¿Es Venezuela un país?
Innumerables veces hemos leído la expresión de que Venezuela es un ex-país. Nos ha sorprendido más no extrañado. Hoy queremos hacer un ejercicio de Cívica y repasar aquellos conceptos que adquirimos, allá por los medianos cuarenta del siglo pasado, en las clases de Moral y Cívica del cuarto grado del Colegio La Salle de Caracas y que seguíamos en el libro de Manuel Prado.
País es el conglomerado humano que reside en un territorio políticamente independiente, con su propio gobierno, administración y leyes. Generalmente, tiene una Constitución, una población civil y unas fuerzas armadas.
El DRAE, en su primera acepción indica: país: Nación, región, provincia o territorio. Las otras dos acepciones se ocupan de otros contextos.
Para entender mejor la definición de país nos parece necesario abordar las definiciones de otros conceptos íntimamente ligados a él pero que mantienen ciertas distancias.
Nación, podemos hablar de la nación política que es el sujeto donde reside el poder constituyente del Estado. Es decir, cuando nos referimos a una democracia, estamos hablando del pueblo, quien delega esas funciones en los órganos que establece la Constitución.
También podemos referirnos a la Nación Cultural que podemos definir como el conjunto de ciudadanos que poseen características comunes.
Patria, es la tierra natal o adoptiva; es aquella a la cual el individuo se encuentra atado por razones afectivas, culturales, políticas e históricas.
Estado, es el conjunto de instituciones que tienen la autoridad para establecer las normas que rigen una sociedad.
Gobierno, es el conjunto de autoridades que controlan y administran las funciones del Estado.
La Misión del gobierno, de acuerdo a lo que estableció Bolívar en Angostura, consiste en crear un sistema que garantice la mayor suma de felicidad a todos los ciudadanos. Debe asegurar, entre otras cosas, la salud, la educación, la propiedad, la libertad, la vivienda y el desarrollo etario adecuado a todos los gobernados. Para ello la Constitución venezolana establece claramente la división de los poderes del Estado en Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Electoral y Moral, con funciones perfectamente especificadas y diferenciadas y donde una de las más importantes es supervisar el correcto desempeño de los otros poderes. Establece la necesaria igualdad ante la ley de todos los ciudadanos.
Vivimos tiempos donde se han confundido todos los conceptos aquí expuestos y la conducción del país, el alcance de la nación, las funciones de la patria, la administración del Estado y los alcances de las ramas del gobierno se encuentran conculcadas en el palacio de misia Jacinta.
La felicidad de los ciudadanos está secuestrada y solo se le reconocen algunos derechos a quienes se subyugan incondicionalmente a los deseos del régimen.
La moral y la ética de sus ciudadanos se encuentran totalmente pervertidas. El Estado es un ente especulador que vende dólares a precios que conllevan una prima y que los mercados internacionales solo los adquieren a una fracción de su valor facial. Los “negocios” de dudosa reputación, están firmemente atados a la administración de las dependencias oficiales. No existe la imprescindible “rendición de cuentas”.
Los poderes del Estado se han mimetizado y fundido con los deseos de quien tiene la responsabilidad de conducir los designios de la nación al mejor puerto posible.
Todas las instituciones del Estado actúan como si fueran dependencias de una hacienda que tiene un solo dueño y un solo beneficiario. Su desempeño está supeditado a las instrucciones que vienen desde un territorio ajeno.
Podemos concluir que Venezuela está a años luz de poder recibir el calificativo de país. Responda usted la pregunta.
