Una morrocoya para Obama
Querido negro, o mejor dicho afroamericano como llamamos a los negros nuestros por aquí:
Te escribo estas letras; no pude ir como deseado a Guashintón a la toma de posesión, porque no me invitaste. Sin embargo, en mi corazón valiente no te guardo todavía ningún odio, como el grande e inmenso que sí le tengo al Diablo Blanco del Norte, y que no lo nombro para no amargarme esta primera carta que te mando en señal de amistad que aspiro duradera como la que tengo con el isleño Perpetuo.
Después de mi jauryú de rigor, te informo que luego de enterarme de la necesidad perentoria de que la Casa Blanca y tus hijas, a las que ya quiero como si fueran mías – ¡Reciban la bendición muchachas! Ya iré por allá a cantarles una canción del llano mío- contaran con una senda mascota presidencial, te tenía una morrocoya de regalo.
Esta morrocoya, joven y hermosa, la había mandado a buscar a orillas del Río Masparro, cerquita de la hacienda de mis padres, porque son las mejores morrocoyas del mundo, en casa de mi hija hay una que nos ha salido de lo mejor, es lenta pero segura y no es respondona ni alzada como me salió mi mujer.
Bueno Barack o Barry, porque a mi me gusta saludar a la gente confianzudamente, si no pregúntale a sus Majestades que se esconden para que no las bese, te tenía también previsto, a bajo costo como si fuera diesel de CITGO, un suministro confiable y seguro de insumos para la morrocoya: aguacates de la finca de mi compadre larense; lechozas de las que me hace en dulce de almíbar mi mamá, cuando vaya te llevo un pote grande; lechugas no porque UDS tienen hidropónicas y buenas. Ya instruí a Rafa para que me seleccione las mejores sobras de MERCAL y de PDVAL para enviártelas frescas y de inmediato. Pienso que uno de los aviones que acabo de encargar sea dedicado a eso, después de pasar por supuesto por tú sabes donde, no menciono la islilla para no pecar de descarado y de inoportuno con tanta vaina que tienes encima ¡Pobre Negro!
Bueno pana, te dejo, porque tengo una reunión grande y larga con los camaradas en el Poliedro, ya lo conocerás cuando vengas, yo mismo te voy a llevar en un Tiuna que es mejor que la Hummer ¡ya verás! Por cierto, se me ocurre que sería bueno proponer un referendo nacional – después del mío del 15 de febrero – para que ver que nombre le ponemos a la morrocoya. Los condenados del proceso me sugieren el de una de las tres cercanas e incondicionales camaradas que andan apuraditas y ocupaditas con eso de hacerme eterno. Ciao, te llamo, mándame por cierto el número de tu Blackberry, a mi me acaban de regalar uno por Navidades que pienso estrenar contigo. Un abrazo ¡Hablamos!