Sobrevivir es sinónimo de «bachaqueo extremo» para el venezolano
Si de hablar de Venezuela se trata, pues debemos comenzar por lo más importante: su capital humano, las personas que siempre están ahí para seguir adelante a pesar de las adversidades que se les pueda presentar. Sin embargo, el país se encuentra en tiempos de crisis en los cuales el desabastecimiento, la inseguridad y la inflación integran la problemática con la que día a día sus ciudadanos deben lidiar, siendo el primer mencionado uno de los más importantes en todas las familias venezolanas.
Actualmente, los ciudadanos se ven obligados a realizar infinitas colas para poder adquirir productos alimenticios, y de esto no escapan los adultos de tercera edad. Este es el caso de una pareja de abuelos entre los 75 y 80 años de edad, quienes semanalmente asisten a una cadena de supermercados (ubicado en Altamira) el día correspondiente a su cédula, en este caso los viernes. La señora Teresa relata que ella y su esposo se levantan aproximadamente a medianoche para estar presentes en el lugar a las 2:00 am y de esta manera poder tener un puesto en la cola de la tercera edad.
«Hay semanas que mientras yo estoy en el supermercado, él (su esposo) está en otro porque no siempre venden todos los artículos en un solo sitio». Al momento de cuestionarle porqué se encontraban haciendo colas o si tenían algún familiar que pudiese ayudarlos, respondió que su hija les colabora consiguiendo algunos productos, sin embargo, manifestó que «ella también tiene su vida, sus necesidades y nosotros buscamos lo que podemos».
La pareja es originaria de Colombia y desde hace 50 años se encuentra residenciada en Venezuela. Ambos aseguran que no se van del país, a pesar de la difícil situación por la que todos los venezolanos están pasando tanto económica como socialmente.
No obstante, una madre soltera se encontraba en el sitio donde se llevó a cabo toda la organización de las compras semanales, pero no estaba sola en el puesto. La acompañaban sus dos pequeños hijos, de aproximadamente 10 y 12 años de edad, quienes al igual que su madre tenían que madrugar para adquirir los artículos alimenticios.
Entonces, acá entra una pregunta muy importante: ¿a esa edad no se debería dormir? Pues los ciudadanos viven en una Venezuela distinta, diferente a lo que está grabado en la memoria de muchos, al menos 15 años atrás. «Tengo que hacer esto porque de lo contrario a la semana siguiente me quedo sin comer (…) No es nada fácil estar con la angustia de que hoy tengas comida, pero mañana no sabes», comentó la madre.
Por su parte, un joven trabajador de 20 años tuvo que hacer el mismo sacrificio de madrugar para poder llevar a su hogar lo que estuviera a la mano, ya que explicó que en muchas ocasiones ha tenido que ingerir por varios días papa y yuca. Para este joven no es fácil, es un recorrido de compras, que incluye un horario apretado, más el trasnocho y el «corre corre» que deja ese día en el cual puede conseguir una de las cosas más importantes para el ser humano: la comida.
Esto que se ha vuelto costumbre en la gran mayoría de los venezolanos es considerado como «bachaqueo», término que comenzó a usarse cuando inició el desabastecimiento (tanto en la comida como en los artículos de higiene personal, medicamentos y cualquier otro tipo de productos), luego que el presidente Nicolás Maduro acusara a esa nueva actividad de formar parte de las «mafias organizadas» y de la «guerra económica».
En los establecimientos legales la gente compra los productos regulados, muchos para alimentarse pues no cuenta con los recursos económicos para adquirir importados o a precios de dolar negro, pero otro grupo opera distinto: compran y revenden a precios exorbitantes.
¿Pero se han cuestionado cómo inicia esto? ¿Cómo se organizan? y ¿Qué es lo que transcurre en esa noche?
Analitica.com hizo un recorrido por Altamira, en la madrugada del pasado viernes, para percibir la realidad de esta situación. Acá contamos nuestra experiencia:
Al momento de llegar, se encontraban aproximadamente 30 personas en el lugar donde se lleva a cabo el mecanismo. Sin embargo, cuando el equipo reporteril preguntó quién era el último, la persona encargada en llevar la lista contestó que nos encontrábamos en la segunda lista (estas comprenden de 50 personas por listado).
Asimismo, como nos anotamos en la lista, un grupo de personas nos alentaron para continuar el recorrido a otros establecimientos donde, al igual que en la primera cola, nos tuvimos que anotar o como comúnmente se conoce «marcar» para poder optar a comprar. Así se recorrieron otros dos locales, con el mismo procedimiento.
Pero si creían que era tan sencillo, se equivocan, puesto que las personas que asisten a estos lugares en específico, no todos son de la zona en cuestión. Muchos de estos personajes se acercan desde Caricuao, Mariche (Petare), Los Valles del Tuy, Maracay (Aragua) y la Guaira (Vargas). No obstante, vale resaltar que estos individuos, que ya constituyen un grupo, son llamados con apodos como ‘el gochito’, ‘el negro’ y ‘el paisa’; al final del camino se reúnen y se apoyan como una verdadera familia.
Un dato curioso es que este grupo de personas, durante las horas que se encuentran despiertos, comparten los alimentos que puedan llevar, es decir, si uno de los integrantes asiste con una canilla rellena, la misma será repartida en el número de miembros que haya; lo mismo aplica para las bebidas. Mientras esto transcurre deben estar caminando por los alrededores de los locales, ya que la policía hace recorridos para evitar que los llamados «bachaqueros» se agrupen en las entradas de los establecimientos.
Finalmente a las 6:00 am llegan los efectivos de seguridad para armar las columnas, según como esté establecido en las listas que anteriormente mencionamos. Seguidamente, proceden a recoger las cédulas para llevar el orden de las personas y luego las entregan con un pequeño número como indicador al momento de subir la santa maria de cada local.
Esta realidad no solo se vive en la ciudad capital, sino en todos los rincones de Venezuela, donde día a día salen millones de ciudadanos con el mismo propósito: conseguir comida para su familia y poder llevar una buena alimentación, aún cuando se ve comprometida la salud y la integridad física del venezolano.