Los escuderos de la V República
Según el DRAE, que casi todo lo sabe en materia del idioma español, una de las acepciones de escudero es la de: “Hombre que antiguamente se ocupaba de asistir y atender a un señor o persona distinguida”. Lo de antiguamente es indiscutible pasado y no necesariamente auténtico presente.
Los escuderos en nuestra Bolivariana Patria proliferan por doquier, su rol no es el de ser asesores, ni secretarios ni ministros ni validos ni consejeros: son simples ordenanzas, tinterillos, voluntarios frasquillos entregados a la voluntad de quien los dirige y personifica, porque sin ÉL no son nadie.
La autocracia extendida en esta penosa V República hace que los escuderos se reproduzcan y se instalen en diferentes dominios de la actividad humana, y en especial, en la intelectual, la académica, la del conocimiento y la del pensar.
Sorprende ver a excelsos letrados, a doctos camaradas, a cercanos cofrades, convalidando la ineficiencia institucionalizada, el desorden cotidiano, convertidos sin más en verdaderos misarios, espalderos, acólitos, Yes Man, sacristanes y tinterillos de sus pretendidos excelsos Superiores. A la cuida del Jefe Inmaculado juegan para preservar sus canonjías y prebendas, y demostrar la aceptación incondicional de quien los comanda y gobierna.
Si estos escuderos estuvieran sólo en las nóminas de nuestro extendido gobierno clientelar sería comprensible; lo que no se explica es que hacen estos sirvientes eruditos en las casas del saber, en los centros públicos y privados de pensamiento e investigación, en las instituciones del conocimiento llamadas a ser paladines de la libertad de pensamiento y no de la de la esclavitud intelectual.