Ética y algo más (VI)
Siempre será este tema una obra en diseño, inconclusa. Los alcances científicos, tecnológicos, los avances de la filosofía siempre harán mas complejo y rico este tema, la ética. Las conquistas del arte, la harán mas expedita. De manera mas general bien podríamos decir que la historia de la ética, poniendo por razones de demarcación a Aristóteles, conscientes de alguna injusticia, pero por cuyo trato directo, orgánico, sistemático, le corresponde a él, de allí el límite, ese reconocimiento, para quien la ética está incluida en la política; en medio de mil vueltas, hasta el tiempo de hoy, llegar a E. Toulmin, para quien la ética tiene ganado un espacio en la ciencia, y de allí hasta nuestro punto de vista que apunta a señalar que el tiempo que vendrá, tanto la ciencia como la política deben ser orientadas por la ética, tal vez mejor, ser parte de la ética, actos éticos en sí mismos. Y ello así, porque los desarrollos científicos nos han aproximado cada vez más a la verdad (científica), vale decir aquella que está sujeta a contrastaciones, a análisis lógicos rigurosos de sus enunciados y a someterlos a la debida experimentación, allí donde es posible y a los “experimentos mentales” de Einstein, allí donde sea necesario. Ética para que el descubrimiento científico no sea usado en contra del hombre, bien como arma de destrucción, bien como arma de manipulación, bien como – lo peor– fuente, instrumento, medio de dominación, mejor dicho, nueva arma para la reafirmación del poder. Ética para que el descubrimiento científico, no se si exactamente ya pueda hablarse de creación científica, sea cada vez más transparente en su afán de saber cómo somos, cómo funcionamos como vida, y ver cómo se garantiza su extensión, pero extensión libre. La nueva ética tiene como objeto y objetivo centrales, la limitación del poder y su disolución; en el plano filosófico la superación de todas las formas de alienación y en el plano político, la extinción del Estado, estadio en el cual las relaciones individuo-sociedad-naturaleza estarán resueltas, en donde el individuo se realice plenamente y la sociedad crezca libre. La nueva ética que nos sitúe al hombre y la naturaleza como seres esencialmente naturales, para que naturaleza y hombre, diferenciados más por funciones que por su esencia, sean correlativos. Quizá será mejor decir, nos asumamos como identidad en la reafirmación de nuestras diferencias.
¿Es ello una utopía alcanzable si consideramos la realidad del mundo de hoy, del hombre de hoy? Mi respuesta es afirmativa. Pero ese reconocimiento de la realidad de nuestra era, donde cohabitan la miseria, -piénsese en el hambre sin fronteras, la vida breve de muerte sin poemas de miles por instantes, las guerras, catástrofes, caos, la palabra huera y tanto mas – cohabitan, dije, las miserias y la consciencia que crece y que lucha por hacerse sentir sin imponerse, por recrearse en el diálogo, el consenso para lo trascendente que resolviendo va los límites que a diario pone lo inmanente y lo circunstancial. Si no hay respuestas válidas a lo inmanente no hay posibilidades de alcanzar lo trascendente. La validez se alcanza cuando la respuesta supera radicalmente las causas, en sentido amplio, que engendran el presente. Ello me impone afirmar que no es la dádiva, ni la caridad, tantas veces máscaras para ocultar la hipocresía o en imaginario lavar su mala conciencia, lo que permite el mejor disfrute del poder que se tiene. La única salida posible es el viaje que cada hombre realice para el encuentro de su ser consigo y para así reconocer al otro. Y para lograrlo hay una y única vía, según creo, el arte y la ciencia. La ciencia nos dirá como somos, el arte nos responde qué somos. El arte nos hace humanos, la ciencia viabiliza el camino. Como sabemos, intuimos o exageremos, la ciencia es un complejo proceso para alcanzar conocimiento, prever y descubrir lo que los ojos no alcanzan ver, y que ese camino supone un cuidadoso proceso de educación, cuya única característica tiene que ser la pluralidad de saberes y el rigor atento que impone su camino. Rigor flexible que lejos de marcar al sujeto le permita transitar los caminos diversos. De allí entonces que todo modelo educativo unidimensional, por razones de la imbecilidad política o por cuestiones de los diversos fundamentalismos, son y serán aéticos. Carecen de ética, le es ajena la ética. Porque, tal hemos dicho en este camino, la ética si tiene un objetivo por sí misma, es la libertad y la libertad no es posible sin lo diverso, sin la disidencia, sin la subversión que hace posible las revoluciones en el campo de la ciencia y que impide los modelos autoritarios en la política. La ética es la superación de las conspiraciones que el poder inventa para justificarse, para permanecer en él y para, desde su ciega óptica, legitimar la muerte.
Veamos. Las conspiraciones fueron puestas en evidencia por el propio Cristo, y consisten, desde el principio, en echar la culpa a otro de nuestros propios yerros, de ver en nuestro delito una insignificancia mientras las pequeñas cosas del otro, las miramos y vemos como gigantescas sombras. Fue corta su visión. Conspiración fue la de la Inquisición que veía a quien osase pensar de manera diversa a la verdad de su poder, un hereje, y disponía su muerte por castigo y destino. Conspiración fue la “justificación” de la crisis alemana, atribuida a los comunistas, a los judíos, dicho en una palabra, a quien disintiera de Hitler. Conspiración fue la de los comunistas que achacaron su fracaso al capitalismo. Conspiración, en sencillo, es la justificación de robar porque nada se tiene. De mi impotencia por la potencia ajena. Conspiración la del macartismo que hizo de todo disidente, de toda crítica, un comunista al que había que execrar, matar si más crítico fuera según sus macabros esquemas. Conspiración es la de los cubanos que justifican haber asesinado un sueño, por el bloqueo. Como conspiración criminal fue la del bloqueo invocando razones de la seguridad de los Estados Unidos. Desde luego, conspiración es el caso nuestro reprimir para evitar la desestabilización y aterrorizar con el imperio. Nada más lejos de la verdad que estos ejemplos que son paradigmas de las conspiraciones. Siempre iguales con variantes de crueldad y templos, de miseria y tiempo. Siempre las conspiraciones legalizan, como nadie lo hizo, la muerte para justificar su salvación, es decir, el aseguramiento de su férreo poder. Cierto que las conspiraciones suelen tener piscas de verdad, cuya presencia se magnifica para convertirlas en causas. Cierto que el bloqueo hizo daño a los cubanos. Cierto que tanto el capitalismo como el socialismo, esos macro modelos, pudieron y pueden justificar en la palabra las “razones” de su terrorismo, pero nada es comparable a las formas que para su “defensa” inventaron, como auto-justificación para el crimen, para justificar la muerte. En esa vía, nuevos ejemplos son los mismos de siempre, la Invasión a Irak, es una “nueva cruzada”, la intromisión en los asuntos domésticos de otros estados ha cambiado verdugos, reviste de glorias el terror, y en el lenguaje se legitima su miseria, tal ha sido siempre.
Y es esta la tarea de la ética para alcanzar la libertad. Desmontar los discursos y las prácticas conspiradoras. Ello es bueno pero no basta. Ello constituye parte de la nueva política que tiene como su principal tarea disminuir el poder, minimizarlo y como utopía destruirlo. Y ello impone a los propias instituciones y partidos, pero fundamentalmente a la sociedad toda, quienes son los actores de la praxis política, que sus acciones estén fundamentas en la ciencia y orientadas por la ética. Y será tarea ética el permanente descubrir nuestros límites, reconociendo los límites y las conquistas del otro, asumiendo cada quien a plenitud de consciencia cual es su juego, cual su papel en la sociedad y asumirse en permanente cambio, para la reafirmación de la libertad. La tragedia de las revoluciones políticas que pudieron ser las más plenas de grandeza humana, dada la amplitud de metas y valores, es convertirse, en breve, en férreas dictaduras. Las revoluciones políticas abiertas, han sido mas hábiles en crear oportunidades al ser social, al individuo, quizá sus límites mayores estén en su esfuerzo por trabajar para permanecer ad infinitum en el poder. En concebirse más como meta, la llegada, el final y de allí no andar más. Ello niega que el hombre en su proceso de hacerse humano, verdaderamente humano, es de camino abierto y los límites que marcados están por un todavía no, ese siempre inalcanzable fin, el cual, a su vez, es el que genera la más alta diversidad a la creación, la más alta complejidad para la ciencia y la mas alta delicia a la existencia.
La conformación de estos textos, responde a un planteamiento académico de una muy distinguida profesora, quien nos pidió a varios profesionales de diversos ámbitos, una reflexión para su cátedra sobre la ética. Agradecido quedo por su mar de confianza y bella generosidad, pues bastaría mirar repletas las librerías de diversos títulos, “clásicos” unos, los que constituyen monumentos, desde Aristóteles hasta hoy. Otros, buenos maestros como J L Aranguren, en nuestra lengua o las reflexiones sobre la moral de García Baca, todos mejores de cuanto decir pueda. Pero en medio de tantos títulos y visiones, es imposible calmar la sed del insondable mar y belleza para aportar y descubrir los caminos que tanto estante exhibe. La ética del comercio, la ética de la empresa, la ética cristiana, la ética protestante, y en el grito constante del político que suele invocarla para justificar sus fechorías. Yo sin concluir el viaje, dejo para otros tiempos y mejores conversas este tema y a quienes por su bondad anduvieron conmigo, puedo hacerles llegar, si me honran con su solicitud, textos más completos que sobre la Ética hemos expuesto en la ULA, en la UPEL (Rubio) y en tantos andares y desnudares que he intentado recorrer.