Libros por metro
No crea mi querido súbdito bolivariano que se trata de un nuevo trueque del HiperLíder, quien en su reciente visita a Madrid Capital le propuso a Don Zanjas Ruiz Gallardón un cambalache para intercambiar los impresos productos de la Casa del Libro por alguna línea o vagones de algunos de sus Metros citadinos o por algún Metro – Cable medellínésco de esos que se anuncian en bolivarianas vallas con rojas fotos de nuestro incomparable lector del proceso.
¡No querido camarada! Estamos hablando de otra cosa más consustancial a nuestra cultura elitesca donde más es mejor.
Una confidencia de rigor: últimamente fui invitado a visitar la excelsa mansión de un renacentista alemán recientemente fallecido, donde muebles, alfombras, cuadros, adornos y libros, por supuesto, están a la disposición de un comprador de lujo para su venta. La voz fue pasando de gente en gente.
Hoy me entero de que varios de nuestros más conspicuos intelectuales mediáticos, de esos de Radio y TV, amantes de entrevistas, conversatorios y antologías, reivindicadores de linajes propios y ajenos, galanes de otoño que gustan de las páginas sociales, se han prontamente apersonado en la magnifica casona del Norte caraqueño para adquirir sendos metros de libros de lujo para adornar su biblioteca y aumentar su caudal libresco con el fin de competir con ancestrales pensadores, en el entendido de que más volúmenes, más metros de libros, más estantes llenos, son indiscutible evidencia de su alegada profundidad intelectual.
Me informan que estos intelectuales y sus allegados, ante mi previa decisión de no adquirir la biblioteca de marras en su oportunidad, me acusan de alocado, de loco furibundo, del que hay que alejarse por no creer en los méritos del libro impreso, por no querer rellenar los estantes de mi exhausta biblioteca con esos tantos libros de ocasión.
Todo además porque también me declaro amante del libro digital y arguyo que lo puedo leer en pantalla; recién acabo de ingresar a mis Favoritos la Biblioteca Digital de la UNESCO, con ella tengo bastante.
En todo caso, intercederé por mis viejos amigos del intelecto privilegiado, para que el sufrido heredero les venda los libros por metro cuadrado y no lineal, a fin de que realicen pingüe negocio intelectual.
Como escribe un columnista nacional: ¡Alquilo Mamiya y presto fotógrafo para el daguerrotipo de rigor!
Patria, Biblioteca Grande, Libros por montón ¿Leeremos?