Cuentos de Hadas y Megalómanos: Dinosaurios Inextintos
Ciertamente, la física es la madre de todas las ciencias; sin embargo, lo simple no existe, todo es extraordinariamente complejo, porque hasta los quarksy los gluons que han reemplazado al concepto indio y griego de los siglos 17 y 18 –el átomo— como a la más pequeña e indivisible partícula de la que está compuesto todo lo que existe; aún deben esperar que el súper acelerador de jadrones del CERN (Organisation Européenne pour la Recherche Nucléaire ; francés : Organización Europea para la Investigación Nuclear), comience a funcionar a full capacidad—probablemente cerca de noviembre de 2010—para despejar las incógnitas científicas que aún quedan sobre lo que fue creado durante las primeras 13 millonésimas de segundo después del Big Bang que dio origen al Universo en el cual habitamos—y no podemos quedarnos sólo con la física y dejar a un lado a la biología evolucionaria comenzada por Charles Darwin en 1859, ni a la verdadera historia: no a la escrita muy subjetiva e incompletamente por los seres humanos de las eras pre científicas, sino a la escrita por la naturaleza, en los fenómenos astronómicos, geológicos, meteorológicos, y otro largo etcétera.
Los humanos hemos avanzado mucho desde que Sócrates dijo: « Yo sólo sé que no se nada», pero aún nos falta mucho por saber, y entre lo mucho que hemos aprendido, se encuentra el hecho de que las cosas simples no existen; es decir, que los numerosos y abundantes cuentos de hadas de los que están compuestos todas las teologías, hasta los delirios de grandeza (o megalomanías) que aún afectan a algunas pocas personas del planeta ; como a Fidel Castro, por ejemplo, son simples dinosaurios inextintos que ya no tienen cabida en este planeta.
Ningún ser humano es tan importante como para ser indispensable—es más, al ser todos los seres humanos inevitablemente mortales, la indispensabilidad sería un contrasentido para la supervivencia, de siquiera la más minúscula de las naciones—la realidad es; por muy cruenta que suene, quetodos los seres humanos somos desechables, lo importante y si indispensable, es el gen, como nos enseñara Richard Dawkins en su libro de 1976; The Selfish Gene, (El Gen Egoísta)—que ya ha sido actualizado con el reciente (y aún no muy bien entendido) descubrimiento del epigenoma—un conjunto de sustancias químicas que producen marcas distintivas (« manchas ») en el exterior del largo y dobre espiral de la molécula de ADN que contiene todos los genes y se llama en conjunto genoma.
Sin embargo no todas las viejas ideas han sido corregidas; aún siguen vigentes las visiones de los filósofos franceses Jean Jacques Rousseau y Montesquieu, y el texto redactado por los estadounidenses Thomas Jefferson, Benjamin Franklin y John Adams, conocido hoy en día como la Constitución de los Estados Unidos de América, que hablan de la separación del poder público en tres ramas diferentes e igualmente poderosas (ejecutiva, legislativa y judicial); la separación de la Iglesia y el Estado, el derecho a la libertad de información y de expresión del pensamiento, y la promoción de las libertades económicas (el libre mercado).
Porque esas viejas ideas han sido bastante refinadas con el constante desarrollo de las ciencias económicas y el derecho, y constituyen los más eficientes fundamentos para que cualquier nación y la humanidad en general logren alcanzar los perennemente añorados deseos de justicia y prosperidad social.
La humanidad todavía es lo suficientemente primitiva como para permitir la existencia de los déspotas, la guerra y la opresión como medios legítimos para la supervivencia y adecuado fundionamiento de los Estados—pero no debemos tener ninguna duda que estos fenómenos humanos no son más quedinosaurios inextintos y que su origen puede hallarse en los cuentos de hadas aún llamados muy solemnemente « teologías ».