Opinión Nacional

Sobre la Literatura de Venecia Aindiada y el Albacea de sus Libros

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Naturalmente, la conciencia del hombre siempre puede fabricar valores sin relación con la experiencia concreta: pero entonces la tarea ética que propone no está ya caucionada por las condiciones materiales necesarias para su realización: es la moral-consolación o la moral-aspiración. Estas morales, además de ser puras especulaciones no orientadas hacia la acción, son ilusorias, pues la conciencia cree haber encontrado valores absolutos y eternos mientras que, en realidad, no ha podido más que absolutizar etapas históricas del proceso de producción del hombre (sobre el que la conciencia no puede adelantarse, ya que no es sino la conciencia del ser condicionado)

Se levanta el Albacea de los libros, quiere dejar un testamento: Su último curso sobre la literatura del terruño, espero que a su contra éste sea el primero; treinta años dedicado con sapiencia e indiferencia de casi todos a su labor, en solitario, acumulando libros de la patria chica, devorándolos con pasión de bisturí, su epopeya está casi terminada; pena de una Universidad sin Luz, que en ningún momento le abrió las piernas, so pretexto de un título de médico no revalidado; pero al fin la calidad se impone.

Aplaudo esta iniciativa no sin hacer recuento con mi memoria y expresar mis ideas sobre lo que conozco a medias de los literatos de este infecto nuestro lago. Pienso que en novela tres son fundamentales: La Tierra del Sol Amada, Uno de los Venancio y Sobre la Misma Tierra; en la primera prima una temática sociológica, el mismo cuento que aun devora a los actuales novelistas, que es radiografiar a la ciudad y su dirigencia como una horda de hipócritas, que prefieren capitular ante el qué dirán y su tablita, a afrontar su realidad; la segunda pienso que probablemente se adentra con mayor profundidad sobre uno de los personajes fundamentales de la región, como lo fue Venancio con Pulgas; todavía llevo en el recuerdo la descripción magistral de las peleas a palos de santaluceños y saladillos que hace el autor, nada que ver con las pésimas narraciones de Blas Baboso en su Venencia Aindiada City; la última trabajo bien logrado en eso que pretendía el maestro: dar un retrato de cada una de las regiones del país: Sobre la misma tierra. Veamos la actualidad.

Creo que el profesor Enrique sin Remedio con su intento de novela Mujeres de Venecia Aindiada pudo ser el gran novelista de la ciudad en el siglo pasado; él deberá saber por qué malogró su talento; he hablado con él e intuyo que el tiempo lo devoró, no nos dejará la gran novela para la cual estaba preparándose… Sobre el César Chismoso, sinceramente este novelista me parece un hermeneuta de la palabra, algunos lo consideran un gran escritor; yo en lo personal no lo digiero, asumo que su escritura es un criptograma y la literatura está para muchas cosas pero fundamentalmente para degustarla. A poco conocí un tal Norbeto sin Oliva, el historiador escribe folletines, versión postmoderna de una Delia Fiallo, que en una ciudad de no lectores, creyente en lo mágico religiosos, sus títulos tienen acogida. Es un Vargas Vilas en miniatura, que no tendrá eco en el continente. El caso de Milton sin Queso sin lugar a dudas se denota su estética y manejo camino a lo magistral del idioma; aunque desde otra perspectiva escribe sobre una ciudad, que en lo más profundo no siente; si no se va de ella finalizará ahogado por las aguas del lago entre reuniones de viejos profesores en los cafés de Bella Vista y la Setenta y Dos.

Un exiliado del terruño que hace un año conocí despunta en el horizonte: Es el medico Jorge sin Tallo; el científico venido a la literatura tiene carreta bien lograda, dos premios nacionales avalan su trayectoria, novelas suyas como Escrito en la Habana y Para Subir al Cielo; nos demuestran al solo ojearlas que estamos en presencia de un hombre ante todo con una cultura de alto quilate, a ello se suma la destreza de dominar el lenguaje de casi todos los ambientes; también descuella en el cuento, yo pude bucear en uno de ellos: Las Odalìas. Le resto sólo a este gran escritor, que leerlo es un proeza; tal vez, atente ese lenguaje barroco, un poco a destiempo, pero que en ningún caso desmerita su talento. Espero que la mediocridad no se imponga y se le otorgue el premio regional de literatura, tan venido a menos sobre todo en el último quinquenio.

En torno a la poesìa admito que aunque es el género que mayor cultivo, en lo personal ningún poeta del terruño me llama la atención. Mucho mito se ha creado sobre algunos bardos, caso de Udòn ¨Botellita, quien para mí no fue más que un maestro en la técnica de hacer poemas del siglo de oro español, con una sensibilidad embotada y lleno hasta la coronilla de una cultura griega trasnochada; que en una ciudad pueblo como la nuestra tuvo su colada. Del grupo Apocalipsis, que según el Albacea de los Libros, inicia una especie de revolución con el surrealismo tropical en esta tierra; pienso que no fueron más que simples imitadores de Paris, pequeño burgueses con posibilidad de delirar con la palabra y con la alineación en mente se inmolaron conscientemente, escondiendo en lo más profundo serios conflictos personales; como por esas tretas de la vida, pude conocer en el caso del César David sin Riñón. Del alboroto de los Venecianos Leninista, ninguno vale como poeta, uno que otro ripio de Hugo Figurín Brea, pues, el mentor Blas Baboso, es bien malo como poeta. Si seguimos saltando consigo un poeta que quizás con mayor disciplina y menos vida loca, pudo saltar abismos, me refiero al Julio Chimenea; el hombre de un sólo poemario bueno: Peticiones Osadas, sin dejar atrás Contraveneno de la Ausencia. Pero sinceramente el hombre se perdió en llamaradas de licor y humo en la calle de la Tradición. Quisiera seguir ahondando, escarbo y nada encuentro; si es Alberto Cervecita, una que otra poesía por lo ingeniosa, tratando de sustantivar y adjetivar el lenguaje de los bares de la ciudad, hasta allí llega.

Entre las poetisas sólo se atisba la difunta Lyda Franco, ser jocoso y bueno, quien tomó en serio la poesía en una ciudad tan malvada como la nuestra. Mezcla de irreverencia, apostolado, canto sin loas a la utopía y desarraigo de una mujer marcada por la tragedia. El caso de Adela Giovann es otro ejemplo de una poetisa, que pudo ser grande y prefirió el aplauso menudo, la irresponsabilidad como ejemplo y el desenfreno sin objetivo; la poetisa deja un único poemario bueno: Los Pesos del Infierno; su actual producción no es más que la auto justificación de una pésima vida libertina, que ella trata de identificar como libertaria. La tan publicitada ahorra Maria sin Caño, es triste que se gaste pluma en un putica sin alas fatales; se quiere exaltar su poesía sólo por lo que dijo, cuando la poesía es musicalidad ritmo y sobre todo imàgenes. Mayores cosas ya había dicho Lesbo en Grecia siglos atrás; no quiero decir con esto que algunos de sus poemas no sean bueno. Con tres mujeres muere la poesía hecha por mujeres en la región, simple y firme sentencia…

En la dramática ni nombrarla; no hemos tenido dramaturgo de calidad, a excepción de dos buenos montajes con guiones de César Chismoso y Enrique sin Romero: Traje sin Etiqueta y Mujeres en Venecia Aindiada. El localismo de mal gusto predomina en los actuales dramaturgos, no salen de los chismes de cocina de cuarentonas de la Parroquia de Santa Lucía, o bien la homosexualidad no confesa de quienes entre crianza de abuelita y abusos de padrastros, no pueden calar hondo en el texto y, por consiguiente, en el alma del público espectador; aunque por desgracia, ese público sin cultura les aplaude a rabiar.

El cuento, otro de mis géneros preferidos. Hablaba en un anterior taller dictado por el Albacea de los Libros, que La Máquina de la Felicidad, de Jesús Enrique sin Losa, es posiblemente el que abre brecha en la región y se proyecta con hidalguía ante el bastón que indefectiblemente se llevó Jorge Luís Borges. El Rector que fue Jesús, el político a medias, sus conflictos personales no resueltos, o tal vez, su sueño de edificación como hombre público impoluto, qué se yo; malogró un cuentista de alta factura para esta gente del lago. El Andrés Mariño Palacio descuella, aunque afectivamente no es de aquí aunque allá nacido. Después de estos dos hombres podemos hacer vuelo ransante y poco encontramos, tal vez una luz en Milton sin Queso, conocido más como novelista; pero que lleva varios premios en la mención cuento; el César Chismoso también es diestro en este arte pero no se le conoce mayor cosa. Se me olvidaba al mencionado Jorge sin Tallo, este hombre se las trae en este género, es factura de la buena, tanto en el cuento y la novela. Un tal escritor loco a quien pude leerle unos cuantos textos, promete mucho aunque espero que no sea un Chico Pulido postmoderno; el joven trabaja y devora libros, pero le falta sistematización; tiene la ventaja que el Albacea de Los Libros pueda, con las ganancias y perdidas de esa alianzas, afinarle el camino; para ver si deja algo de trascendencia y no arribismo a codo por su talento, como ha demostrado en sus actuaciones en gran medida.

Tantas cosas se quedaron atrás en el discurso magistral del Albacea de los Libros, yo como quien conoce la otra historia me río; la palabra aguanta todo, la institucionalidad admite como requisito la mentira. Por ejemplo cómo admitir en público que Rutilio Ojeda cuando fue Secretario de Cultura por su capricho clausuró la Revista Puerta sin Agua, o bien que José Quintico Wei, el del personaje de Palomiro Verga, en su alarde izquierdistas, en menos de dos meses acabó con el presupuesto de dicha secretaria por su afán libertario con aquel Congreso del Caribe; que Jesús Paja, un asertivo critico literario debió integrar en coactuoría al actual Decano de las Letras de la Universidad sin Luz, cuando el muérgano lo que hizo fue a lo sumo corregir una que otra cosa y valiéndose de la jefatura del departamento de literatura, aparece con crédito en el libro Los Poetas del lago infecto ; que Giovanni sin Lobo hizo del Museo del Niño su negocio junto con su cuñado; que las pantaletica de Marlina Navaja rodaron de escritorio en escritorio y nada bueno dejo en su gestión; y que Américo Gocho quiso convertir la ciudad en un convento con la música sacra, que no era más que la premonición del negocio con su hijo, hoy músico de cierto renombre. Y por último, ante las loas a Manuel Rosita, el Hombre del Sur para que sea Alcalde de la Ciudad; el señor de los libros viejos de Venecia Aindiada, nada dice de por qué dicho político nada hizo por la cultura, cuando fue alcalde y en ocho años de gobernador mucho menos; a no ser los contratos que le dio a su compadre Hugo Figurín Brea, en la mano de su ex esposa Gisela Ñoña. En fin, no olvido que el Albacea también fue político en sus tiempos de juventud y madurez; sabe de hipocresía, alianzas y mentiras para sobrevivir. No obstante, aplaudo su iniciativa y de seguro quizás me anime a ir a una que otra charla suya, material invaluable para mi intento de novela titulada Ciudad sin Palabra: Entre el Poder y la Alevosía.

Por último sería muy bellaco si dejara de pasar algunas ideas que demuestran el conservadurismo del mencionado Albacea. El hombre, en primer término, hace loas del Hombre del Sur, después aduce el humanismo de la aristocracia de mostrador de Venecia Aindiada; este arranque de seguro sale de su vida pequeña burguesa venida a menos, pero el hombre en ningún momento se adentra en la historia de las contradicciones, eso si, aduce una especie de hado en los hombres que dominaron y dominan la ciudad y el estado, especie de benefactores de negros, indios y mulatos, con la bendición de su chinita y el venerado madero sangrante. El médico investigador literario asume una concepción de èlite de cartón, sabemos que la burguesía veneciana no ha sido más que bucanerismo; al punto que fue la misma que diezmó a la incipiente burguesía que se gestó en Gibraltar; mas el investigador al menos es consecuente con su concepción racista, a favor del mundo anglosajón; si por el fuera habría que diezmar a los indios, es decir, lo sin dioses.

En otro lado, creo que no apuntó cosas, como esa que no tiene explicación de por qué la Universidad sin Luz con una editorial, no tenga una apertura y menos modernización; mientras que esa universidad clerical que es la Burrica, despunta con más de cien títulos y alianzas con las grandes editoriales; por qué los talleres de la secretaría de cultura se vinieron a menos, precisamente en la gestión de su proclamado: El hombre del Sur; qué pasó con la colección de libros clásicos de Venecia Aindiada, qué priva para escamotear dicho proyecto, en tanto se le crea una fundación a los borrachitos y parranderos de la gaita; se recluye la secretaría en un inhóspito lugar; las casas de cultura son una entelequia y la literatura apenas despunta con un taller, después de casi cuatro años de paralización. El mismo conoce en carne propia la inclemencia del poder desde el Palacio de las Águilas, o acaso olvida que colocando a la venta su tesoro de libros, la nefasta secretaria Ñoña nunca dio respuesta a su propuesta y el caso de la Ixora con Goma, lo aleja del proyecto de la biblioteca de libros de Venecia Aindiada y le da respaldo trastienda a su amigo Norbeto Oliva. Muchas cosas deja a la deriva el individuo, que entiendo la llamada institucionalidad impone; aunque creo que a fin de cuenta él comparte.

El hombre que se entregó al estudio literario de Venecia Aindiada debería en su suma soledad dejarnos su verdadero cuento, conoce tantas historias, que estoy seguro que sólo él puede dejarnos una novela de calidad; yo sin proponérmelo cuando hablaba con él, no precisamente en una situación anímica ideal de mi parte; entendí y ahora más a la distancia, que él es el llamado a rehacer su gran obra El Diccionario General de Venecia Aindiada, echar el cuento como es; creo que le oí que trabaja en unas memorias; sólo me resta decirle con respeto que se saque sus demonios, ponga en el papel esas historias ocultas que sólo usted conoce; ríase mejor de tantos aspirantes a escritores de miniaturas, que no logran asir la ciudad en la totalidad que usted conoce, y seguro estoy que dejará un target camino a la gloria.

Aunque pienso que en lo más profundo el Albacea no nos dejará nada parecido para lo que está capacitado, no porque no tenga talento, simplemente que el peso de los infiernos lo atormenta, la visión judeo-cristiana lo tambalea; cuando precisamente la gran catarsis, la gran cura mental es sacar todos los trapos sucios del inconsciente, subconsciente y hasta del supraconsciente. Lástima que se pierda tan gran delicias.con sabor a literatura.

… Su amigo… en las crueles diferencias.

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