Martín Lutero
“La guerra es la más grande plaga que azota a la humanidad,
destruye la religión, destruye naciones, destruye familias.
Es el peor de los males.”
Martín Lutero.
LA VOZ DEL REFORMADOR
Las traducciones de la Biblia que sustituyeron en los países reformados al latín de la Vulgata ofrecen aun desde punto de vista literario, una importancia del primer orden.
La época de la Reforma constituye para Alemania un periodo literario. Martín Lutero fue no sólo el heresiarca, el reformador religioso, sino el de su idioma. Se ha dicho que su traducción de la Biblia fue un trabajo gigantesco, en que él solo hizo por su propio lenguaje lo que por Italia habían hecho Dante, Petrarca y Boccaccio. Si no lo creó, lo elevó desde la infancia a la madurez. Para ello tomó como base el dialecto alto sajón, empleado por las cancillerías y por todos comprendido, realzándolo, animándolo, dándole flexibilidad, por medio de la observación del lenguaje del pueblo, y al mismo tiempo fijándolo, a fuerza de paciencia y de consultas de toda clase. Su único deseo era, según él, el escribir en un lenguaje puro y claro, el más práctico para su propósito, que, en rigor, no era el literario, sino el de propaganda teológica.
Martín Lutero nació en Eisleben, Sajonia, el 10 de noviembre de 1483 y murió en la misma ciudad el 18 de febrero de 1546. Hijo de un pobre minero de Eisleben, estudió en la Universidad de Erfurt, ingresó en la Orden agustina, cursó estudios de Teología en la Universidad de Wittemberg, en la que se doctoró en Teología (en 1512) y donde fue también profesor. Allí se desarrollaron sus inquietudes religiosas, centradas en problemas como el libre albedrío, la salvación y la libertad de examen, a la vez que se mostraba preocupado por la corrupción de la Iglesia oficial –había viajado a Roma en 1510-1511-, e intentaba diferenciar a ésta de la Iglesia “invisible” -la comunidad de los cristianos en relación con Dios-. Estas posturas eran sólo conocidas por un reducido círculo de intelectuales de su Universidad, pero salieron a la luz con motivo de la publicación de una Bula de Indulgencias de la que se excluía a los agustinos: Lutero redacta sus 95 tesis, en las que ataca el sistema de indulgencias y se remonta a consideraciones doctrinales que fueron vistas como heréticas. Lutero fue excomulgado, y mandado a perseguir por Carlos V (Edicto de Worms de 1521); encuentra refugio entre los nobles alemanes –el elector de Sajonia lo protege del emperador-, quienes de esta forma querían manifestar la independencia del Imperio germánico respecto de Roma; por otra parte, el pueblo alemán las clases campesinas, recogen su mensaje de liberación y promueven rebeliones que son acalladas violentamente, con la aquiescencia del mismo Lutero.
Martín Lutero expuso sus ideas en escritos como A la nobleza cristiana de la nación alemana (1520), De la cautividad babilónica de la Iglesia y Sobre la libertad cristiana en la que se reflejan definitivamente sus teorías sobre la justificación por la fe –en las que resonaban ideas de San Pablo y San Agustín-. Al mismo tiempo, se dedicó a traducir la Biblia al alemán, con ayuda de Melanchton y de otros, para garantizar el libre examen que defendía.
Por otro lado, intentó atraer la atención sobre su teología en los numerosos himnos (sólo quedan cuarenta y uno) que compuso y a los que el mismo puso música. Tradujo el Credo, el Te Deum y varios himnos latinos. Algunos de los suyos han quedado como definitivos, como insustituibles dentro de la religión protestante.
La obra de Lutero, aparte sus consecuencias religiosas e históricas, tuvo especial trascendencia para el desarrollo cultural alemán; en España su influjo fue drásticamente acallado por la Inquisición, aunque se dejó sentir en los erasmistas, a pesar de que Erasmo, al que Lutero había intentado ganar para su causa, no se había dejado seducir por las tesis del reformador. Y como dijo el reformador alemán: “El pensamiento está libre de impuestos”.