El conocimiento que necesitamos
De acuerdo con el origen de la expresión, conocimiento es lo que se conoce. A su vez conocer es tener conciencia de la realidad, es saber el qué, el cómo, el cuándo y el dónde de lo que nos rodea. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua, define conocer como “Averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas. Percibir el objeto como distinto de todo lo que no es él. Entender en un asunto con facultad legítima para ello. Entendimiento, inteligencia, razón natural”.
Hoy en día accedemos a la información como nunca antes. Pero esta información sólo nos aporta lo que nos dicen los demás (lo que piensan, creen pensar o simplemente dicen). Así que el acceso a la información no nos garantiza el conocer. Para lograrlo, necesitamos pensar. “Del latín pensare: pesar, calcular, pensar. Imaginar, considerar o discurrir. Reflexionar, examinar con cuidado algo para formar dictamen. Intentar o formar ánimo de hacer algo”.
Para aprender lo que se estudia, formándose un dictamen de lo que es enseñado, hay que estar convencido de algo hay que discurrir, reflexionar, razonar para sacar las propias conclusiones, no las de los demás, sino las propias.El conocimiento siempre es una elaboración personal, fruto de las asociaciones que nuestro cerebro es capaz de hacer a partir de su experiencia, de la información que ya tenemos, y de la que hemos seleccionado y analizado. El conocimiento se elabora para dar respuesta a alguna cuestión de nuestro interés. Por lo tanto siempre supone más que la información de la que hemos partido para construirlo, tiene una funcionalidad por naturaleza.
Por ello es que para lograr el conocimiento que se necesita, el docente debe hacer pensar y reflexionar a sus estudiantes, hacerlos discutir, entrar en el debate, practicar la auto crítica y la crítica, contrastar, compartir, en definitiva. Llevar a cabo todo el proceso metodológico necesario para que los receptores de la información que se comunica, hagan suyas las nuevas ideas que no deberán ser necesariamente las del docente.
He aquí que el estudiante debe dar un paso adelante: hay que comprobar que lo que sabe y cree, funciona, aprendiendo mediante la práctica y los errores el saber de las cosas. Cierto que hay un aprovechamiento de las prácticas, experiencia y errores de los demás y, gracias a ello, evolucionamos más rápidamente, pero la propia experiencia, el propio movimiento hay que hacerlo andando y no solo viendo cómo lo hacen los demás.
En la sociedad actual la información y el conocimiento se van convirtiendo en elementos fundamentales para el progreso económico, factores del proceso productivo y también componentes esenciales para el bienestar personal. Y es que las personas necesitamos construir conocimientos que nos permitan dar las respuestas más pertinentes ante las circunstancias que se nos presentan en cada momento, para lo cual necesitamos disponer de una información adecuada, sin la cual no podemos elaborar el conocimiento que requerimos.
Las personas construimos continuamente conocimientos útiles para afrontar las situaciones que se nos presentan a partir de la información de que disponemos en la memoria y de la que podemos encontrar en nuestro entorno. En la sociedad actual, que pone a nuestro alcance cantidades ingentes de información de todo tipo, una de las competencias básicas de todos los ciudadanos debe ser saber aprovechar esta información para construir conocimientos.
Pero es definitivamente la necesidad la que termina por identificar los conocimientos que son finalmente aprendidos. Esa necesidad prefigura nuestra motivación, y es a través de esa motivación, como logramos el substrato adecuado para el aprendizaje necesario y su adecuada valoración.
Al propio tiempo, es necesario acotar que, hoy por hoy, el aspecto más importante quizás de la función educativa, es que debe propiciar la aplicación del conocimiento de todos. Porque esa es la clave del éxito en las nuevas organizaciones.La fluidez adecuada del conocimiento de todos. Así lo apunta el acreditado filósofo y ensayista José Antonio Marina (Toledo, 1939), especialista en inteligencia y pensamiento divergente, cuyos últimos libros tratan de la inteligencia de las organizaciones y de las estructuras políticas: “En la función jerárquica, el que está arriba es el que sabe lo hay que hacer, pero hoy los entornos son demasiado complejos, no hay soluciones estándar y las que se encuentran es posible que, además, sirvan para muy poco tiempo. Así que es más necesario que nunca aprovechar el conocimiento de todos, el talento para evaluar los proyectos y ponerlos en marcha”.
De esta manera, entendemos en que solo el conocimiento activado, cambiante, fluido, es el que produce las transformaciones de calidad que se requieren. Y esto tiene que ver con las soluciones sociales. El conocimiento que necesitamos en primer lugar es el que nos permite funcionar a todos como una sociedad equilibrada. Por eso, en la esencia de la funcionalidad democrática, no pueden ser excluidas las opiniones y conocimientos presentes, porque probablemente alguno de ellos, en asociación creativa con otros, produzca las soluciones que aisladamente no conseguimos. Las soluciones, actualmente, ya dejaron de ser focales, puntuales, únicas.Hoy en día, es la reunión de miles y miles de puntos de vista, diversos pero complementarios, los que originan la red de conexiones donde puedan “pescarse” las soluciones. El conocimiento crece en volumen y profundidad, al igual como lo hacen los problemas que deben ser abordados con él. De nosotros depende asumirlos adecuadamente con la diversidad de opciones para tejer una red compleja de soluciones, caracterizada no por su dificultad sino por la sencillez de sus múltiples conexiones.