El Maestro
A escasos días de felicitar a José Antonio Abreu por su designación como Miembro Honorario de la Real Sociedad Filarmónica de Londres, leo con regocijo la noticia del Premio Príncipe de Asturias para nuestras orquestas. ¿Qué puedo decirle al Dr. Abreu que ya no le haya dicho?…
Encuentro que más allá de la alegría y del orgullo que siento como venezolana, está la esperanza que nos infunde día a día el Sistema que él creó y del que es alma y motor. Y no puede ser de otra manera: Abreu ha sembrado el país de esperanzas y de sueños, de logros y de excelencia. Ha sido el constructor por antonomasia en un país donde nos ha costado tanto construir. Ha sido capaz de transformar lo bueno en mejor y lo mejor en óptimo. No ha tenido miedo de exigir. Ha sido capaz de despertar optimismo donde reinaba la zozobra. Y ha tenido infinita paciencia para perseverar en su empeño de realizar una obra que representara una verdadera revolución social.
Gracias a él, hoy decenas de miles de niños poseen la certidumbre de que serán alguien en la vida, porque tienen los instrumentos, tanto en sentido real como figurado, que les abren las puertas de la civilización, de lo excelso, de lo sublime. Centenares de miles de padres duermen hoy tranquilos sabiendo que a sus hijos les espera un futuro mejor.
Ciertamente podemos ilusionarnos con la idea de que en un futuro muy próximo una gran mayoría de los jóvenes venezolanos que hoy blanden armas de fuego, las cambiarán por un violín o un cello o una flauta… Y es que una de las maravillas del Sistema de Orquestas es que ha revertido las figuras de los antihéroes que han dominado nuestra juventud, por aquellas de los verdaderos héroes, de esos que conocen el valor del trabajo, de la persistencia, de la honestidad, de la solidaridad, del trabajo en equipo.
Cuando veo a José Antonio Abreu recibir los mayores elogios, aplausos y reconocimientos con la mayor humildad del mundo, respondiendo que son para su maravilloso equipo de trabajo y para los integrantes del Sistema, no sólo me produce admiración, sino también el deseo de que esa sencillez contagie a todos nuestros compatriotas.
Una vez más y por siempre, vaya para el querido Maestro José Antonio Abreu la más profunda gratitud por su obra de vida y amor.