Opinión Nacional

Maraca, cuatro y tambor

Una segunda selección de música popular venezolana, ahora dedicada a la Costa acaba de aparecer bajo la coordinación de Ilan Chester. La primera entrega, como se sabe y comenté en este mismo espacio, estuvo dedicada al Zulia. Nada que ver la una con la otra en varios sentidos salvo en su calidad. Una de esas distancias es laque surge cuando se comparan ritmos, cadencias y motivos que se hacen letra. Otra es el que atañe a la memoria que despiertan. Una más es la que nos lleva a la búsqueda de una definición del representativo acústico social del venezolano, inmerso en esa expresión tan profunda de la cultura de un pueblo como es su música.

Por varios motivos tuvo que ser difícil la selección de los títulos que componen este CD. Expongamos algunos. Primero, no hay que olvidar que Venezuela posee 4.006 kilómetros de costa incluyendo los 280 kilómetros de frontera marítima que están en reclamación con la Guayana Esequiba (Y no hablemos de Colombia). Segundo, que diez estados, conforman nuestros límites con el Caribe (Zulia, Falcón, Carabobo, Aragua, Vargas, Miranda, Anzoátegui, Sucre, Nueva Esparta y Delta Amacuro). Que existe además un rosario insular muy extenso, con más de 314 archipiélagos, islas, cayos e islotes, bahías, ensenadas y demás accidentes geográficos. Tercero, que en el 20 por ciento del territorio nacional constituido por la región costera y montañosa (Andes y Cordillera de la Costa) habita el 80 por ciento de la población total del país, mientras que en los llanos, que representan el 30 por ciento del territorio, vive el 10.2 por ciento de los venezolanos, y en Guayana, que representa el 50 por ciento de nuestro territorio, habita tan sólo el 6 por ciento. Cuarto, que en esa costa venezolana es donde más se expresa el mestizaje y la multiculturalidad. No hay otra región del país en donde esté presente de tan contundente manera la presencia y la mezcla de razas, influencias, cultos y costumbres. Y por último, porque la definición de “costa” es imprecisa. ¿Dónde empieza y dónde termina la costa? ¿Hacia dónde mira, hacia el mar o hacia el continente? ¿Será la orilla de la mar? Inmenso y vago es este concepto.

Volviendo a nuestro CD, encontré otra noción, tal vez más comprensiva y adecuada de “costa”, esta es, si lo expreso correctamente, una espacialidad geográfica y sociocultural, en nuestro caso mestizada, que combina todos los elementos de la transculturización desigual que en Venezuela se da entre el indio, el blanco y el negro, en diferentes épocas y con diversa intensidad. Y esto es lo que recoge la selección de autores y canciones que comentamos. Maraca, cuatro y tambor que marcan los estilos y maneras de ser de esa complejidad llamada costa. En lo que a mí concierne, prefiero de esta muestra aquello que supongo más cercano a mis genes e historia: “Sombra en los médanos”, magnífica canción en todos los sentidos, inolvidable; “Puerto Cabello”, sensual e irrepetible como aquello que jamás pudo ser; y “Barlovento”, con su don de festejo.

Diversidad y dispersión multicolor bajo idéntico sol, donde indios, negros, blancos y mestizos se tropiezan bailando, en pluralismo, sin unidad auditiva, en semejante patio.

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