Opinión Nacional

Anarquía: Primer disparador del caos social

El anarquismo ha penetrado de forma difusa en amplios movimientos sociales informales, implícitamente libertarios, y por otra parte ha marcado con su sello numerosos cambios sociales pero, para cada una de las transformaciones de carácter libertario en las que podamos pensar es fácil citar decenas de micro- evoluciones que van en un sentido explícita o implícitamente totalitario, la sociedad parece desplazarse más bien en dirección a una reducción que hacia un incremento de las libertades y de las autonomías básicas.

Para que la anarquía evolucione desde la instancia de ‘disparador’ del caos social hacia la de ‘reconstructor’ de la sociedad (que es lo que, en esencia han planteado los anarquistas a lo largo de la historia) es imperativo re-contextualizar un conjunto de temas, que son pre identificados como tabúes y cuya carga ideológica y emocional bloquea cualquier posibilidad de reflexión. Este exorcismo conceptual es tanto más necesario cuanto que se trata precisamente de temas constitutivos y fundamentales del pensamiento anarquista.

¿Qué relación tiene la anarquía con el concepto de poder social? Para muchos sólo se puede formular en términos de negación, de exclusión, de rechazo, de oposición, o incluso de antinomia.

En este ensayo nos proponemos examinar qué es y en qué consiste la anarquía como ‘disparador’ de caos social; la forma en que las crisis económicas y políticas instrumentalizan la anarquía en los conglomerados sociales, para definir un aspecto crucial del caos social: ¿Dinamiza o frena a las sociedades? También nos adentraremos en el marco histórico para identificar los ‘disparadores caóticos’ más comunes y recurrentes de la anarquía en la evolución de las sociedades.

4.- Un comienzo totalmente anárquico

Nada como un ejemplo para graficar un concepto. Por eso comienzo por el final (el epígrafe 4), y no por el principio que usted se esperaba, el de las definiciones y el repaso histórico. Eso, lamentablemente no lo va a conseguir en este epígrafe. Si quiere, diríjase al último de este Capítulo, que es el A o el III, no estoy seguro, o evítese la molestia y el tiempo de buscarlo y quédese en este mal-ubicado epígrafe 4, o cierre el libro (o la pantalla, o la página) y dedíquese a leer otra cosa, o… tal vez usted sea tan anárquico como yo y prefiera ir en contra del anarquismo endógeno y subjetivo y prosiga con la lectura de este comienzo totalmente anárquico.

Así es, exageraciones aparte, la graficación más común de lo que es ser un ‘anárquico’. Yo suelo explicitarlo en mis conferencias con este otro ejemplo: Imagínese que yo lo reto a usted y a sus amigos a confrontar nuestras diferencias (cualquiera, escoja usted alguna) con un encuentro deportivo el próximo fin de semana. Suponga que en la confrontación de las ideas hayamos quedado ‘empatados’ (duce’ dicen en el Tenis… safe en beisbol… ‘igualados a x tantos manifiestan los fanáticos del fútbol) y acordemos dirimir nuestras diferencias con un juego. Asumamos que es de fútbol (balompié o soccer), y no es porque yo sea fanático de ese deporte (honor a la verdad, el único deporte que me apasiona es la lectura) pero lo tomo como ejemplo porque, aseguran los cronistas especializados en el tema, es el deporte de mayor popularidad en el mundo y al seleccionarlo aumento las probabilidades de que usted se sienta ‘identificado’ con el ejemplo y motivado a seguirme con el planteamiento.

Llega el ansiado domingo. Son las 9:30 de la mañana y hace más o menos media hora que usted y sus compañeros de juego están practicando con una pelota ‘de estreno’, a la espera de nuestra llegada. Hoy también estrenan uniforme pues la ocasión, alegó usted, lo ameritaba. No todos los días uno se enfrenta deportivamente, dijo usted, con el escritor de un libro, su editor y los impresores. Y allá lo encontramos a usted con sus amigos, frente a una de las dos porterías, practicando ‘chuts’ al arco y a un costado del bien cuidado gramado del campo de fútbol, un entrenador amigo suyo con dos sus de sus mejores jugadores, a quienes está recordando jugadas y movimientos tácticos para infringirnos una descomunal derrota. Nuestra llegada interrumpe la práctica y produce un desconcierto en ustedes:

Dos de nosotros venimos ataviados con los uniformes y los implementos para jugar Hockey sobre grama. Tres vienen elegantemente vestidos para un torneo de golf (con sus respectivos ‘caddies’) y los restantes nueve (Si, somos numéricamente más que ustedes) llegan luciendo con orgullo el uniforme y los implementos ‘originales’ de Los Leones del Caracas, una de las franquicias de béisbol de mayor abolengo en Venezuela. Nos acompañan los cuatro árbitros que dirigirán el enfrentamiento: Un linier de fútbol, un ‘coach-ball’ de hockey, un Chief-Umpire de las ligas menores de Los Criollitos de Venezuela y un árbitro de boxeo internacional, colegiado por la Asociación Mundial de Boxeo Amateur.

De inmediato yo lo conmino a discutir conmigo las ‘reglas’ del enfrentamiento deportivo bajo la supervisión (y aprobación tácita) de los cuatro árbitros, mientras mis compañeros de juego ‘calientan’ el cuerpo con jugadas e intercambio de pelotas propias de cada una de las tres disciplinas deportivas. ¿Cuál, cree usted, que sería su primera reacción? ¿Y la de sus compañeros de equipo? Y si después de la sorpresa y las risas iniciales yo le insisto, muy seriamente, en que debemos discutir ‘las reglas’ para un enfrentamiento de sólo ‘tres innings’ y máximo de cinco goles, en los que estará ‘prohibido-por-regla’ la aproximación por un ‘berdie’ y que un ‘hoyo-en-uno’ equivale a dos carreras… ¿Qué me diría? ¿Cuál sería su reacción? ¿Aceptarían jugar o…?
Si, tiene razón: Ese juego sería una anarquía total. Una anarquía pero no un desorden; tal vez un desconcierto que plantea desde sus inicios una crisis: ¿Jugarán? ¿Es esto ‘un chiste’ o una competencia seria? ¿Nos burlamos de ustedes, o es que ustedes desconocen la potencialidad de cualquier crisis –como ésta- para provocar un caos? Pero esa crisis anuncia otra, profundamente conceptual: ¿La crisis antecede a la anarquía o es la anarquía el detonante de la crisis? Dejemos de un lado lo significante del juego, que al final de cuentas, ustedes jamás iban a jugar por tratarse de un evento ‘caótico’ (por lo anárquico de su planteamiento) y vayamos hacia el análisis del significado: El rol de la anarquía en los procesos deconstructivos y reconstructivos de las sociedades humanas, y su papel estelar como generador del caos social y como producto del caos.

Para ver el ensayo completo haga clic (%=Link(«http://analitica.com/va/sociedad/multimedia/4395782.pdf»,»aquí»)%)

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