La tenaza se cierra
Después de la relativa calma que ocurrió con un diálogo, que no fue tal sino más bien un monólogo en busca de ganar tiempo, han ocurrido, de manera concomitante, dos acciones que si bien no son en realidad concertadas convergen hacia un mismo objetivo que no es otro que el restablecimiento del fracturado orden constitucional.
Luego de la infausta sentencia del TSJ que, dígase lo que se diga, no ha sido enmendada ya que eso jurídicamente es un imposible, ha surgido, por un lado un repudio total de todas las principales organizaciones internacionales, así como de la inmensa mayoría de los gobiernos del continente americano y de distintos países del mundo.
A esa acción se le suma una reacción de importantes sectores de la población nacional, que rechazan con decisión la ilegitimidad de la sentencia del TSJ y han decidido retomar las calles de las principales ciudades de Venezuela para exigir respeto a la Asamblea Nacional y celebración de elecciones.
La respuesta del Gobierno ha sido inadecuada, porque no ha sabido interpretar el sentimiento colectivo y, en vez de rectificar, decidió radicalizar el proceso revolucionario y por ende incrementar la representación para detener las protestas populares.
Es difícil prever el final, aunque todo parece indicar que el enfoque adoptado por el Gobierno le terminará siendo más perjudicial que si, sensatamente, hubiesen iniciado con un programa de reformas y un reconocimiento de las competencias constitucionales de la Asamblea Nacional.