Arquitectos rastacueros
Terminando 1963 asistí en La Habana al VII Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos. Todavía la revolución mantenía el aura romántica derivada de la gesta guerrillera, suficien-te para hacer de aquel evento un éxito estrepitoso por la calidad y diversidad de los participantes. La clausura se celebró en un enorme teatro abarrotado; el orador encargado de hacer la síntesis del evento pero que ya entonces apenas acertaba a glosar alguno de los manuales de la Academia de Ciencias de la URSS, fue literalmente sacado del escenario para darle espacio a la estrella del día: Fidel en carne, hueso y traje de combate. De su discurso interminable nada recuerdo, pero sí que a un cierto momento, quién sabe por cuál motivo, desde uno de los palcos se desprendió un grito de claro acento sureño: “Che, aquí el único arquitecto sos vos”. Con vergüenza ajena me volví hacia mi circunstancial vecina, una recelosa colega cubana, y le dije no sin suficiencia: “Esto jamás pasaría en ese país irreverente que es el mío”. Casi medio siglo después ha pasado: en su página de Últimas Noticias del 30 de abril tres prestigiosos colegas le otorgaron el título de arquitecto también a Hugo Chávez: ¿desazón ante tanta incompetencia o mero rastacuerismo?
De Sabana Grande a Times Square. Con la promesa de “crear un espacio público de primera clase de nivel mundial”, la Alcaldía de Nueva York ha tomado una decisión que a muchos sorprendió: cerrar Broadway, una de sus más congestionadas calles, al tráfico automotor a la altura de Times Square, el ombligo de la ciudad; en los próximos días reproducirá la operación más al sur, en Herald Square. Nuestra capital se había adelantado casi tres décadas, cuando bajo la orientación de la OMPU y con el apoyo de CAMETRO cerró al tráfico Sabana Grande, un espacio de importan-cia similar. Lamentablemente, a la vuelta de pocos años y ante la mirada abúlica de las autorida-des, ese espacio excepcional fue invadido por la buhonería; aunque recientemente se los reubicó, ha costado recuperar el viejo esplendor: colocada en un limbo donde se impide actuar a la Alcaldía Metropolitana, el valioso esfuerzo de vecinos y comerciantes resulta insuficiente para volver a hacer de Sabana Grande el espacio privilegiado de los caraqueños y la envidia de los visitantes.