Minimizada y maltratada
Después del revolcón sufrido en el Distrito Metropolitano de Caracas en las últimas elecciones municipales y en sintonía con el carácter nominalista de la “revolución”, los partidarios del régimen ensayan la minimización retórica del tamaño de la ciudad capital, reduciéndola en sus discursos al ámbito del Municipio Libertador, uno de los cinco que la integran pero el único en el cual alcanzaron una victoria no precisamente holgada. Una operación pueril que autoriza a la Pre-sidente de la Asamblea Nacional a decir sin sonrojarse que ganaron en Caracas.
Dentro de ese predicamento consolatorio, el alcalde del municipio en cuestión ha anun-ciado hace pocos días el lanzamiento de un no mejor precisado “Plan Caracas Socialista”, al cual se asignaría un total de Bs F 1.800.000.000 en un plazo de dos años pero que se invertirían exclusivamente en el Municipio Libertador: hay que alertar que llevar ese enfoque del discurso a la práctica comporta serios riesgos que terminarán siendo pagados por los ciudadanos. Por ejemplo, ha anunciado la intención de incrementar la densidad poblacional del Municipio, lo cual pudiera tener sentido si se advierte que la ciudad de Buenos Aires, sin duda mucho más ciudad que la nuestra, casi triplica la densidad poblacional del DMC. Pero densificar no es simplemente levantar edificios multifamilares sobre parcelas en las cuales antes había casitas: para que la ciudad no colapse en el intento, también es necesaria una inversión colosal en equipamientos urbanos, desde escuelas, hospitales, plazas y parques hasta calles y aceras, drenajes, acueductos y redes de telecomunicaciones. Sin olvidar temas críticos de nuestra capital como son los de la recolección y disposición de basura y el transporte público, ni entrar en la compleja maraña de la seguridad personal y los riesgos naturales de una ciudad tan vulnerable como la nuestra. Y hay que recordar, además, que no se trata únicamente de fortalecer una urbe que ha crecido bien durante años; por lo contrario, desde hace mucho ella viene arrastrando déficit tan graves que solamente compensarlos ameritaría un esfuerzo como el comentado.
Pero, para desgracia de los caraqueños, lo peor de esa visión mezquina y egoísta es que está condenada a desembocar en aberraciones urbanísticas y derroche de recursos: un continuo urbano como Caracas no puede ser atendido a retazos, como si cada municipio fuera una fortaleza medieval aislada y autosuficiente. En los ocho años pasados la Alcaldía Metropolitana incumplió con la finalidad integradora que inspiró su creación por parte de la Asamblea Nacional Constituyente, pero hoy ella da muestras incontestables de su intención de cumplir ese rol. Insistir en mantenerse al margen revela sólo una mezcla de estupidez con soberbia que merecería conmiseración si no se estuviera jugando con el destino de millones de ciudadanos.