Presentan libro exitosas agrupaciones autogestionarias de La Habana
Un grupo de mujeres de la tercera edad, vestidas con tradicionales tejidos a mano, presenta una “pasarela”, con música tradicional cubana modernizada de fondo, interpretada por Gigantería. Una “vaca”, “un caballo”, un “pajarraco” y otros “diablillos” hacen de las suyas entre el público asistente que colma la instalación. Al fondo una “escultura” de un mambí se mantiene alerta sobre un monte plateado que esconde un tesoro: los libros. Cierra el desfile de modas, una zanquera ataviada con los mismos hermosos tejidos que hemos visto pasearse. Arte todo. Así comienza el lanzamiento del libro “Sistematización de dos experiencias exitosas de desarrollo local en el Centro Histórico de La Habana”. Hermandad de bordadoras y tejedora de Belén y Gigantería. Dos experiencias autogestionarias exitosas, gracias al tesón y la constancia de sus fundadores e integrantes y al apoyo que le ha brindado la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. De cómo surgieron y se desarrollaron esos grupos, sus vicisitudes, faenas y experiencias, apoyos y gestiones, nos cuenta el libro escrito por Martha Oneida Pérez Cortés, Kresla Brutau Proenza y Roberto Salas San Juan, ilustrado con 96 fotografías a color, de Ediciones Boloña, realizado con apoyo del Fondo para iniciativas locales de Canadá. Dejo al lector el disfrute personal de saborear sus propios descubrimientos en esas dos vivas experiencias, llenas de pequeñas y grandes hazañas, de humanismo, arduo trabajo, valentía y osadía, de honor y dignidad, de autoestima. Algunos pasajes del libro explican, mejor que cualquier descripción o interpretación, las esencias y significados de la práctica de estas dos agrupaciones: “…el área de acción de este proyecto ( Hermandad de bordadoras y tejedoras de Belén), que impulsa el desarrollo local está relacionada con las concepciones de género y desarrollo, enfocado este último aspecto hacia aquellos elementos que le proporcionan fortaleza competitiva a alguna actividad económica, pero además, cuestiones de equidad, cohesión social, respeto a los derechos humanos y ecológicos. La Hermandad de bordadoras y tejedoras de Belén es una forma de asociación que significa un avance en cuanto a la consideración de las posibilidades de las mujeres, quienes desempeñan un papel activo en el proyecto pues lo ejecutan, dirigen, organizan y redistribuyen sus ganancias.”
En relación con Gigantería veamos estas precisiones del libro: “ Con sus vistosos y excéntricos pasacalles, sus intervenciones camufladas en la cotidianidad del entorno urbano, y con los espectáculos de teatro callejero que habitualmente protagoniza en la Plaza de Armas, Gigantería ha realizado más de mil presentaciones para los vecinos, trabajadores y transeúntes que visitan el Centro Histórico de La Habana. Aunque esta es la parte más conocida de su obra comunitaria, también ha trabajado en otras muchas ciudades, pueblos y montañas, y ha tenido la oportunidad de animar gran cantidad de eventos, festivales, conciertos, fiestas, exposiciones y materiales audiovisuales. Este es posiblemente uno de los primeros grupos teatrales de Cuba que después de 1959 asume la autogestión económica como estrategia para garantizar su sobrevivencia artística y material, y es ya una experiencia legitimada por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas”.
Hermandad de bordadoras y tejedoras de Belén y Gigantería, son dos buenos ejemplos de que los procesos autogestionarios en Cuba, no solo están presentes, sino que funcionan exitosamente, aportan arte, cultura, entretenimiento y belleza, riqueza material y espiritual a la vida general de los habaneros, así como medios de vida para quienes, en forma libre y asociada trabajan disfrutando, brindando lo mejor de sus personas, sin depender de presupuestos o subsidios estatales. Pero estas experiencias demuestran también, que en las condiciones específicas de Cuba, los proyectos de autogestión, solo pueden desarrollarse y progresar si cuentan con la protección y el apoyo de instituciones estatales. Recuerdo especialmente los primeros tiempos de pasacalles de Gigantería, cuando aquellos revoltosos muchachos, con muchos deseos y muy pocos recursos, con permiso de nadie, montados en zancos, con trajes llamativos y más bulla que música, se lanzaban a dar y a darse vida a las viejas calles del Centro Histórico y cuando pasaban el “cepillo” a turistas nacionales y extranjeros, eran vistos por muchos como “bichos raros”. Más de una vez, algún policía trató de pararlos y pedirles “papeles”. Y los Gigantes con respeto e ingenio se las arreglaban para salir del trance, hasta que apareció un día el apoyo público de Eusebio Leal y, hasta el sol de nuestros días. La Hermandad como Gigantería, y la feria de los artesanos, están entre las principales atracciones culturales vivientes y humanas del Centro Histórico, son -los tres- proyectos de corte autogestionario que nada quitan al estado y mucho le aportan. He conocido turistas extranjeros, que guardan como sus principales recuerdos de La Habana, alguna figurilla de los artesanos, un tejido de punto y una foto con los Gigantes. Una consigna gubernamental es “hacer más, con menos”. La Hermandad y Giantería hacen “mucho con casi nada”. Ahora que el estado cubano está teniendo problemas para mantener los subsidios y busca fórmulas socialistas y productivas, pudiera estudiar estas experiencias autogestionarias y permitir su extensión a otros ámbitos de la vida socioeconómica del país. ¡Muchos éxitos más a la Hermandad y Gigantería! Socialismo por la vida.