Invasiones e improvisación
Pese a que en el pasado no faltaron los esfuerzos planificatorios, la verdad es que hace más de medio siglo han sido las invasiones, cuyas consecuencias se manifiestan con dramatismo cada vez mayor, un mecanismo determinante en el crecimiento de nuestras ciudades. Y si eso podía explicarse entonces porque entre 1941 y 1961 cada una de las cinco principales urbes venezolanas cuadruplicó su población ante los ojos atónitos de un país predominantemente rural hasta la víspera, hoy sólo la desidia oficial y los prejuicios hacia las ciudades, aunados a la ignorancia acerca de la importancia de estas en el desarrollo contemporáneo, puede explicar no sólo que el problema de los barrios autoconstruidos carezca de un abordaje sistemático y exitoso, sino que todavía sean las invasiones el mecanismo prevalente si no único para el asentamiento urbano de los más pobres.
Como lo revelan los acontecimientos de estos días, en muchos de esos barrios la vulnerabilidad se ha hecho crítica, causando, además de los daños materiales, pérdida injustificada de vidas. Pero lo que ocurre en El Junquito, con la confiscación de hoteles para el alojamiento provisional de los damnificados, revela que la alcaldía de Libertador ni siquiera dispone de previsiones para contingencias semejantes, mientras que las lamentables declaraciones del Presidente de Fundacaracas, amenazando con expropiarlos “si es necesario”, demuestra que también el “socialismo del siglo XXI” cree que los problemas se resuelven “a los realazos”. Y es que al final ha sido la creciente mezcla de indolencia y nuevorriquismo de nuestros gobiernos, agravada en el actual por la descomunal incompetencia de sus equipos, lo que ha ido llevando a la capital a esa especie de callejón sin salida en el que actualmente parece encontrarse.
Tardó poco Chávez en demostrar que tampoco él es ajeno a esa visión, anunciando que la mitad de los bonos a emitir próximamente por PDVSA se destinarán a atender la escasez de viviendas. Pura demagogia e improvisación: aparte de no tener planes en la materia, este gobierno de incompetentes sigue sin entender las dinámicas urbanas en un país intensamente urbanizado. Si esas palabras se materializan, no serán los damnificados de Blandín los beneficiarios sino los traficantes que revolotean alrededor del alto gobierno.