Opinión Nacional

Temir Porras, el lobbista del poder

Levantó puentes entre Chávez y la izquierda francesa y representó a Venezuela en las negociaciones con socios prioritarios para la política exterior socialista como China y Siria cuando fue vicecanciller. Convertido en comisionado presidencial para Asuntos Estratégicos, secretario ejecutivo del Fonden y presidente del Bandes, es la mano derecha del presidente Nicolás Maduro. Con esta historia comienza una serie sobre perfiles de hombres que han acumulado influencia política y económica en la era chavista

 

El viernes 15 de marzo de 2013, la caravana fúnebre que trasladó los restos del presidente Hugo Chávez desde la Academia Militar hasta el Cuartel de la Montaña se deslizó por el Paseo Los Próceres encabezada por un jeep verde modelo Tiuna, conducido por Nicolás Maduro. El mandatario boliviano Evo Morales viajó en el asiento del copiloto, mientras Cilia Flores iba sentada en segunda fila.

 

La cabina trasera del vehículo fue tomada por dos altos mandos del oficialismo que viajaron de pie para dejar espacio a un nutrido grupo de escoltas: Diosdado Cabello a la derecha y Elías Jaua en el centro. A la izquierda, justo al lado del canciller, iba Temir Alfredo Porras Ponceleón.

 

Maratonista de adulto y karateca de niño, Temir Porras se incorporó a las filas del oficialismo armado con un impecable expediente académico forjado en Francia. Solvente en inglés y francés, con vocación de traductor en reuniones oficiales con representantes de otros países, puso al servicio de Chávez los conocimientos y habilidades que desarrolló a través de sus estudios de Ciencias Políticas e Historia en la Universidad de La Soborna, y en la reconocida Escuela Nacional de Administración, vivero académico de funcionarios públicos franceses y renombrados políticos europeos. Se educó en Francia desde el final de su bachillerato como beneficiario del programa Galileo de Fundayacucho, lanzado por el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez.

 

Con 39 años de edad y poco más de una década dentro de la administración pública, Porras ha acumulado cargos de confianza en jerarquía ascendente: asesor de relaciones internacionales en Miraflores durante la sacudida golpista de 2002; director de Política Internacional en el organigrama de la Cancillería presocialista (el tercer cargo más importante después del ministro y el viceministro) y director de Despacho; viceministro de Asuntos Estudiantiles en la cartera de Educación Superior; y vicecanciller de Europa y de Asia, Medio Oriente y Oceanía, «y sus alrededores», como se le escuchó decir a Maduro alguna vez durante los seis años que comandó la diplomacia bolivariana. En febrero, al igual que Jesse Chacón, se convirtió en miembro.

 

de la directiva de la Fundación Musical Simón Bolívar, que regenta el sistema de orquestas.

 

Nacido el 29 de mayo de 1974, su nombre funde las primeras sílabas de los de su padre y su madre, Teodardo Porras, quien es secretario general de la Gobernación de Bolívar bajo el mando de Francisco Rangel Gómez; y Miriam Ponceleón.

 

Porras nació en Caracas pero se crió en Bolívar, donde su padre hizo carrera como ingeniero civil en la Corporación Venezolana de Guayana. Es primo de José Sánchez Porras, obispo del Ordinariato Militar de Venezuela y el oficial activo más antiguo del Ejército; sobrino del arzobispo de Mérida, Baltazar Porras, quien declinó ofrecer cualquier declaración para este reportaje; y hermano de Mairim Porras, directora del Museo de Arte Moderno Jesús Soto. En un artículo de su blog temirporras.blogspot.com se define así: «Por haber nacido en un hogar profunda y auténticamente católico, a pesar de ser yo un agnóstico militante, me considero un ser humano constituido sobre una sólida base de valores».

 

Presencia fija en el encuadre de toda cadena nacional en la que Maduro anuncie un nuevo plan de gobierno desde Miraflores, listo para facilitarle una carpeta cuando lo necesite, Porras es el funcionario a la sombra que ha acumulado mayor poder político y disponibilidad de recursos financieros dentro del gabinete posterior a Chávez vía decreto: fue nombrado comisionado presidencial para Asuntos Estratégicos y secretario ejecutivo del Fondo de Desarrollo Nacional en abril, y presidente del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela a mediados de mayo.

 

En la Gaceta Oficial número 40154, fechada el 25 de abril de 2013, se señala que, como comisionado de Asuntos Estratégicos, Porras deberá «atender y apoyar asuntos del Gobierno nacional que (…) requieran especial atención y coordinación de entes y órganos del poder público». Aunque no tiene experiencia en el mundo financiero, controlará la caja chica que paga los proyectos de obras públicas y desarrollo del Ejecutivo: fondos multimillonarios e inauditables en el Bandes y el Fonden, cuya principal fuente de ingreso son inversiones en el primer caso y transferencias recibidas desde el Banco Central de Venezuela y Pdvsa en el segundo. La detención en Estados Unidos de altos funcionarios del Bandes por desviar fondos en operaciones fraudulentas en mayo puso en evidencia la falta de transparencia en el manejo de los recursos públicos en estas entidades.

 

La tribu francesa. En el audio de la conversación entre Mario Silva y el jefe del G2 cubano Aramis Palacios, que divulgó la oposición en mayo, el presentador de La Hojilla critica las recomendaciones «no confirmadas» que un «grupo francés traído por Porras» le habría hecho a Maduro durante la campaña: desvincular su figura del Partido Socialista Unido de Venezuela y plagar las tarimas oficialistas de artistas que, en su opinión, convirtieron la competición electoral en un «show tipo Sábado Sensacional».

 

Funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores que trabajaron con Porras y hablaron bajo condición de anonimato aseguraron que en los pasillos de la Cancillería y Miraflores, Porras y sus más estrechos camaradas son mentados «los franceses» porque suelen conversar en esa lengua al margen de las reuniones oficiales en Caracas.

 

Uno de sus aliados políticos más cercanos y conocidos es Maximilien Sánchez Arveláiz, quien dejó de ser embajador de Venezuela en Brasil la semana pasada para convertirse en el nuevo comisionado presidencial para Asuntos Internacionales. La prensa paraguaya le atribuyó haber recomendado a Maduro, entonces canciller, que se reuniera con los altos mandos paraguayos para llamarlos a impedir el juicio político contra el ex mandatario Fernando Lugo a mediados de 2012, episodio que desató una crisis diplomática entre Caracas y Asunción.

 

Unidos por una amistad cultivada en las filas de manifestaciones y movimientos antiglobalización y altermundistas en París a finales de los noventa, Porras y Sánchez Arveláiz se vincularon a Chávez al comienzo de la revolución, al incorporarse a la plantilla de la Embajada de Venezuela en Francia como personal local, dispuestos a fungir de asesores, lobbistas en ámbitos académicos y políticos, y promotores de los círculos bolivarianos en ese país.

 

Sánchez Arveláiz se acercó al mandatario con una atractiva carta bajo la manga: la tesis de maestría que presentó en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Londres, titulada «Utopía rearmada, Chávez y la izquierda venezolana», una argumentación ideológica que lo catapultó a la Dirección General de Relaciones Internacionales del Despacho de la Presidencia, desde donde le abrió las puertas de Miraflores a su amigo Porras dos semanas antes del 11 de abril de 2002, para unirse al equipo de consejeros en materia de política internacional que Chávez estaba inaugurando. Aquella coyuntura le permitió demostrar el alcance de sus conexiones fuera de Venezuela: medios franceses como Le Monde Diplomatique o Radio Francia abrieron sus páginas y micrófonos a las denuncias contra el golpe que formulaba Porras, una maniobra rápida y oportuna aplaudida después por el comandante frente a la interrupción del sistema de comunicaciones que sufrió el palacio presidencial durante la insubordinación militar.

 

Sus contactos le ayudaron a promover el encuentro entre el gobernante venezolano y líderes de la izquierda francesa como los ex candidatos presidenciales Olivier Besancenot de la Liga Comunista Revolucionaria y Jean-Luc Mélenchon del Partido de Izquierda. Formadores de opinión como el periodista Ignacio Ramonet; Bernard Cassen, fundador de la Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Acción Ciudadana y ex director de Le Monde Diplomatique; o el historiador Olivier Compagnon, son anfitriones habituales de Porras cuando visita París en medio de giras oficiales; y entidades como la asociación France-Amerique Latine o el Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po) se volvieron enclaves abiertos para presentar conferencias que mercadean la gestión del Gobierno venezolano gracias a sus buenos oficios.

 

El cerebro tras bastidores. En una imagen de su perfil de Facebook, Porras se asoma detrás de un paraban que escoltaba a Chávez en la inauguración de la primera Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en diciembre de 2011. «Me gustó mucho esta foto, describe bastante bien la naturaleza de mi trabajo», escribió. Se le ve «evaluando el avance y allanando los obstáculos en el proyecto de ferrocarril Tinaco-Anaco que se construye con China», o reunido con el canciller sirio Walid al Moalem en Siria tras comprobar que la situación era «de tal normalidad» que pudo viajar por tierra entre Beirut y Damasco a pesar del conflicto armado que tiene lugar en territorio sirio. En la XXII Cumbre Iberoamericana de Cádiz (España), celebrada en noviembre de 2012, representó a Venezuela en la foto de familia tomada a los jefes de Estado que asistieron a la cita.

 

Siempre correctamente vestido, simpatizantes y detractores de Porras lo reconocen como un hombre preparado, hábil, disciplinado, trabajador y desconfiado. Designado como director de Política Internacional en el Ministerio de Relaciones Exteriores el 14 de junio de 2004, por el entonces canciller Jesús Arnaldo Pérez, fue blanco de enconadas críticas por parte de los funcionarios de carrera porque aquel cargo solía ser ocupado por embajadores de largo kilometraje con hojas de servicio meritorias.

 

Con un nombramiento que burlaba la jerarquía y ausente de los lineamientos y protocolos que habían signado la política exterior venezolana hasta el momento, Porras se rodeó de profesionales jóvenes que comenzaron a replicar el trabajo que hacían los escritorios asignados para monitorear la política interna de otros países y formular las recomendaciones que signarían el proceder venezolano en su interacción con el exterior. Esa estrategia resultó propicia para fomentar la influencia de La Habana dentro del ministerio y comandar a las cortes de terceros secretarios que fueron enviados a Cuba para formarse en quehaceres diplomáticos.

 

«Él era el verdadero canciller.

 

No sólo preparaba la agenda del ministro, sino que además tenía una visión estratégica de las relaciones internacionales.

Por eso le dio prioridad a la negociación de los acuerdos con Bielorrusia o con China, Irán y Siria cuando estuvo a cargo del viceministerio de Asia, Medio Oriente y Oceanía», cuenta una colega que trabajó directamente con Porras y que prefiere no identificarse.

El caso Shanghai y los sifrinos

Una controversia irresuelta marca el desempeño de Temir Porras en la Cancillería: la Expo Shanghai 2010. La entonces embajadora de Venezuela en China, Rocío Maneiro, exigió a la Contraloría General de la República que investigara adónde fueron a parar 40 millones de euros otorgados en 2 créditos adicionales para financiar el pabellón venezolano, así como una partida de miles de dólares que se asignó para montar un concierto con el sistema de orquestas que nunca se efectuó. Además, el arquitecto Luis Facundo acusó a Porras de borrar su nombre como autor del diseño de la estructura y sustituirlo por el de su esposa, la arquitecta uruguaya Andrea Jaurena.

En su blog www.temirporras.blogspot.com, el funcionario atribuyó la denuncia a una campaña emprendida por los periodistas Nelson Bocaranda y Patricia Poleo en su contra y aclaró: «Sólo comentaré (…) que el presupuesto total para la participación de Venezuela en Expo Shanghai 2010 no se acerca ni de lejos a la cifra de 40 millones de euros (una locura) lanzada alegremente por él y por Patricia Poleo, que no se ha `perdido’ ningún recurso, y que el tema de no organizar un `día nacional’ de Venezuela en la Expo fue una decisión absolutamente operativa, sin relación alguna con consideraciones de tipo presupuestario. Por otra parte, la participación de Dudamel y la Orquesta Juvenil en la Expo fue una idea, como cualquier otra, que tuvimos cuando nos encargamos del proyecto, pero que en el camino descartamos por múltiples razones». Hasta el momento, la investigación no ha arrojado resultados.

Con respecto a las denuncias contra su pareja, replicó: «Mi esposa viene de una estirpe de revolucionarios que se ha enfrentado a lo peor que la derecha mundial ha vomitado sobre esta pobre tierra. Hija de exiliados de una sombría dictadura militar, fue perseguida desde la edad de 14 años por el aparato represor puntofijista. Su hermano mayor, siendo un joven estudiante de la Universidad Simón Bolívar, fue vilmente asesinado mientras los esbirros policiales de Carlos Andrés Pérez lo tenían en cautiverio. Lo fusilaron, así de sencillo. Su memoria engrandece al movimiento estudiantil auténtico que se enfrentó a un régimen que le disparaba con armas de fuego a los muchachos todos los jueves, como si se tratara de una diversión».

Porras aprovecha la ocasión para criticar a los grupos estudiantiles que han confrontado al Gobierno: «Nada que ver con los sifrinos imbéciles estos de las manitas blancas que protestan por Twitter desde Miami». En una alocución pública, tres años después de la publicación de aquel escrito, Maduro incorporó a Porras en una lista de «sifrinos revolucionarios», junto con Andrés Izarra y Jorge Rodríguez.

En el mismo artículo publicado en su blog, respondió a quienes lo criticaban por atribuirle privilegios que no le correspondían como vicecanciller de Europa y encargado de Asia, Medio Oriente y Oceanía: «Yo gano el sueldo de un Director General, a pesar de asumir las responsabilidades de dos viceministros y trabajar 7 días por semana, un promedio de 15 horas. En cuanto a los supuestos viajes, viajo bastante poco para alguien que está a cargo de las relaciones con dos terceras partes del planeta».

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