Las distorsiones económicas del país también se reflejan en el mercado inmobiliario
El sector inmobiliario no escapa de la crisis económica venezolana, caracterizada en los últimos años por un ciclo negativo que pasó de la depresión económica al colapso macroeconómico, con 13 trimestres consecutivos en recesión, según las estimaciones de economistas y analistas.
En la Venezuela de 2017 se requieren 890 salarios mínimos, en promedio, para poder comprar una vivienda popular, de acuerdo con el expresidente de la Cámara Inmobiliaria de Carabobo y especialista en consultoría inmobiliaria y avalúos, Arturo Facchin.
Según investigaciones y estudios comparativos regionales, Venezuela está por detrás de Haití en lo que respecta a la correlación entre salario y capacidad de compra de una vivienda convencional. En la nación caribeña, localizada en las Antillas, se necesitan en promedio 392 salarios para poder comprar una vivienda.
En la región, Costa Rica y Panamá registran los índices más bajos en cuanto al número de salarios requeridos para comprar una vivienda, con 86 y 72 salarios respectivamente.
«Las distorsiones económicas se reflejan también en los inmuebles. El sector inmobiliario es netamente local por sus características, entonces lo que pasa en el bosque, que en este caso es el entorno, impacta al sector», aseguró Fachin en el foro organizado por la Cámara Inmobiliaria de Venezuela en Caracas denominado Cima del éxito inmobiliario.
De acuerdo con la ponencia de Facchin, denominada «Valor razonable de un inmueble en escenarios de incertidumbre económica», el aumento exponencial de la liquidez monetaria transformó al sector inmobiliario en un refugio obvio para toda la masa de dinero circulante en el país, que desde el año 2009 produjo lo que el especialista denominó como una inyección de dinero en el torrente sanguíneo de la economía venezolana.
Según cifras del Banco Central de Venezuela (BCV) la liquidez o el llamado dinero de uso amplio, cuyo monto fue de 10.407.218.358 bolívares en 2016, se incrementó casi 190%.
Ventas sin rentabilidad
Los desajustes crecientes de la economía nacional transformaron en tan solo un recuerdo los costos de las viviendas de hace poco más de 10 años, así como la capacidad de compra del salario referida al sector inmobiliario.
En 2008, con 86 salarios que totalizaban poco más de 50.000 bolívares para ese momento era posible comprar una vivienda popular.
De acuerdo con los estudios sobre vivienda en Venezuela, las estadísticas inmobiliarias y el proyecto de data del sector, aludidas por Facchin, los precios de las viviendas subieron a un ritmo mensual de 18% en 2015 y de 30% al cierre de 2016. Sin embargo, el especialista advierte que pese a la extremada volatilidad del sector inmobiliario venezolano, las ventas de inmuebles desde hace varios años carecen de la rentabilidad necesaria que dinamiza el área.
«El hecho de que cambien los precios no significa que se estén revalorizando los inmuebles. No hay nadie que esté vendiendo inmuebles con rentabilidad, porque no hay un valor de mercado verdadero, sino precios de liquidación».
De la época de la felicidad a la contracción
Venezuela mantiene, de acuerdo con el análisis hecho por Facchin, una batería legal que afecta al sector inmobiliario, por lo que las tres variables que permiten evaluar el desempeño en el sector como los son la libertad, la pobreza y el crecimiento, sumadas a las estructurara de garantía y el derecho a la propiedad privada, conforman una radiografía en la que Venezuela queda muy mal parada.
«Venezuela está entre los países menos libres, con un porcentaje de 3,23; estamos en el puesto 157 del estudio anual del Frasser Institut», precisó Facchin al aludir a la organización que se encarga de medir y estudiar el impacto de los mercados competitivos y la intervención gubernamental en el bienestar de los ciudadanos.
Entre 80% y 90% del sector inmobiliario está compuesto por la vivienda como una unidad fundamental. «Por eso nuestra alerta para que no detonen la participación privada en la construcción de viviendas en el país, explicó Facchin respecto a las políticas del Ejecutivo de los últimos años con la implementación de la Gran Misión Vivienda Venezuela.
De acuerdo con una visión detallada y minuciosa del mercado inmobiliario, el saldo en cuanto a libertad es cuestionable. Se trata de un sector sumamente heterogéneo, muy reducido en los últimos cuatro años; opaco y con una concurrencia muy moderada, según Facchin.
«El país pasó de la época de la felicidad, del 2006 al 2009, a la de la contracción, que es en la que estamos y que posiblemente sea hasta 2021. El sector inmobiliario requiere de entre 5.500 y 10.000 millones de dólares para su recuperación».
De acuerdo con estudios de economistas nacionales, el sector construcción -junto con manufactura y comercio- ha sido uno de los más afectados por la recesión económica.