Opinión Nacional

Comunicación social y el cristal de la personalidad

Cuando dos seres humanos se comunican entre sí; siempre permanece entre ellos, un grueso, doble, e invisible cristal compuesto por dos láminas: las personalidades de cada uno de ellos: todo lo que uno expresa mediante gestos o palabras debe atravesar obligatoriamente este cristal “traductor”—que hace que los significados, propósitos e intensidades de cualquier cosa que expresemos—nunca sean percibidos “literalmente” por la contraparte, sino en la forma libre que su personalidad lo “traduce”; con todo tipo de consecuencias, como por ejemplo, el hecho cotidiano de que algunas expresiones “hechas a la ligera”, a forma de broma, cinismo o sarcasmo inofensivo por una parte, sea percibido como altamente ofensivo, agresivo o imperdonable, por la contraparte—o que hasta una inexpresiva mirada, palabra o gesto de una parte, sea interpretada como una inequívoca atracción física, deseo o amor por la otra parte—y así siempre ocurre con cualquier tópico que traten entre sí dos seres humanos.

No siempre la comunicación conduce a equivocaciones y malentendidos como los expresados en el párrafo anterior, también ocurren las consecuencias altamente positivas y beneficiosas, como cotidianamente escuchamos en las frases: “ella es mi musa” o “yo fui inspirado por fulano o mengana de tal”—y esto puede ocurrir también, cuando la comunicación social tiene como intermediario a un libro, una revista, un periódico, una información de prensa [ya sea un reportaje, un editorial o un artículo de opinión], una fotografía, canción, escultura, pintura o cualquier otra forma de arte.

Abundan los ejemplos de esta verdad; como los textos sagrados llamados Torá, Biblia, Corán, Kebra Nagast, los Libros Veda, la Ocha; etc., o el Manifiesto Comunista, El Capital o la fotografía del Guerrillero Heroico del fotógrafo cubano Alberto Díaz Gutiérrez; mejor conocido como Korda—sólo para citar unos pocos.

Esta “extraña” realidad del doble cristal de las personalidades nos ilustra sobre muchas cosas, la principal de ellas, la suma importancia de la comunicación entre los seres humanos; así como el porqué ésta debe ser cuidada con afán y sabiduría—no sólo por los demócratas—sino por cada pareja humana unida o no en matrimonio. Sin olvidar el empeño que debemos hacer para darnos a entender correctamente; es decir, que nuestras expresiones lleguen realmente a ser entendidas por el interlocutor en una forma similar a nuestros verdaderos significados, propósitos e intensidades.

La mejor recomendación es escuchar a René Descartes; quien dijo (en latín): Cogito, ergo sum [pienso; en consecuencia existo]; es decir, siempre piense antes de expresarse, ya que de no hacerlo, sus expresiones no serán las realmente suyas, sino las “traducciones” que de ellas haga la personalidad de su interlocutor—y usted; le guste o no, deberá asumir las consecuencias.

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