una persona en desarrollo que consume en forma obligada productos industriales y servicios culturales (es decir producidos por el hombre), en consecuencia no tiene capacidad de decisión respecto a los recursos naturales o sus sistemas. No obstante, todas las personas consumimos recursos naturales en forma directa o indirecta y nuestra decisión respecto a ellos esta en base a nuestra decisión de consumo o de compra. Por ello es que el desarrollo social no es posible sin desarrollo individual. No podemos desprendernos de nuestra condición de seres biológicos, y en tanto eso sea así, el término desarrollo nos indica que debemos conservar y fortalecer una gran comunicación de apoyo y soporte a nuestro ambiente, porque él realmente constituye el real espacio donde transcurre nuestra vida y la de nuestra Sociedad.
El conjunto de individuos con sus respectivas actividades, decisiones y patrones de consumo configuran en mayor o menor medida una tendencia al desarrollo óptimo o por el contrario una involución, depredación de sus recursos y tendencia a la pobreza extrema.
La afirmación de que el desarrollo sostenible es el desarrollo que atiende al momento actual sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras es compartida por todos.
Es una tarea difícil estudiar la región y evaluar hasta que punto un programa de ordenación territorial puede entender y proponer proyectos sostenibles que contemplen una variedad de intereses a veces en conflicto.
Con el fortalecimiento de las políticas municipales y de descentralización de las acciones del gobierno estatal, la empresa, desempeña un papel relevante en dicho proceso.
La inserción de la dimensión socio ambiental en la planificación, hace posible un nuevo tipo de metodología de planeamiento regional que posibilita la participación popular en la toma de decisiones.
En tal sentido, deben integrarse las acciones del gobierno nacional, estatal y municipal y de los grupos sociales organizados, lo que contribuiría a logros concretos en manejo adecuado del ambiente
Existe una diferencia significativa entre las concepciones de desarrollo sostenible en los países desarrollados y en los en vías de desarrollo. En los primeros se discute la reducción del consumo material, mientras que en los segundos la preocupación fundamental se asocia con la justicia social.
El Programa ha de ser económicamente justo, ambientalmente responsable y con la participación ciudadana como ejes principales. Estas bondades, son posibles a través de la planificación. Un Programa de Desarrollo Regional Sostenible para la Región está llamado a desempeñar un papel también importante para la elaboración de políticas regionales y espaciales, con la transferencia de competencias a las instancias estatales y municipales, entendiendo que los problemas deben ser resueltos en el nivel más próximo posible de las necesidades reales básicas de cada comunidad El Programa ha de contemplar al menos seis líneas de acción para la construcción del nuevo paradigma del proceso de desarrollo sostenible en la región: reestructurar y vigorizar la economía; conservación y uso racional de la biodiversidad de nuestros ecosistemas(el control de micro cuencas hidrográficas, la gestión de unidades de conservación ambiental, legislación y control ambiental, recursos hídricos y medio ambiente urbano) ; innovación y desarrollo tecnológico regional(tecnologías para sistemas y actividades existentes, tecnologías para sistemas innovadores, tecnologías para la conservación, uso y valorización racional de los recursos ambientales); valorización de los recursos humanos y fortalecimiento institucional; desarrollo humano(desarrollo de recursos humanos; reforma y adecuación de las instituciones de investigación y desarrollo; fortalecimiento del sistema educativo regional; revitalización del cooperativismo; fortalecimiento de instituciones representativas de la sociedad civil); e infraestructura urbana y rural(, educación, agua y saneamiento, salud, energía, comunicación, polos industriales).