Opinión Nacional

Todos somos Judíos

Obviamente, la salvaje incursión por parte de grupos de comandos «revolucionarios» antisemitas el sábado 31 de enero en la Sinagoga Tiferet de Caracas, es una evidente secuela político-militar de la persistente y sistemática incitación al odio irreconciliable que concita el verbo incendiario del Presidente de la República. De aquellos «polvos» de TNT semántica vienen estos barriales de sangre en que nos encontramos cautivos los venezolanos por nacimiento y, ahora, los por naturalización y vocación. La herética profanación del principal Templo Judío de Venezuela es prueba patente e incontestable de que las palabras del Primer Magistrado Nacional sí tienen eco y receptividad en las hordas patizambas y desdentadas vocacionalmente violentas y agresivas que lo reifican y lo exaltan al extremo de ungirlo cual Mesías redentor de las legiones de explotados y preteridos desde tiempos de la ruptura del nexo colonial con el Imperio español en 1810

¿Acaso es «casual» que las pintas con sprays de color rojo que testimonian la barbarie profanatoria del 31 de Enero digan, textualmente, «asesinos», «fuera judíos», «malditos» a pocos días de la decisión presidencial de expulsar de nuestro país al Excelentísimo Embajador de la República de Israel en Venezuela? Nada es casual en este tinglado de infamias y de bochornosas agresiones contra el Pueblo Judío en Venezuela. Todo se deriva, en forma de «cascada» desde los más altos niveles de gobierno hasta las bandas mercenarias, armadas hasta los dientes, que prestas a ejecutar las más asquerosas órdenes provenientes del alto gobierno bolivariano y socialista, pacífico pero armado, según nuestro Primer Magistrado.

Lo ha demostrado la extensa y dilatada Historia de la humanidad y el heroico y valiente pueblo Judío ha sido testigo privilegiado de ello; ahí donde se comienza saqueando y profanando Templos, pronto arderán libros, como en la tristemente recordada noche dictatorial Suramericana de Videla, Pinochet, Stroessner y un largo etcétera que proyecta sus miedos y temores hasta este presente aciago y tenebroso que se cierne sobre nuestro presente histórico.

Porque no hubo muertos esa terrible noche del 31 de Enero en el asalto a la Sinagoga Tiferet, no por ello debemos, los escritores, poetas, artistas e intelectuales «contra-revolucionarios» de esta hora republicana, dejar de alzar nuestra voz contra las pretensiones antidemocráticas de nuestro golpista-presidente.

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