“Mi hija es periodista y su deber es informar, pero yo soy su mamá y el mío es cuidarla”
Cuando Jacqueline Zambrano se enteró que su hija Kimberly quería estudiar comunicación social, la apoyó inmediatamente. Total, es una carrera con muchas ramas, y si alguien se ve interesado por el periodismo, la diversidad de fuentes es amplia. “Pero cuando me dijo que comenzaría a cubrir todo lo relacionado con la política y la Asamblea Nacional, ahí sí me preocupé, porque sabía que se estaba metiendo en un terreno peligroso”, comenta.
A decir verdad, Jacqueline se confiesa una mujer “un poco nerviosa” y, aunque considera que Kimberly es una heroína por salir día a día a cubrir cada manifestación, sesión de la Asamblea Nacional u otras pautas políticas, ella no deja de preocuparse por la seguridad de su hija.
“Primero, quiero decir que me siento muy orgullosa de Kimberly por la voluntad que tiene. Ella, como otros muchachos, sale a la calle a enfrentar esta realidad. Sé que debe hacerlo, pero yo siempre siento el alma pendiendo de un hilo. Y esto que voy a decir sonará fuerte, pero yo sé que ella sale de la casa, pero no estoy segura de que vaya a regresar”.
Solo queda pedirle a Dios
Cada mañana, Jacqueline intercede ante el Creador para que proteja a Kimberly y a su otro hijo Rubén, de 19 años. “Yo quisiera estar con ellos siempre y guardarlos, pero no puedo andar encima de los dos. Lo que hago es pedirle mucho a Dios”.
La preocupación siempre está presente en la vida de esta mujer, y hay momentos en los que se siente angustiada, como el pasado 19 de abril, cuando se enteró que su hija fue atendida de emergencia, ya que estaba descompensada por haber tragado demasiado gas lacrimógeno. “Ese día me sentí demasiado mal por ella, por su salud, porque no es justo que tenga que vivir momentos así”, afirma.
Pero a pesar de su temor, lo cierto es que Jacqueline admira el ímpetu de su primogénita y lo aguerrida que es al momento de asumir un reto. Desde que recuerda, su hija es así: “Mi muchacha es echada para adelante y atrevida”.
Como muchas madres, “yo quisiera que mis hijos crecieran en otro sistema porque, lamentablemente, acá están truncados”. Aunque sea rudo, su deseo es que los dos se vayan y tengan un futuro mejor.
Para el Día de la Madre pide un regalo que admite fantasioso: “que todo se arregle en un tronar de dedos; que me acueste a dormir y despierte en una Venezuela libre y hermosa, pero sé que va a pasar tiempo para que eso suceda”.
Por eso, aunque comprende el rol comunicacional de su hija, también está consciente del suyo como mamá: “Mi hija es periodista y su deber es informar, pero yo soy su mamá y el mío es cuidarla”.